I◄Mi Florǁ@sweetval

¡Hola en una nueva oportunidad, me siento muy feliz de estar aquí compartiendo un poco de mí, porque cada escrito tiene un fragmento de lo que soy! Antes de leer el siguiente texto, es importante que leas la publicación citada (Mi Flor) donde está la sinopsis de esta maravillosa historia.

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Imagen creada por @sweetval en Canva.

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M I FLOR 🌹•I○Capítulo Uno

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Son las nueve de la noche de un domingo, cuento una a una las estrellas, el cielo está reluciente y una noche más me demuestra la inmensa perfección que representa en un mundo lleno de caos. Aún en un mueble cómodo, me aprecio ansiosa, pues la semana no ha sido muy agradable, más bien ha sido complicada, fue un error constante cometido y un no parar de conflictos.

Con una acumulación de sensaciones, más que todo pensamientos, ingreso a la ducha con agua caliente, mi noche apenas empieza, me brinda una dosis de buena vibra. Tal vez, fue un mal día, pero no va a ser una mala noche. Después de una ducha de cinco minutos, busco en mi closet un outfit alucinante, cómodo y elegante, tras una búsqueda exhaustiva, doy con la bolsa mágica, una que contenía diversas prendas, desde camisas manga larga, tops, bragas, pantalones, chándal, shorts, vestidos, ropa interior, trajes de baño, todo de las últimas rebajas, descuentos y visitas inesperadas a las tiendas de mujer, aunque no había estrenado, porque solía esperar una ocasión especial, un momento ideal. Encontré un outfit perfecto, acorde para esa noche, delimité un conjunto de encaje que le sentaría de maravilla a mi cuerpo, un vestido azul de tirantes con escote pronunciado, fue así como recordé las botas altas negras que pesqué en Bershka, uní todo y me vestí en dos minutos, para en diez estar maquillada por un tutorial de Youtube, a su vez, peinada con un semi-recogido, para así mirarme en el espejo y admirar en vida lo que era realmente: una mujer virtuosa, llena de un potencial oculto, pero maravillosa, como ninguna otra.

No sé de dónde salió energía en mí, tal vez, una cena equilibrada llena de verduras, sí, aquellas que odiaba de niña, ahora forman parte de mi alimentación diaria. Desde mi objetivo impuesto en cuanto a mi dieta, cambió mi vida despacio, el día a día; eliminé el azúcar e implementé el ayuno intermitente, al principio resultó una moda, pero luego se convirtió en mi estilo de vida y añadí correr todas las mañanas, empecé yoga con un grupo los fines de semana, ocasionalmente.

Mi plan de domingo era distinto a los demás, porque hacía mucho tiempo que no salía de mi hogar, estaba muy ocupada escribiendo mi segunda historia para ser publicada por una editorial nueva, una que apostaba por un nuevo concepto. El último año había sido muy raro, sobretodo porque experimenté muchos cambios, tomé muchas decisiones y me atreví a salir de mi zona de confort, había tenido muchas experiencias enriquecedoras, dejé mis expectativas, empecé a convertir mis sueños en realidad, fue así como vi una intensa transformación, un renacimiento, descubrí una versión de mí que nunca jamás esperé ver. Seriamente pensé en mi pasado, aunque no resulta muy bueno a veces, porque vivir en el pasado, solo nos lleva a darnos cuenta de los errores, desde el punto de vista de muchas mentes, sin embargo, hay una escasa masa de personas que son las que se atreven a sobresalir, rompen los esquemas, vencen cualquier estigma, esos son los verdaderos visionarios, los que dan pasos grandes, valientes, creadores de un nuevo estilo de vida. Miré a mi pasado, para darme cuenta todo lo que había hecho, todo lo que había logrado, todo lo que había superado, pensé en mi presente, miré a mi futuro, sostuve así por fin uno de mis mayores sueños, uno de los deseos más bonitos materializado, fue así como me di cuenta que para cumplir los sueños, hay que tener agallas, hay que atarse muy bien los pantalones. Mi primer libro virtual se transformó en una realidad, una editorial me contactó por fuentes externas, se cumplió todo lo que algún día siendo niña anhelé.

