Ella
su dolor era tal, que hasta le dolía respirar
su amado yacía casi sin vida,
ella sentía como su mundo se desvanecía.
Se preguntaba
una y otra vez
¿qué va a ser de mi vida?
Dios, ¿algún día lograré vivir sin él?
El dolor y la impotencia
la tenían descontrolada,
todo junto a él había sido maravilloso
de solo pensar que no podía estar a su lado,
todo perdía su significado.
Desesperada clamó por ayuda
a ese ser superior, a Dios
necesitaba recibir consuelo
para poder continuar y luchar.
Creyó escuchar una dulce y cálida voz
que acarició su oído al decir:
“no desesperes ten confianza”
hasta el final, hay que conservar la esperanza.
Aún se hallaba confundida
cobró fuerzas y corrió a su lado,
se dispuso a estar junto a él
hasta su último suspiro.
La vida suele ser así
hermosa y al mismo tiempo dolorosa
cuando ella se sentía plena y feliz
jamás imaginó que viviría algo así.
A veces olvidamos que solo somos residentes temporales.