El martir


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Agustín empezó a vociferar extrañas oraciones al tiempo que se hacía un gran tajo en el brazo con su machete.

La sangre comenzaba a emanar de la herida y las horrendas criaturas se detuvieron e, inmediatamente, comenzaron a oler el aire, de una forma casi mecanizada y dotada de una gran sincronía.

Comencé a correr de forma frenética para intentar auxiliarlo pero Abraham alcanzo a detenerme y decirme al oído:

-No hay nada que podamos hacer, él escogió este destino -y antes que comenzar a recriminarle su acción tan cobarde, tan egoísta... ¿Porque ver morir a su amigo y no socorrerlo?

Alcanzó a contarme que él le había pedido que lo dejara descansar, que no había mayor placer en el mundo que acabar con esos monstruos que atormentaban su vida y la de su gente.

Y así fue como, de repente, escuché ese click.

El sonido del pestillo de una granada de mano.

El puño de Agustín se levantaba valientemente al tiempo que los vampiros venían por él, por su sangre, por su espíritu y lo atacaron.

Se escucharon los horribles sonidos de su piel al ser invadida por sus colmillos, y una última risa de satisfacción emanó del cuerpo de nuestro héroe caído, nuestro mártir.

Solo alcancé a escuchar el estruendo de la explosión cuando Abraham me llevaba a cuestas y el impacto nos arrojó a unos metros de ese pasadizo que hacía las veces de entrada; los cimientos comenzaron a demostrar evidente debilidad, no soportarían mucho tiempo más, sabíamos que el tiempo en esa fortaleza se acababa rápidamente, teníamos que salir.

Hice todo mi esfuerzo pero no logré conseguirlo, perdí el conocimiento, y cuando desperté estaba en un hospital.

Confundido, con el dilema en mi cerebro si estaba vivo o muerto.

Toda esa experiencia influyo de manera negativa en mi salud.

El cumulo de sensaciones y la malignidad en el ambiente se confabularon para noquearme profundamente.

Solo pude despertar de lo creía era una horrible pesadilla y a mi lado logré visualizar dos figuras conocidas Mi madre y mi novia.

Las miradas de ellas me revelaron su conocimiento de lo que habíamos ido a hacer realmente a aquella cueva esa tarde y los ojos de mi pareja mostraban un fulgor creciente que no acababa de descifrar y entonces me dio la mejor noticia que hombre alguno puede recibir.

Estaba embarazada.

Luego me contaron que Abraham había logrado sacarme antes que todo se derrumbara.

Aun sueño con esas criaturas horrendas.

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