¡Hola Hivers❤️!
En esta oportunidad vengo a contarles un poco sobre mi camino dentro de la Iglesia. Mis primeros años los viví cerca de La Bandera y asistía a la Parroquia La Milagrosa y a una capilla que queda cerca. Sin embargo, a los 6 años de edad me mudé a donde vivo ahora.
Recuerdo que estando acá la frecuencia de asistencia a la Iglesia era poca, navidad, semana santa y uno que otro día. Siempre me llamó la atención el coro. Me parecía que cantaban muy bonito y yo quería estar allí, pero no podía, tenía que tener al menos 14 años.
Así que así estuve, esperando tener la edad para ser aceptada, estudié en un colegio católico desde tercer grado hasta tercer año y recuerdo que, para el momento de mi confirmación, recibí una propuesta del colegio para una preparación rápida para el sacramento. Sin embargo, dentro de mí pensaba que mejor era hacerlo en la parroquia, aunque durara un año escolar. Y así lo hice.
Ya tenía más de 14 años, ya me habían aceptado en el coro, y comencé mi preparación para este importante sacramento. Luego como miembro activa del coro comenzó mi interés por formar parte de actividades juveniles, compartir con personas contemporáneas conmigo y es así como fui auxiliar de Catequesis y como me involucré también con la Acción Católica.
El día de mi cumpleaños #17 recibí la invitación a lo que considero yo cambió mi camino en la Iglesia, porque fue el día que me invitaron al Encuentro de Promoción Juvenil, una experiencia de jóvenes para jóvenes que marcó mi camino de fe.
Fue entonces cuando nací de nuevo, vi las cosas desde otra perspectiva y se encendió en mí una llama que me invita a servir al joven. Desde entonces mis servicios variaban entre cantar en la parroquia y asistir a diversos encuentros.
Desde entonces pertenezco al Movimiento Encuentros de Promoción Juvenil, sin embargo, no fue sino hasta que asumí el servicio de mentor del movimiento aquí en Caracas que tuve la oportunidad de conocer aún más lo que se refería a la pastoral juvenil.
Me presenté a las audiciones del Coro Juvenil Arquidiocesano y quedé, y desde entonces formo parte de él y es algo que verdaderamente me gusta mucho.
También un buen día en la parroquia San Benito, como representante del Movimiento Encuentros de Promoción Juvenil alcé la voz y capté la atención (intencionalmente) del Arciprestazgo de San Juan, al que pertenezco con mucha honra pero que, sin embargo, sentía yo estaba ignorando el lugar donde me hacía vida pastoral.
Ese día todo cambió, nuevos horizontes se presentaron y muy gustosamente me recibieron, bajo la figura de representante del movimiento. Y así estuve un tiempo hasta que me confiaron la importante labor de llevar adelante el programa Jóvenes y las Jornadas en el arciprestazgo.
Conocí chicos maravillosos en la parroquia Ntra. Sra. De Lourdes y cada vez más me fui involucrando en sus actividades hasta que tomé la decisión de formar parte de este lugar que era hasta ahora desconocido por mí. Por supuesto supone un gran reto después de tantos años, pero pienso que uno tiene que cambiar para crecer. Así que ahora también formo parte del Movimiento Campamentos Juveniles- Carpa Lourdes.
Ese cambio me agarró empezando la cuarentena así que realmente no puedo decir que estoy completamente integrada, o que haya conversado todo lo que debo conversar en ambos lugares. Simplemente las cosas tomarán algo más de tiempo. Y está bien así.
La verdad es que antes de la pandemia, quien me conoce puede dar fe de que era una chica siempre activa, ocupada, atendiendo muchos asuntos a la vez, tanto pastorales como personales. Esto no ha cambiado, sigo ocupada, pero con cosas diferentes.
En la cuarentena redescubrí mi pasión por escribir, cree mi propio espacio para compartir mis pensamientos, un blog. También desperté mi lado creativo tanto en el dibujo como en el maquillaje. He conocido personas increíbles y he hecho nuevos amigos que, aunque están lejos todos los días me sacan una sonrisa. He conocido nuevas maneras de ver las cosas, aún sigo activa en la Iglesia, pero ahora 2.0. Reuniones, escuelas, encuentros por Zoom, por WhatsApp y hasta por Telegram.
Aunque no es lo mismo, y realmente no lo sienta igual, no pierdo la fe de que pronto pasará esto y podré continuar mi camino pastoral, asumir nuevos retos y continuar trabajando por la construcción de la civilización del amor, y también en el autodescubrimiento que cada día llevo a cabo.
Plus:
Aquí una foto del momento más feliz dentro del movimiento: cuando se terminó mi coordinación.
Pasándole la cruz a @reymoya95😅, (que digo, el timón☸️).
Nota: Espero no haberlos espantado con la foto de portada😂, la verdad es que es de un momento muy lindo que viví en el ENAJÓ 2.015 en Barquisimeto.
¡Nos vemos en un próximo post❤️!
