Fuente
Este tropel de gente bajo de la canícula
Caminan como huyendo no se sabe de qué
En la esquina una vieja vende frutas, están algo marchitas
Un pasajero cae de un autobús que frena de repente
Se forma el rebullicio
El hombre se incorpora y sube nuevamente al estribo, agarrándose de la camisa de otro
Un muchacho se roba una mano de cambures
La vieja intenta seguirlo, mejor se devuelve a salvar lo que queda
El muchacho dobló en la esquina, no lo vi más
Ya no soy responsable, la palabra hermandad duele tanto
El autobús arranca y el hombre vuelve a precipitarse
Revienta de un golpe formidable
¿Se mató?, se aglomeran, se marchan, no es problema de nadie
La frutera agarra un cuchillo blandiéndolo como una heroína
Mejor me voy con mis ojos a otra parte
A la plaza, allí donde están los buscavidas, los perdedores de tiempo, los acalorados de la tarde, los aturdidos del tráfico, los compradores de oro roto y yo
Me siento a la sombra de un bucare
Debe ser, pues me lanza una flor sonrosada, grande y suave
Tiene que ser árbolmujer para permitirse tal coquetería
Para quererme así, con mi hambre nacional y mi cansancio
También algo de sed
En estos tiempos nadie regala un vaso de agua, menos una copa de vino
Y aunque no soy amigo de ciertas sutilezas, tomo mi flor, sonrío, la acomodo a mi lado
Aquí me quedaré como una obra de arte
Debajo de la sombra de mi novia vegetal
A ver, con los ojos que me pongo en medio del marasmo, si pasa algo parecido a un poema.