Cada año en mi vecindario se arma un muñeco de prendas sedentarias de cada casa, algunos donan camisas, pantalones, otros aportan para el relleno, una vecina se encarga de coser, y así entre todos conformamos el símbolo que representará el año que dejamos atrás.
Cuando el reloj marca las 11:59 pm todos nos ubicamos alrededor del muñeco y a medida que comienza la cuenta regresiva alguien se encarga de prenderle fuego, para cuando el tic tac indique año nuevo, todo lo viejo se quede atrás.
Cada llama es la viva representación de todo lo malo que abandonamos, manifestando nuevas aventuras, desafíos, y alegrías para el nuevo año.
Junto a la quema, los aplausos se hacen presente, así como las risas simbolizando la felicidad que se siente ante un nueva historia.
Este año experimenté muchas sensaciones en ese momento, pues me propuse dejar en el 2023 todo lo que no me aportara conocimientos, dejar las cosas banales y empezarme a enfocar en lo verdaderamente importante: mi felicidad.
Yo fui una de las encargadas en la confección del muñeco y mi casa fue el lugar designado para esos preparativos.
Llevamos muchos años con esta costumbre, a tal punto que es considerada una tradición de la comunidad.
Ese día es el único día en que todo el vecindario se reúne, celebra y se divierte y que mayor alegría que haciéndolo a través de esta tan bonita iniciativa.