El pavo real y el avestruz en el Acuario de Valencia (Venezuela).

Este pavo real (Pavo cristatus) que fotografié en el Acuario de Valencia, en una jaula, tiene un plumaje iridiscente de color azul-verde o verde y los colores son producidos por estructuras nanoscópicas y microscópicas de melanina.

En sus exhibiciones de cortejo al parecer aprovechan las condiciones de luz. Los machos se posicionan a 45º a la derecha del azimut del sol con la hembra situada delante, lo que puede realzar la coloración iridiscente de los “puntos de ojos” utilizada en la elección de la pareja. Los machos también hacen sonar sus plumas de la cola superior generando un sonido audible; vibraciones acústicas que tienen que ver con la mecánica de las plumas.

En experimentos realizados con pavos reales se ha demostrado que las hembras prefieren no aparearse con machos a los que se les ha acortado la cola o se les ha quitado el atractivo mediante la eliminación de plumas ornamentales.

Cabe destacar que además del pavo real visto en las fotografías (de pecho azul), existe un pavo real de plumas blancas que pertenece a la misma especie, catalogado como subespecie (Pavo cristatus mut. alba) y no es una forma albina, la ausencia de colores en el pavo real blanco indica la falta de melanina; estas aves incluso engendran crías blancas.

Créditos: Deadstar (Wikimedia Commons) CC BY-SA 3.0; TheUjulala (Pixabay) dominio público.

Si se mantienen pavos reales azules y blancos en un sitio, las hembras blancas prefieren a los machos azules, y esto da lugar a una descendencia blanca o azul. Solo si se separan los machos azules, las hembras terminan aceptando a los machos blancos, dando lugar a una descendencia blanca. Esto subraya la importancia de las propiedades ópticas, no obstante, las plumas de ambos pavos reales están geométrica y mecánicamente bien diseñadas para su función de exhibición sexual.

La otra ave que fotografié, también en su jaula, es un avestruz (Struthio camelus) hembra, su color difiere del macho que es predominantemente negro. Esta ave llega a pesar hasta 120 kilogramos, en comparación con un colibrí que pesa 2 gramos.

Los avestruces en su hábitat natural tienen ciertas pautas de comportamiento que les permiten adaptarse a su entorno natural. Sin embargo, los patrones de comportamiento en cautividad pueden diferir debido a diferentes factores ambientales. El comportamiento normal de los avestruces suele estar relacionado con sus actividades cotidianas, como la socialización, la alimentación, la comunicación, el aseo y las actividades sexuales. Entre las actividades están el picoteo y el acicalamiento. Los entornos de cautiverio pueden causar anormalidades y varios estudios han demostrado el efecto del tamaño del recinto en el comportamiento de los animales cautivos. Por ejemplo, en cautiverio, el comportamiento de reposo más frecuente es estar de pie y no sentado, y el comportamiento de locomoción más frecuente es caminar y no correr.

Otro comportamiento es el relacionado con el confort, que implica la actividad de baño en la arena para el cuidado de su plumaje, y si el suelo de avestruces en cautiverio está cubierto de hierba o no presenta arena o abundancia de piedras lisas pequeñas, esto limita a los avestruces a realizar la actividad y por ende afecta su comportamiento.

Los avestruces no entierran la cabeza en la arena, es un mito. Sin embargo, pueden introducir la cabeza en la hierba y otra vegetación baja de la que se alimentan. Cuando lo hacen, la cabeza es invisible para el observador y, en consecuencia, la capacidad del avestruz para observar cualquier cosa en su entorno es extremadamente muy limitada. En particular, su capacidad para detectar visualmente a un depredador que se acerca es mínima. Se sabe que los avestruces adultos sufren ocasionalmente la depredación de los leones.

El avestruz se puede ver en video.

Referencias Bibliográficas

Imágenes capturadas con cámara digital Fujifilm FinePix Z90.

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