La Mujer y la Ofrenda

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Una mujer de piel canela caminaba por la ladera del volcán llevando una cesta con ofrendas al dios para que protegiera la isla.

El paisaje era apocalíptico. Un cielo teñido de rojo y naranja, y el aire cargado de azufre nauseabundo.

La mujer, en plegaria, alzo la cesta, luego se arrodilló.

Terminó de rezar y se quedó en silencio, esperando una respuesta.

De repente, todo empezó a temblar. Ella se asustó y dio un salto.

Una nube oscura se elevó del cráter, bloqueando el sol. Un fuego como de una hornilla de cocina salió del cráter. La mujer se quedó ciega por un instante.

Cuando todo se disipó, vio algo que la dejó sin aliento.

Del cráter, emergió un humanoide de color rojo y de ojos oscuros. La mujer supuso que era el dios volcán.

La figura expresó que había escuchado la plegaria y que podía conceder el deseo con una condición; el alma de la mujer.

La mujer se estremeció. No podía creer que le pidiera su alma y se negó rotundamente a entregarla diciendo que era lo único que tenía.

El dios frunció el ceño y aseguro que la isla sería destruida. La mujer sabía que no tenía otra opción y acepto entregar el alma.

El dios tomó la mano de la mujer diciendo que su alma era de él y que ahora le concedería la solicitud.

El dios volcán levantó sus manos y el cielo se despejó.

La mujer se dio la vuelta y vio que había salvado a su isla.

El dios volcán se acercó a la mujer y la abrazó. La mujer sintió el calor del cuerpo del dios y su corazón empezó a latir con fuerza.

La mujer sintió amor y se dejó poseer.

Contenido original, escrito para:
Extraño Concurso No 32. Invasión

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