¿Quien no ha sido el malo del cuento alguna vez?.

Que distintivo puede ser vivirlo a decirlo, lo aprendes una vez te toca enfrentar tu realidad con la realidad de otro, cada quien tiene su versión y tú guerra de acuerdo a esta.

En una eres la víctima, en otra el victimario, usualmente yo no sé que papel juego, mi claridad y razocinio tiemblan una vez sobrepasó mi límite emocional.

Y hiero, como una cuchilla afilada sobrepaso la piel de mis seres amados, creo tormentas y luego chapoteo en las lagunas mentales que me quedan,¿Por qué no solo venimos con un botón de cállate la boca? A mí me serviría a diario, más que nada cuando enfrentó los hechos.

Que buenos somos cuando nos toca llorar en el libreto y que malos somos una vez nos sentamos del lado del que causa el llanto.
¿Si lloras eres tú el que debe ser sanado? Realmente dudo muchísimo está frase, los más dañados ni siquiera llegamos a sentir una chispa de dolor en el momento, toda la mierda viene después, cuando ves a la cara a quien heriste.

Allí te das cuenta que te estás haciendo similar a aquellos que una vez te hicieron querer quemar toda emoción de tu alma y es cuando crees que tal vez lo lograron.

Es cuando crees que tal vez, sería mejor solo...alejar el alma del cuerpo y fluir.

Porque todo aquello que alguna vez te llenaba se fue, todo lo construido se derrumbó con decir lo que sientes.

¿Acaso debo mentir para sobrevivir en este mundo sin ser el hijo de puta? Tal vez si, probablemente así sea, tan solo porque la hipocresía es aquello que manda en el mundo,¿Perdonar? ¿Acaso sabemos lo que eso significa?, Solo sabemos decir porquerías sin sentido y decir que lo decimos por tu bien, para tu crecimiento o sentimos haber dicho aquello que realmente no sentimos haber dicho.

¿Eso nos vuelve los malos del cuento?

¿Eres el malo del cuento por decir algo que querías decir?

Mi cabeza no deja de trabajar con todas estas preguntas, a veces realmente creo que necesito terapia, internarme en un psiquiátrico, porque hablo pero nadie escucha.

Grito hasta sentir el alma desgarrarse y cuando por fin soy escuchado estoy tan agotado de gritar que solo suelto cuchillas.
Pastillas que aturden que vuelven borrosa mi realidad, en los espacios de claridad visualizo y respiro este podrido aire.
Y corro, pero me alcanza, escaló pero me tumba.

La presión sofoca, ser "perfecto" cala y te deja como alma en pena, errante ante todo aquello que transcurre a tu lado, vulnerable a los filos.