No escribas para decir que vas a marcharte
Dobló las últimas cosas y metió en un bolsillo de la maleta su pasaje de ida sin vuelta. Muchas veces salió del país, pero era la primera vez que lo hacía sin fecha de retorno. Pensó que sus esperanzas habían envejecido con ella, que como un pájaro viejo se había quedado sin garras ni canto, solo un pequeño impulso de vuelo. Y era ese impulso el que ella aprovechaba en aquel momento.
Como saldría temprano, comenzó a hacer un mensaje de despedida para todos. En él comenzó diciendo que tenía mucho miedo de los tiempos salvajes que vendrían, de la cantidad de rodillas hincadas ante el dictador, los sonidos de la barbarie, las raíces del odio que yacían por todos lados, la desolación que dejaban las despedidas. Después de leer el extenso mensaje, lo borró.
Allí con el equipaje ya hecho, se dijo a sí misma que no tenía el derecho de hacer aquel desenlace definitivo y desesperanzador. Así que volvió a tomar el celular y escribió: "Donde esté, ustedes están conmigo. Mientras empacaba, sentí que dejaba algo y es mi corazón. Mi corazón queda aquí, es mi cuerpo el que tiene que partir. Al otro lado de la línea siempre voy a estar, así que esto no es un adiós. No me voy por ustedes, pero tengan la certeza que ustedes sí serán la razón de mi regreso". Escribió y envió.