Gratitud


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Amaneció de pronto el tibio verde de mi cama cambió al oscuro color del dolor y la nostalgia de nuevo hoy presentes en mi agobiado corazón.

Percibí que el bello trinar de las aves en armónica melodía con el susurro del viento a través de los árboles, era su forma de recordarme la necesidad de agradecer a Dios por este nuevo día, por esos sentimientos que me humanizan, que me recuerdan que soy solo un hombre, quizá menos que un grano de arena en el inmenso e infinito desierto del universo.

Alcé mis ojos y mis brazos al cielo de dónde viene la luz agradecido por desterrar la oscuridad, sentí en mi rostro la suave lluvia matutina que lavó mi tristeza con tibias gotas de amor cambiando mi ánimo al estado ideal, la alegría de estar vivos de estar aún aquí, de esperar con ilusión mi paso a la siguiente dimensión, a la siguiente vida donde solo reina el amor.

Me levanté y me vestí de ilusiones, bebí mi café de esperanza, y llené mi mochila con voluntad y razones para seguir.

Con deseos incontenibles de vivir, de correr sin destino, con ganas irrefrenables de abrazar a mis hermanos, de besar a mis hijos, darle la mano a los caídos y gritar al viento que los amo a todos, que no estamos solos, que el dolor es temporal porque Dios nuestro creador está en cada uno de nosotros.

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