Maniático
—¡Siéntese! Puede contarme lo que le pasó.
El detective estaba soñoliento y esperaba que aquello no fuera más que un poco de rutina, había tenido una noche muy movida y casi no había dormido, pero que alguien llegara a confirmar un supuesto crimen, no era algo que le iba a quitar el sueño.
Miraba el rostro de aquel hombre y no parecía que allí había alguien que infringiera la ley, así que lo dejó hablar y activó la grabadora.
—Mi nombre no importa, casi ni lo recuerdo, siempre me han dicho Pipo. Tampoco es que hablo mucho, pero sí le puedo decir que soy un desastre con mis pensamientos, son como enjambres dentro de mí. Cuando vi aquella chica, que no era tan bonita, era muy común, no sé cómo explicarlo, lo que quiero decir es que era de esas que no atraen, no seducen con la mirada.
Vivía en las colinas, pero no la de los ricos, si no, de aquellas donde vivimos los que nos rebuscamos todos los días para poder comer…
—¿Por qué no cuenta de una vez lo que le pasó? — le dijo el detective.
—Es que no sé contar de otra manera, soy callado generalmente…
—Está bien, siga contando —le interrumpió el detective.
El hombre miró la grabadora para ver si la luz estaba encendida.
—La empecé a seguir desde el día que me crucé con ella en el automercado, yo estaba ahí, invisible como siempre, la gente solo veía una gorra sostenida por una mano, me dejaban algo de dinero, pero ella me miró a la cara y fue como si sus ojos se me metieran en los míos. No sé qué le vi o qué vio ella en los míos.
Luego siguió su camino, tiró una moneda que no valía, la vi rodar, me agaché y la metí en la gorra para sentir su peso. Después agarré todo y empecé a seguirla, iba algo distanciado de ella, no tomó ningún carro por puesto, ni buseta y eso que vivía lejos.
De esta manera supe donde vivía. Todos los días, cuando el sol estaba bien ardiente, yo pasaba por el frente de su casa, ahí no había ni un arbolito y a esa hora nadie estaba ni asomado por la ventana. Me detenía algo alejado para esperar el momento de su salida. Verla caminar, era como ver el silencio, caminar por las tardes. La seguía todos los días.
Un día la vi bañándose en la lluvia, su ropa empapada se le pegaba, dejando ver un cuerpo delgado y sin gracia. Ella se dio cuenta de que alguien la miraba y desapareció por la puerta.
Seguirla se me convirtió en una obsesión, no podía parar. Después de eso, ella me evitaba cuando iba al automercado, en una oportunidad nuestras miradas se volvieron a cruzar y pude ver el miedo reflejado…
—¡Pare un momento!, tengo sed, ya regreso, — dijo el detective.
Se levantó, pausó la grabadora y fue hasta una oficina cercana, cerró la puerta. Tomo un vaso de una de las gavetas y fue al filtro del agua. Desde allí lo miró a través del cristal, pensaba que aquel hombre no tenía pinta de asesino, quizás lo que quiere es hablar y yo lo que quiero es dormir.
El detective se quedó un rato escuchando los ronquidos que dejaban escapar sus compañeros, ellos podían dormir plácidamente.
Aún tenía la imagen de los casos enfrentados aquella noche, las persecuciones, los enfrentamientos con una banda de narcotraficantes. No recordaba a cuántos heridos habían recogido y los cuerpos de otros que no tuvieron la suerte de seguir con vida.
Se dio cuenta de que aquel hombre ni siquiera lo miraba, solo esperaba que la luz del grabador se encendiera para continuar la historia.
—Disculpe, pero tuve que ir al baño, puedes seguir contando, pero trate de ser más específico.
—Ya le dije, no hablo mucho, pero cuando lo hago, digo más de la cuenta; como le contaba… ¿Puede encender eso?
—Sí, disculpe, ya puede seguir.
—A mí nadie me había tenido miedo y eso despertó en mí una especie de placer, quería ver el miedo otra vez en la cara de aquella mujer. Ella se espantaba cuando me veía, por eso no volvió más por el automercado, dejó de salir, eso me dio rabia, algo que no había sentido antes.
Así que me armé de valor y fui varias veces a su casa, entraba a la fuerza por aquella puerta que no ofrecía ninguna seguridad. Al entrar la encontraba parada frente a mí, su mirada era de terror, ni siquiera hablaba. Temblaba y eso me causaba risa, placer, un sentimiento raro que me gustó. Me quedaba un rato, sabía que ella quería gritar, pero no podía, era una experiencia única y por eso volvía, para repetirla.
El detective se despabiló un poco, será un loco de esos que no le importa matar por sentir placer, había visto tantas series de televisión que se le vino a la mente esos asesinos maniáticos, seriales, así le decían.
—Volví otras veces, dejaba pasar cierto tiempo y volvía. Ella no tenía cómo asegurar sus puertas y el miedo le impedía hablar. Sé que vino para acá, a estas oficinas, yo vi cuando entró y un detective mayor la atendió, le dio agua, la sentó ahí afuera para que agarrara aire, pero el miedo no la dejó hablar. El detective le dio algo para que comiera, ella salió sin mirar y yo la seguí. Empezó a cambiar el clima, había mucho viento con relámpagos y truenos, el cielo se puso muy oscuro, va a llover bastante, me dije, pero igual la seguí hasta su casa.
