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"Fin de semana en casa de la abuelita. Dormiría en el cuarto de la tía Amanda. Le gustaba esta habitación por la mezcla de olores gratos: polvos cosméticos, colonia, el olor especial de las telas nuevas que traía la tía de la fábrica para coser en casa. No le gustaban las muñecas que mantenía en el copete de la cama. Eran bonitas pero a ella le daban siempre un cierto temor.
Mientras trataba de conciliar el sueño, de pronto sus párpados cerrados fueron impactados por un fuerte resplandor. Abrió los ojos: Contra la puerta del escaparate divisó un gran círculo luminoso y en el centro, ahorcada, colgaba una muñeca de trapo que apenas soltó el grito desapareció. Nadie le creyó que no había sido un sueño."
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