El último año viajé como nunca antes, capturé una cantidad de memorias en mi Diario de Vida Roses; fui a lugares como Irlanda, China, París, Puerto Rico, Haití, el mejor fue París, por la experiencia de conocer la torre Eiffel con la compañía de mi mejor amiga, pero sin duda alguna, lo más hermoso fue cuando recibí la revelación de una noticia, finalmente tras meses de búsqueda por inseminación artificial, procesos difíciles, la familia crecería en pocos meses, porque estaba esperando un bebé de catorce semanas de gestación, el cual me estaba ya robando latidos del corazón como no lo había hecho nadie.

Con un outfit deslumbrante, pedí un taxi para poder ir a mi destino. Nada más ingresar, Melendi con “La Promesa”, comenzó a sonar, pronunció con una dulce y armoniosa melodía.

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Imagen creada por @sweetval en Canva.

Salí del taxi, tras dar el pago respectivo, agradecida y motivada. Esa noche, esa frase, estaban aliadas, por ello, me cundió un regocijo, el cual esperaba se quedara conmigo un buen tiempo. Entré a una discoteca local que llevaba tiempo frecuentando con mi grupo de amigos del trabajo, pero no había sido del todo bueno, porque me organizaron citas a ciegas, con según ellos personas que eran compatibles conmigo, pero no funcionaron ni un 5%.

Algunos fines de semana había una sección especial de karaoke, donde se disfrutaba un momento distinto. Entré y ubiqué a mis compañeros de trabajo, bebimos algunos tragos y apenas inició el karaoke, me incitaron a subirme al escenario, donde me obligaron a cantar una canción que me conocía de memoria, como la palma de mi mano, así que no me costó en absoluto. Una vez arriba, vislumbré a la multitud que me abucheaba con una mala vibra terrible, pero los ignoré, aprecié una grupo de hombres, pero uno en especial capturó mi atención, una vez que nuestras miradas se cruzaron, no existió manera de poder separarlas, poseía un magnético alcance sobre mí.

El instrumental de Before You Go, una canción de Lewis Capaldi, retumbó a todo volumen en la discoteca; intenté concentrar mi atención en mi grupo de trabajo, siendo los únicos que me animaban con gritos y las palabras: ¡Vamos Ro!

Inhalé, exhalé y cerré los ojos para trasladarme a mi lugar favorito, fue así como me inspiré y canté a todo pulmón, con una voz que impresionó al hombre misterioso y todas las personas presentes; lo sabía, tenía buena voz, mi talento oculto. Para intentar relajarme me perdí en aquel intrigante hombre, en sus ojos negros, nariz perfilada, labios delgados en una fina línea, que hacían un excelente contraste con sus largas pestañas, una barba de dos días y unos brazos fornidos como un Adonis traído desde el mismísimo cielo para cerrar mi noche con broche de oro.

Después de cantar toda la canción, el varonil aspecto desapareció. Siguieron a mí, muchas voces que rompieron vidrios y espejos, siendo también un dolor de cabeza que impulsó el abandono del bar.

Tras mi canto, bebí sin medir el dinero gastado, ni las consecuencias, ni el día siguiente, ya estaba acostumbrada. Esa noche fue verdaderamente digna de rememorar en unos años. Salí de la discoteca a las dos de la madrugada, volví a mi dulce hogar oliendo a alcohol hasta el cabello, pero no me bañé, ni cambié de ropa.

En mis sueños se apareció ese Adonis, no pude evitar sonreír en medio de sueños, y quizá se preguntarán ¿Cómo sabes que sonreías en sueños? Porque ese hombre se llevó una parte de mi oculta, me hizo sentir una sensación espectacular e inigualable.

Una vida, un sueño, cientos de aventuras.

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💮Todo este contenido literario es original de Valentina Padrón.

💮La última fotografía fue capturada por @sweetval con una cámara fotográfica Fujifilm, Finepix Z90

💮¡Gracias! ¡Nos leemos pronto!

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