En los últimos años, las organizaciones han tenido en cuenta los retos estratégicos que hay que tener en cuenta para adaptarse a los diferentes cambios tecnológicos, sociales, económicos y medioambientales que de una forma u otra modifican y transforman los hábitos de consumo y el estilo de vida de la sociedad en general.
Además de la relación con el entorno o los cambios tecnológicos, sociales y económicos, las condiciones de trabajo como las prestaciones y las consideraciones derivadas del contrato de trabajo, entre las que se encuentran la seguridad y la higiene en el trabajo, son elementos clave que deben estar presentes en condiciones óptimas para motivar al trabajador en su labor diaria, así como para proteger su salud física y mental durante y después de todo su periodo laboral dentro de una organización.
Para algunos expertos, por ejemplo, según Sanabria (2010), además de los beneficios sociales, la política de información define las orientaciones o pautas que rigen la actuación de una persona o entidad en una determinada materia o ámbito. A partir de esta definición, podría decirse que una política de información está constituida por aquellas directrices que rigen una organización hacia la consecución del derecho a la información por parte de todas las personas que actúan en ella.
En una organización empresarial, tanto las condiciones de trabajo como la política de información deben contribuir al desarrollo local y/o regional. Actualmente existe un consenso sobre el protagonismo del desarrollo local frente a la globalización, por lo que es necesario descentralizar las decisiones políticas, el uso de los recursos y las ventajas comparativas regionales.