Juegos de infancia

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JUEGOS DE INFANCIA

Teatro breve

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Ella y él juegan. Es domingo a la mañana. Día de las madres. Ella está sentada frente a la computadora, mientras él arregla su caja de herramientas.

Ella: Tengo tantas ideas, imágenes podría decirse, pero ninguna me atrapa, ninguna me inspira...

Él: Mientras pule detenidamente un alicate. Elige cualquiera, al azar y dedícate a ella, muérdela, acaríciala, suéñala...

Ella: Como si fuera tan facil, si no me conmueve no vale la pena que me siente a escribir... Necesito algo que le atraiga a la gente. Algo auténtico, novedoso, único...

Él: En principio piensa en lo que te atrae a ti... ¿a qué le das valor?

Ella: Pues... no sé, ahora no sé qué siento, no quisiera descargarme y mostrar mis debilidades...

Él: A nadie le importa eso, sino el valor de la obra, de la imagen, de lo que es acerca e identifica y conmueve... Juega un poco...A ver... Cierra los ojos y guarda todo lo que se te venga a la mente, escríbelo; luego intenta encontrarle un sentido. Se me ocurre que eso podría ayudarte. Pruébalo.

Ella: Sí inventas. A ver... Tiempo. Es divertido... Gente que inspira, sueños que se profundizan. Espacio y tiempo para la paz. El reflejo de mis manos en la computadora. Mirar el mundo invertido... El finales el principio. Los aromas y los barquitos de papel. Un tobogán inmenso, la gasolina. El golpe de las chancletas contra el suelo. Ríe. El ladrido de los perros, el recuerdo y la lluvia. Las telas, los carros y las risas. El miedo, los objetos. La simplicidad, la austeridad. Morder los libros, salir y volver. Volver al amor, reconciliarse. Regresar al estado primario. Cuidado del celular, las canas y los dientes. Atesorando reliquias: el altar. Lo que siempre quise. La ventana...Mis diosas y Dios. Pandemia igualadora. La verdad más allá de la verdad. También la desesperación.

Él: Eso, vas muy bien, de eso se trata, busca dentro, viaja hacia ti...

Ella: ¿Sabías que el pulpo recolecta piedrecitas y objetos brillantes y crea su propio jardín? Al tiburón nunca leda cáncer... Los pinguinos eligen la piedra más bonita para dársela a su pareja... El telescopio sublima las estrellas.

Ella continúa como desvariando, buscando imágenes, recuerdos...

El telescopio, cómo lo amé cuando lo conocí en la secundaria. Fue mi época favorita. Los juegos de mi niñez. El avioncito, la liga, ése me volvía loca, estirar y estirar y llegar al máximo y ganar, sobre todo ganar. Aquella vez de la celebración de los caballitos de San Juan. Iba ganando la carrera con un super caballo de tela que me hizo mi abuela Lila, tan bonita, me lo preparó a la perfección, cuando estuve a punto de llegar a la meta y ganar, sentí la energía de mi adversario, allí cerquita, temí perder y me saqué el caballo: descalificada por tramposa. Yo sólo quería ganar, nada más.

Uno de mis pasatiempos favoritos siempre fue llenar álbumes de figuritas. Tenía locura con ellos. La emoción de comprar las barajitas era única y excitante; y saber qué figuritas me habían salido, era la emoción más increíble del planeta. Un día me gané un premio y escogí la ensaladera, para mi madre. Era de color naranja, un bowl grande y varios más pequeños, un sueño. Mamá quedó encantada. En el muñeco era una experta, siempre hacía el dibujo, traía la tiza o el trozo de piedra que daría las formas de nuestro amado juego. Intentaba hacer su cabeza redondita imaginando ser un compás gigante cuyo centro era mi propia cabeza. Lanzar con justeza la piedrita, la cual solíamos escoger con detalle, afinar la puntería y que cayera en el cuadrito justo, luego saltar, recorrer el muñeco sin pisar sus líneas y recoger la piedrita. Era realmente genial. Jugábamos también con las pichas, llamadas en Caracas, metras. Eso sí que era divertido, y mejor cuando ganaba otra picha. Tenía una bolsa completa de las que había ganado: tenía las de cristal, las de leche y la torombola que casi nunca utilizaba.

La mejor parte era cuando llovía, nos buscábamos, rogando el permiso de nuestros padres. Mi mamá me dejaba a regañadientes por miedo a que me enfermara. Eso sí que era la vida y lo más feliz de ella, buscábamos cada charquito, tobogán de tierra, chorritos y recorríamos las calles como animalillos, éramos dueños del espacio, éramos uno con el universo, era sentir la inmensidad... sentirse mojada y recibiendo un baño celestial: yo imaginaba que Dios enviaba la lluvia como regalo para las gentes y para regar las plantas, y que éstas tuvieran frutos, sobre todo eso. Para alimentar a sus hijos. Qué bonito, ¿no?

Cuando estábamos sólo las chicas, entonces hacíamos la coreografías de baile, nos quedaban fantásticas, todas al mismo tiempo con pasos simpáticos y rítmicos, lo que sí no me agradaba era cuando alguna de las chicas se cansaba o mostraba su deseo de marcharse. Era frustraste si la coreografía quedaba a medio hacer. Entonces pautaba nuevos ensayos y así. En carnavales hacíamos el baile de disfraces y a los vecinos que pasaban les decíamos que votasen por el que más les había gustado. Siempre era divertido. Gané un par de veces que yo recuerde. Cuando se iba la luz jugábamos a Flores, flores comento, en este juego una persona del grupo les pide a todos que encuentren algún elemento y quien llega primero con el objeto solicitado gana. A mí me gustaba mandar.

Él: Desde adentro. Ah, es que la cosa te empezó ya desde chiquita...

Ella: No digas, no es para tanto. Además, he mejorado mucho.

Él: Sí, cariño, o sólo has perfeccionado la manera de hacer las cosas, incluyéndole palabras más diplomáticas, seduciendo... Ella: Sí hablas...

Cuando mamá tuvo la peluquería fue lo mejor. Allí nos hacíamos peinados, mechitas y cortes de pollina. Risas. Jugábamos stop, fui allí donde aprendí a escribir más rápido. En realidad ni se entendía lo que escribía, sólo quería decir stop de primera... Por Dios, sí que era competitiva... En las noches memorizaba las tarjetas de Reto al conocimiento, cada una de las respuestas, de todos los colores, era difícil ganarme... y esa vez en el juego de la silla, ¿sabes?... Bailas y cuando la música se detiene, te sientas, el que se queda sin silla, pierde, yo me recuerdo sobresaltada, eufórica, por ganar... ganar... le pegué a un niño, oh por Dios, eso lo había borrado de mi mente... antes me dieron como premio un traca-traca... por un traca-traca le pegué...Era un monstruo, Joaquín, era un monstruo... Joaquín... sí me parece que necesito terapia... pero era tan normal para mí... ganar, normal, todos los niños querían lo mismo, o no? Mamá se sentía orgullosa cuando ganaba... Él la abraza. Ella llora. Extraño tanto a la vieja, sólo sueño que vuelva pronto y llenarla de besos, llevarla a pasear... pero más que nada, abrazarla, abrazarla tanto, hasta que se me duerman los brazos.

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