Breve tributo al poeta Cesare Pavese

Quise publicar ayer un ensayo, que permanece inédito, en homenaje al poeta Cesare Pavese (su nacimiento fue el 9 de septiembre de 1908), a quien tengo entre mis poetas de gran afecto, pero las fallas de servicio eléctrico lo impidieron; queda pendiente. Así que decidí solo compartir un poema de Pavese y comentarlo brevemente.


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Cesare Pavese, en dibujo de N. C. Mallory - Fuente - Licencia


Descubrí a Cesare Pavese en mis estudios literarios universitarios, gracias a quien fuera uno de mis maestros, fallecido hace unos años, también escritor, Fortunato Malán, de ascendencia italiana, nacionalidad de Pavese. Cuando comencé a leer a Pavese, uno de los versos que se quedó grabado en mí para siempre es: "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos"; frase poética de una belleza y extrañeza conmovedoras, rasgos propios de la gran poesía.

Otra frase que quedó en mí es la que titula uno de sus libros y poemas: "Trabajar cansa". No diré más.

Leí parte de su narrativa, como su apreciada novela La luna y las fogatas, pero uno de los libros de Pavese que me signó, como lector y escritor, fue su peculiar Diálogos con Leucó, en el que rinde un homenaje al poeta Leopardi, que había escrito Diálogos. Espero poder compartir con ustedes algún texto mío sobre este último.

A continuación el poema de Pavese que escogí para esta ocasión.

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Creación

Estoy vivo y he sorprendido las estrellas en el alba.
Mi compañera continúa durmiendo y lo ignora.
Mis compañeros duermen todos. La clara jornada
se me revela más limpia que los rostros aletargados.

A distancia, pasa un viejo, camino del trabajo
o a gozar la mañana. No somos distintos,
idéntica claridad respiramos los dos
y fumamos tranquilos para engañar el hambre.
También el cuerpo del viejo debería ser sano
y vibrante -ante la mañana, debería estar desnudo.

Esta mañana la vida se desliza por el agua
y el sol: alrededor está el fulgor del agua
siempre joven; los cuerpos de todos
quedarán al descubierto.
Estarán el sol radiante y la rudeza del mar abierto
y la tosca fatiga que debilita bajo el sol,
y la inmovilidad. Estará la compañera
-un secreto de cuerpos. Cada cual hará sentir su voz.

No hay voz que quiebre el silencio del agua
bajo el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca
bajo el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas.
Estremece sentir la mañana que vibre,
virgen, como si nadie estuviese despierto.

(*Traducción de Carles José i Solsora)


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Imagen de Bishnu Sarangi en Pixabay


Este poema de Pavese comienza con una frase poética llena de vida (podría contraponerse a la arriba citada), y ese carácter o temple de ánimo se mantiene así en todo el poema, incluso hasta los versos finales: "Estremece sentir la mañana que vibre, / virgen, como si nadie estuviese despierto".

El poema se configura y mantiene en una visión genésica, adánica, del mundo, como si el hablante lo descubriera, como si el mundo se le revelara por primera vez. De allí su título: "Creación". El mundo, las cosas, se le presentan en ese principio del día, como si fuera el inicio de la vida, y lo admira como un cuerpo en su desnudez.

Se nos entregan imágenes de una gran belleza, por ejemplo: "No hay voz que quiebre el silencio del agua / bajo el alba". Este sentir / percibir del mundo que se abre cada día, silencioso y fugaz, a su maravilla, se concentra en dos imágenes capitales: el sol y el agua (que es mar, por supuesto).

Lo más gratificante de este poema es que la voz poética nos ofrezca esa visión como alguien que está experimentando ese momento, que es único, vivido solo, que lo maravilla y hace sentir en su cotidiano esplendor: "Sólo una tibieza que diluye las estrellas".


Referencias:

Pavese, Cesar (1991). Poemas. Caracas: Fundarte.
https://es.wikipedia.org/wiki/Cesare_Pavese
https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-cesare-pavese/


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Gracias por su lectura.


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