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Español
El Halo (parte 9)
En algún lugar, en medio de una población de infinidad de decrépitas estrellas gigantes rojas, donde el surgimiento de la vida sería impensable y menos aún que prosperara, una civilización, casi al borde de la extinción, aferrándose con uñas y dientes a hasta a la más mínima oportunidad de sobrevivencia, que puede ofrecer, un entorno abrasado por centenares de hornos abiertos, irradiando muerte.
Con miles de millones de años a sus espaldas, tantos que vieron encenderse la mayor parte de las estrellas que hoy iluminan la galaxia, que sus leyendas se remontan al tiempo en que Sagitario A*, aun estaba activo, alimentado por el gas de millares de estrellas en formación, expulsando dos descomunales chorros de plasma que, como las luces de un faro, se proyectaban miles de millones de años luz a ambos extremos del aun en formación plano galáctico.
Una civilización para la que el aferrarse a la vida, ha sido una constante, devastando y devorando los pocos mundos que su entorno, densamente poblado de estrellas con una escasa cantidad de materiales metálicos, podía ofrecerle.
Luchando en una eterna pero agotada guerra, con la única otra civilización que como por una broma pesada del universo, contra todo pronóstico, también evolucionó en este infernal ambiente y por más de la mitad de su existencia, compitió con ella por los pocos recursos del lugar.
Habitando en un planeta casi desierto, donde con contadas excepciones, todas las especies que una vez lo poblaron, ya han dejado de existir, un mundo tres veces más masivo que cualquier planeta poblado por los humanos, un mundo con un infinito océano que los vio nacer y proliferar.
Un infinito océano, que de no ser por la mega estructura que, desde hace varios miles de millones de años, se vieron en la necesidad de construir, hoy, ya se hubiese evaporado por completo, arrasado por las intensas fulguraciones y viento estelar, del astro que orbitan y de lo otros centenares que los rodean.
Sus naves que desde siempre han transportando materiales desde los restos de otros mundos, hoy se sumergen en su despoblado desierto acuático, cargadas de los millares de valiosos cadáveres vivos, que hoy son su principal fuente de materiales para mantener su reino sin súbditos.
Cadáveres arrancados de las tierras de su mundo de origen, un pequeño y cálido planeta, muy diferente al suyo. Cadáveres de silicio, que resuenan cargados de energía, y que son capaces de regenerarse aun después de que la vida los abandonó.
Cadáveres de seres que aúllan, en un interminable llanto por la vida de sus congéneres que fueron arrancados de su lado, para convertirse en las armas que mantendrán el moribundo reinado de quienes hoy gobiernan el halo galáctico.
Un reinado que hoy nuevamente se ve amenazado por la presencia de una joven raza, que con poco menos de cuarenta mil años de historia, pretende incursionar en el oscuro vacío de sus dominios, en la devastadora soledad del halo.
English
The Halo (part 9)
Somewhere, amidst a population of countless decrepit red giant stars, where the emergence of life would be unthinkable, let alone prosper, a civilization, almost on the brink of extinction, clinging tooth and nail to even the slightest chance of survival that can offer, an environment scorched by hundreds of open furnaces, radiating death.
With billions of years behind them, so many that they saw the ignition of most of the stars that today illuminate the galaxy, their legends go back to the time when Sagittarius A* was still active, fed by the gas of thousands of stars in formation, expelling two huge plasma jets that, like the lights of a lighthouse, were projected billions of light years to both ends of the still forming galactic plane.
A civilization for which clinging to life has been a constant, devastating and devouring the few worlds that its environment, densely populated by stars with a scarce amount of metallic materials, could offer.
Fighting in an eternal but exhausted war, with the only other civilization that as if by a practical joke of the universe, against all odds, also evolved in this hellish environment and for more than half of its existence, competed with it for the few resources of the place.
Inhabiting an almost deserted planet, where with few exceptions, all the species that once populated it, have already ceased to exist, a world three times more massive than any planet populated by humans, a world with an infinite ocean that saw them born and proliferate.
An infinite ocean, that if it were not for the mega structure that, several billions of years ago, they felt the need to build, today, it would have evaporated completely, devastated by the intense stellar glares and wind, of the star they orbit and the other hundreds that surround them.
Their ships that have always transported materials from the remains of other worlds, today are submerged in their depopulated aquatic desert, loaded with thousands of valuable living corpses, which today are their main source of materials to maintain their kingdom without subjects.
Corpses torn from the lands of their home world, a small and warm planet, very different from their own. Corpses of silicon, that resonate charged with energy, and that are capable of regenerating themselves even after life has left them.
Corpses of beings that howl, in an endless cry for the life of their fellow beings who were torn from their side, to become the weapons that will maintain the dying reign of those who today rule the galactic halo.
A reign that today is once again threatened by the presence of a young race, that with a little less than forty thousand years of history, intends to incursion into the dark void of their domains, in the devastating loneliness of the halo.
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