Saludos amigos de Hive Blog. Aquí estoy comunicándome como siempre con un cuento, con esta fabulosa manera de decir muchas cosas que la misma vida a veces nos dificulta expresar en la realidad ¡Abrazos virtuales!
El dolor comenzó hace tres meses, tuve la suerte de ir a un médico cercano a mi casa y con él apareció un futuro alivio que se reflejó también en mi estado de ánimo. Sin embargo, a los dos meses después del tratamiento, mi hombro volvió a no dejarme dormir, a provocarme distintas expresiones de mal humor cada vez que en algún brusco movimiento, yo mismo me hacía sentir que la vida en ese estado de indefensión, era absurda y vacía.
-Se quita el hombro- fueron las palabras que quedaron en mi mente después de una larga pesadilla que terminó, afortunadamente, con otro estirón involuntario del brazo, que enseguida me recordó los vocablos más prosaicos. Por esta razón tomé la decisión, de la que no creo que llegaré a arrepentirme, con un serrucho viejo y oxidado, cercené aquella parte dañina de mi cuerpo.
-Se pone un cohete- Esto fue lo que me dijo la misma voz de la pesadilla anterior, que en esta ocasión surgió en un sueño placentero. Se me sugirió colocar en el hueco donde estuvo mi hombro, un cohete de radioisótopos capaz de producir un potente empuje. Fue complicada su instalación, pero rápidamente pude visualizarme frente al espejo, poseído por una de las tecnologías más avanzadas que haya creado el hombre.
-Acaba con el planeta- No lo quiero volver a pensar pero esto fue lo que se me dijo anoche, en medio de un sueño que se hizo pesadilla, a medida que imaginaba lo que podía ocasionar si obedecía aquel mando proscrito, desataría la desolación de una buena parte de la tierra. Es por ello que ahora desobedezco a mis propios sueños e intento permanecer despierto cada vez que puedo. Quizás cuando duerma, ya vencido por el cansancio, no despierte, sino que siga en el plano desconocido de aquellas otras voces que me asombran y me dejan mudo hasta amanecer.
