El brujo...


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En un pueblo vecino al mío, vive un poderoso brujo, o al menos así se hace llamar...

Cada semana, los viernes para ser exactos, el pequeño pueblo se abarrota de gente que llega de las partes más remotas del país, todos o la gran mayoría buscando una cura mágica para sus males, siempre con la esperanza de que el brujo les devuelva la salud pérdida...

Con los años, todos los que vivimos en los alrededores aprendimos a vivir de la ignorancia de esa pobre gente, sin demeritar sus grados de estudios o estatus social, veían en el brujo, algo así como un ser supremo y poderoso, capaz de vencer a la muerte...

El brujo atendía desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, apenas tomaba tiempo para sus alimentos, la misma gente le urgía la atención...

Lo particular aquí, era que el brujo, no curaba con hierbas o hechizos extraños, sino con brebajes que el mismo paciente elaboraba en casa, usando como ingrediente principal un ave...

Era así cómo a cada "paciente", después de una exhaustiva revisión, siempre terminaba diciendo....

-¿Conoce usted las águilas reales...?

Preguntaba con semblante serio y profesional...

-Claro que sí.- contestaba el "paciente", con voz esperanzadora...

Pues, va a cazar una, la desplumará y con ella hará un brebaje que se tomará todos los días en ayunas, un vaso diario será suficiente, al terminar el preparado que del ave haya salido, usted estará curado de todos sus males...

El "paciente", se retiraba contento y pagaba una fuerte cantidad de dinero al brujo, por haberle devuelto la salud.

De ese modo, entraban a su casa, uno tras otro...

Todos con la misma indicación, lo único que cambiaba era el ave que debían cazar, desde gorriones, canarios, cuervos, hasta las exóticas garzas y gaviotas, eran parte de su reportorio para "curar", gente...

Cierto día, llegó un hombre, a leguas se veía que era de dinero, pues llegó en carro de lujo, con chofer y asistente, quién le ayudó a desplazarse en una silla de ruedas hasta el interior de la paupérrima casucha del brujo...

El hombre, casi sin aliento, y conectado a un tanque de oxígeno, después de ser examinado por el brujo, con gran dificultad logró preguntarle cuál sería su tratamiento para recuperar la salud.

El brujo, mirándolo detenidamente, dijo con voz clara y fuerte...

-¿Conoce usted, las golondrinas?

El hombre dibujó una mueca, parecida a una sonrisa y sus ojos brillaron esperanzados, moviendo la cabeza en señal de afirmación...

Preguntó, no sin dificultad..

.
-¿La preparó en un brebaje y me la tomó en ayunas todos los días?

A lo que el brujo, contestó mirando directamente al chófer y a la asistente...

-Pues apréndanselas porque muy pronto, se las estarán cantando a este hombre....

Sin embargo la profecía se cumplió al contrario, el brujo días después amaneció muerto y nadie sabe la razón, muchos murmuran que el paciente millonario lo mandó a matar.

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