Laura era una muchacha humilde que se ganaba la vida trabajando en casas ajenas, siempre decía, en las noches me levanto tomo mis pinceles y plasmo en el lienzo imágenes, que muchas veces ni entiendo de donde salen, poco a poco he completado un cuadro. Para la familia de Laura, era motivo de burla, que la hacían sentir mal.

Laura tomo el cuadro y lo cubrió con una tela blanca y decidió no hablar más del asunto, quería borrar de su mente las burlas de la familia que la atormentaban. Así pasó un tiempo.

Un día llegaron al pueblo unos críticos de arte, se armó un gran revuelo por semejante visita. La bienvenida estuvo a cargo de las autoridades oficiales, Laura estaba entre la multitud con el lienzo cubierto con la tela blanca, poco a poco se fue moviendo hasta llegar cerca de uno de los críticos de arte. Un poco nerviosa, sentía que las manos le sudaban, pero estaba decidida a jugarsela. Pocas palabras usó al mismo tiempo puso en las manos del crítico el lienzo cubierto de la tela blanca.

Al descubrir el lienzo, el crítico nota que tiene en las manos una gran obra de arte, éste se dirige al grupo y le expone el trabajo de Laura, mientras ella espera con humildad en una esquina del salón. Ella miraba de lejos como su cuadro pasaba de mano en mano, hacían comentarios que no podía oír. El corazón de Laura parecía que se le iba a salir en esa espera.

Los críticos de arte piden silencio porque tienen algo importante que decir y con voz alta piden que se acerque Laura y dicen: Estamos en presencia de una gran pintora que ha hecho un buen trabajo, elogian el talento, se escuchan aplausos. De inmediato, le entregan una beca y con ello los cambios en la vida de la joven Laura, la pintora.

La familia de Laura estaba shock, no lo podían creer, donde se meterían ahora tantas burlas.

Laura, la pintora se fue para la capital, perfeccionó la técnica de pintura, ademas de exponer sus obras, viajó al exterior, se ganó varios reconocimientos. Pero Laura tenía un corazón noble, siempre viajaba a visitar a su familia, no guardó resentimiento alguno.

El cuadro que a Laura más la representaba era éste, los colores vivos era la vida que la rodeaba, ella en el centro con sus ojos bien abiertos y sus pensamientos trabajando sin parar.