Quisiera detener el tiempo,
abrazarla fuerte y con un beso grabar en sus mejillas hasta la eternidad
cuanto la he querido y la quiero.
Su voz cada vez
más entrecortada,
más apagada,
la mirada que ya casi no ve nada,
su respirar angustiado y agitado,
sus manos temblorosas
y en su voz,
"Ay niño, no sé que tengo,
no sé qué me pasa".
Solo es la cama
lo que habita ya de su casa.
Contrastes de vida.
Se me va mi reina con la llegada de una futura princesa,
Júlia, que no sé si querrá dios
que a mi madre y bisabuela pueda llegar a conocerla.
Siempre el amargo dulzor.
Cansado ya de lucha,
el guerrero que había en mí,
como un monje quiere ahora vivir
y que en mi desespero sea el silencio, mi compañero y consuelo.
Hoy la tristeza se apoderó de mí,
y como cuchillo clavado en mi pecho sentí cuando me dijeron que para ella llegó su hora y fin.
Madre de mi corazón...
Ojalá que este poema en ningún papel esté escrito,
y que todas sus letras sean fruto
de un sueño mal vivido.
Poema propio.
Fuente de la imagen... Propia