La fragancia del amor
Hubo un tiempo en el que el romance había llegado a la ciudad de París; tanto mujeres como hombres desprendían la fragancia del amor sobre las calles reflejadas por la luz de la luna.
Parecía no existir alguien que no haya probado el encanto y la pasión del amor, a excepción de Vincent, quien veía de lejos como sus esfuerzos eran destruidos por la simpleza de otro más. Dedicaba sus días en atender las mesas de un reconocido café, mientras veía llegar una bella mujer de ojos acaramelados, sonrisa resplandeciente, y rizos castaños; ocultos por un largo sombrero que cubría sutilmente su rostro.
Quedó fascinado por el encanto de esa dama, sin embargo, su trabajo se vio entorpecido por pensar en ella una y otra vez. Llegó un momento en el que lo afectó en su trabajo, haciendo que cada cosa que hiciese se viera entorpecida. Los clientes no estaban satisfechos con el trato, pues creo que a nadie le gustaría que le tiren algo encima. Su jefe notó que estaba muy enamorado de una chica que no conocía, y comprendió que le debía dar aunque sea una oportunidad, pues él creía en su conquista.
Lejos de los regaños que tuvo por parte de su jefe intentó hacer lo posible para mantener su empleo, pero no podía dejar de pensar en aquella mujer de cuerpo perfecto. Obviamente no desmerecía a las demás, pero su silueta era tallada por algún dios intrínseco. Lo que más le llamaba la atención era su voz; tan sensual y temerosa, quizás se acompañada del rubor de sus mejillas en tono color rosa.
Un día, mientras la claridad del sol se asomaba por la entrada del café, ella venía elegante dando unos coquetos pasos hacia el interior del local. Se preparó, juntó el aliento y se decidió en ir a atender su pedido, pero otro de los camareros que estaba más cerca a ella le fue a ofrecer su servicio, dejando a Vincent triste y enojado a la vez.
Al pagar la cuenta y despedirse fue que escuchó el nombre de "Camille" salir de los labios de aquél hombre que la atendió. Un nombre muy hermoso que se ajustaba a tan delicada mujer, y que sin lugar a dudas quería en su vida. Ella salió algo deprisa de allí, quizás por las intenciones directas de aquél hombre que solo buscaba una noche de placer intenso.
Vincent era un hombre apuesto, bien vestido, y con un peinado reluciente, que mantenía sus modales a las circunstancias de su presencia frente a los clientes, pero no solo con ellos, así era con todas y cada una de las personas que frecuentaba, denotando tener cierta clase sin pertenecer del todo a ella. Al contrario de Camille, quien provenía de una familia adinerada de la más importante clase alta de París.
Una de las noches en la que atendía las mesas de afuera, vio llegar a esa apuesta mujer, esta vez venía con un pequeño perro Poodle, un caniche blanco como la nieve que hacía enaltecer su estilo; elegante y refinado. Pidió un café con unos croissant, y en sus ojos hubo una conexión difícil de explicar, como si de un hechizo o flechazo de amor se tratase.
Terminó de atar al perro a una de las sillas, y cuando Vincent regresó con el pedido el perro se liberó haciéndolo caer; aunque esta vez no tiró nada de lo que llevaba encima. Camille se inclinó a ayudarlo a levantar y sus manos se tocaron por primera vez, sintiendo una pasión que comenzaba a fluir sobre sus cuerpos.
El negocio estaba a punto de cerrar y eso podría significar que la oportunidad de conocer a su gran amor estaba echada a perder. Los demás camareros estaban preparando el cierre, por lo que estaban entrando las mesas y sillas dentro del negocio.
El jefe de Vincent vio ese bello momento de romance entre ellos y se permitió darles unos minutos más para que arreglen una cita. Al otro día, Vincent no iría a trabajar, sino esta vez como un enamorado más conociendo a su amada prometida; la bella Camille.
The fragrance of love
There was a time when romance had come to the city of Paris; both women and men exuded the fragrance of love on the streets reflected by the moonlight.
There seemed to be no one who had not tasted the charm and passion of love, except for Vincent, who watched from afar as his efforts were destroyed by the simplicity of yet another. He spent his days waiting tables in a well-known café, while he watched a beautiful woman arrive with caramel eyes, a radiant smile, and brown curls, hidden by a long hat that subtly covered her face.
He was fascinated by the lady's charm, but his work was hindered by thinking of her over and over again. It got to a point where it affected him in his work, making every single thing he did hindered. Customers were unhappy with the treatment, as I don't think anyone would like to have something thrown at them. His boss noticed that he was very much in love with a girl he did not know, and understood that he should give her at least a chance, for he believed in her conquest.
Away from the scolding he got from his boss he tried to do his best to keep his job, but he couldn't stop thinking about that woman with the perfect body. She obviously did not detract from the others, but her silhouette was carved by some intrinsic god. What struck him most was her voice; so sultry and fearful, perhaps accompanied by the blush of her rose-colored cheeks.
One day, as the bright sunlight peeked through the entrance of the cafe, she came gracefully taking a few flirtatious steps into the café. She got ready, gathered her breath and decided to go to take her order, but another waiter who was closer to her went to offer her service, leaving Vincent sad and angry at the same time.
As she paid the bill and said goodbye, she heard the name "Camille" come from the lips of the man who waited on her. A very beautiful name that suited such a delicate woman, and one that she undoubtedly wanted in her life. She left the place in a hurry, perhaps because of the direct intentions of that man who was only looking for a night of intense pleasure.
Vincent was a handsome man, well dressed, and with a shiny hairstyle, who kept his manners to the circumstances of his presence in front of the customers, but not only with them, so it was with each and every one of the people he frequented, denoting to have a certain class without belonging entirely to it. Unlike Camille, who came from a wealthy family of the most important upper class of Paris.
One of the evenings when she was waiting tables outside, she saw this handsome woman arrive, this time with a small Poodle dog, a snow-white poodle that enhanced her style; elegant and refined. She ordered a coffee with some croissants, and in her eyes there was a connection difficult to explain, as if it were a spell or love spell.
She finished tying the dog to one of the chairs, and when Vincent returned with the order the dog broke free, making him fall; although this time he didn't drop anything he was carrying. Camille bent down to help him up and their hands touched for the first time, feeling a passion beginning to flow over their bodies.
The business was about to close and that could mean that the chance to meet his great love was thrown away. The other waiters were preparing to close, so they were bringing the tables and chairs inside the store.
Vincent's boss saw that beautiful moment of romance between them and allowed himself to give them a few more minutes to arrange a date. The next day, Vincent would not go to work, but this time as a lover meeting his beloved fiancée; the beautiful Camille.
