Hobbes apunta al miedo a la muerte como el miedo principal, el que nos sujeta con desespero al devenir de las cosas, y por el cual los tiranos logran doblegarnos. Hamlet dubita con cierto cinimos al respecto, y cataloga a la voluntad como un animal temeroso frente a la posibilidad de ser reducidos al polvo. Después de todo, nadie sabe qué nos depara tras atravesar esa frontera. Y sin embargo, la muerte nos fascina conquistando todos a nuestro alrededor. Es solo cuestión de tiempo para regresar al vacío, ¿injusto juego cósmico o medida de preservación de la existencia? Lo cierto es que, mientras no resolvamos el misterio, el miedo nunca se irá. Lamentablemente los misterios no se resuelven, se atraviesan.
Si tan solo fuera cuestión de cerrar los ojos,
de un acto reflejo
que me devuelva a la génesis del caos
Quiero resguardarme del movimiento,
evitar que el dolor me engulla,
detener la desgarradura
Un corte a flor de piel, un nudo firme bastaría,
un cóctel de píldoras ensoñadoras,
para fracturar al testigo
y devolverlo al vacío
Pero me tiemblan las ganas,
y retrocedo al linde confuso
donde el miedo y la esperanza ejercen su tiranía
¿Algún día medrará la flor
de nuestro hastío
y cortaremos el lazo que nos sujeta a la amargura,
al ser o no ser,
a la tormentosa vigila?
Espero el poema haya sido de su agrado. Cualquier sugerencia, opinión o comentario, serán bien recibidos. ¡Nos vemos pronto!
