Se para en el café,
parece que quiere beber,
una mosca es,
ojalá no se caiga,
porque me dañara la bebida que preparé.
Hoy la inventé,
con alambre y con tela la forré.
Un cuerpo colorido,
puse también...
Y una cabeza azul pastel.
Se junta cuerpo y cabeza de una vez.
Y así queda, la mosca que ahora merodea en el café.
Aunque todos odiamos las moscas en el café, a mi me agrada esta amiga que creé.
Créditos Margarita Palomino