Con el pasar de los años,
Caminas más despacio,
atesoras y valoras cada paso
Disfrutando del paisaje,
de cada momento vivido.
Ya no hay prisas, no hay apuros.
Aquel ímpetu con el que enfrentabas la vida
Se ha transformado en serenidad y contemplación.
Aprendes a dejar las injusticias en las manos de Dios,
ya no juzgas a quien se dedica a hacerte daño.
Con el pasar de los años hay algo que es seguro,
ya no te preocupas por inventar excusas,
eres más sincera y más real.
Las prioridades cambian
como cambian las energías.
Ya no tienes tiempo que perder
No te interesa hacer feliz a los demás
A costa de tu propia felicidad.
Agradeces cada mañana
por la dicha de ver el entrar el sol
a través de las cortinas ;
de vez en cuando te mimas con un postre,
una salida y un café.
Son tantas las cosas que se aprenden con el pasar de las lunas;
que quieres que otros aprendan a través de tus errores.
Pero también estás segura
que si tuvieras la oportunidad de vivirlo todo de nuevo,
volverías hacer todo de la misma manera.
Porque eso que has vivido,
los errores que has cometido,
las lagrimas que has derramado
te han hecho más fuerte y más valiente.
Con el pasar de los años,
tu equipaje ya no es tan pesado;
no es mucho lo que necesitas para ser feliz,
“Lo que es tuyo está bajo de la piel”.
Entiendes que la paz no se encuentra en ningún lugar del mapa,
sino dentro de ti y la llevas contigo a donde vayas,
la transmites, si tu quieres, a los que la tienen escaza.
La cautela y la prudencia
se hacen buenas compañeras,
aunque hace años ni se hablaban.
Con el pasar de los años,
las arrugas no te asustan y las canas no te espantan.
Las vanidades pasan a segundo plano;
Ya no le temes al espejo.
Cumplir años es una bendición que agradeces;
te esmeras por cumplir también los sueños,
aunque ahora más serenos y calmados.
Y vives,
vives a pesar de lo que puedan pesar los años que han pasado.