El detective abrió los ojos para ver la mirada de aquel hombre, su rostro impávido no le mostraba nada. Sentía que los ojos se le cerraban por el cansancio, pensó en su familia, en sus hijos que lo esperaban cada tarde. Dejo que el hombre hablara, ya quería conocer el final de la historia y despacharlo rápido.
—La lluvia comenzó a caer con interferencias, goteras fuertes golpeaban el asfalto y luego se pausaban y volvían con más fuerza. Cuando llegué hasta la casa de ella, entré, todo estaba oscuro, pero podía percibir su aliento entrecortado como un hipo saltando de a pedazos. Vi el bulto en el camastro viejo, caminé despacio tratando de oír los latidos de su corazón, sentir el temblor de su cuerpo. Era una noche buena para el terror.
Esta vez llevé un cuchillo, lo movía en el aire, buscando una entrada de luz para que el relámpago se reflejara en la hoja filosa. La lluvia se escuchaba más fuerte al caer sobre las láminas del techo. Empecé a sonreír de solo imaginármela temblando bajo aquella cobija.
Tronaba duro como si el cielo presintiera lo que estaba pasando, me fui acercando y le dije casi con alegría: —aquí estoy cariño, aquí. El cuchillo brillaba y yo me sentía excitado, mi risa apenas se oía, entonces las puñaladas iban y venían. No dije más nada, di la vuelta y salí en silencio, dejé caer el cuchillo. Salí adolorido, volví el rostro para ver la casa, la lluvia era tan fuerte que impedía mirar con claridad, miré otra vez y me pareció ver una silueta en la ventana, no pude distinguir mucho, el agua no lo permitía. Llegar aquí con este aguacero fue una odisea, pero ya estoy aquí y quiero confesar un delito.
El detective estaba callado, hizo un gesto como si se despertara, se fregó los ojos porque no vio, frente a él, al hombre que contaba la historia. ¿Dónde está? — pensó, entonces se levantó, miró la silla vacía y allí, en el piso, solo había un reguero de agua donde el hombre yacía y a su lado la imagen del rostro sangriento de una mujer que parecía sonreír.
Maniac
-Sit down! You can tell me what happened to you.
The detective was sleepy and hoped that this was nothing more than a bit of routine, he had had a very busy night and had hardly slept, but someone coming to confirm an alleged crime was not something that was going to keep him awake.
He looked at the man's face and it didn't seem that there was someone there who broke the law, so he let him speak and activated the recorder.
-My name doesn't matter, I can hardly remember it, I've always been called Pipo. I don't talk much either, but I can tell you that I'm a mess with my thoughts, they're like swarms inside me. When I saw that girl, who was not so pretty, she was very common, I don't know how to explain it, what I mean is that she was one of those who do not attract, do not seduce with their eyes.
She lived in the hills, but not the rich ones, but the ones where those of us who struggle every day to be able to eat live?
-Why don't you tell us what happened to you? - said the detective.
-I don't know how to tell in any other way, I'm usually quiet?
-All right, go on telling," the detective interrupted him.
The man looked at the recorder to see if the light was on.
-I was there, invisible as always, people only saw a cap held by a hand, they left me some money, but she looked at my face and it was as if her eyes went into mine. I don't know what I saw in her eyes or what she saw in mine.
Then she went on her way, tossed a coin that was worthless, I saw it roll, bent down and put it in my cap to feel the weight of it. Then I grabbed everything and started to follow her, I was somewhat distanced from her, she did not take any car by post, nor bus, and that was because she lived far away.
In this way I knew where she lived. Every day, when the sun was very hot, I passed by the front of her house, there was not a single tree there and at that hour no one was even leaning out of the window. I would stop at a distance to wait for her to leave. Watching her walk was like watching the silence, walking in the evenings. I followed her every day.
One day I saw her bathing in the rain, her soaked clothes clinging to her, revealing a thin, graceless body. She noticed someone watching her and disappeared out the door.
. Following her became an obsession, I couldn't stop. After that, she avoided me when I went to the car market, and once our eyes met again and I could see the fear reflected in her...
-Stop for a moment, I'm thirsty, I'll be right back," said the detective.
He got up, paused the recorder and went to a nearby office, closed the door. He took a glass from one of the drawers and went to the water filter. From there he looked at him through the glass, he thought that the man did not look like a murderer, maybe what he wants is to talk and what I want is to sleep.
The detective stayed a while listening to the snoring that his colleagues let out, they could sleep peacefully.
He still had the image of the cases he had faced that night, the chases, the confrontations with a gang of drug traffickers. He did not remember how many wounded they had picked up and the bodies of others who were not lucky enough to stay alive.
He realized that the man was not even looking at him, just waiting for the recorder light to come on so he could continue the story.
-Excuse me, but I had to go to the bathroom, you can continue telling, but try to be more specific.
-I told you, I don't talk much, but when I do, I say more than I should; as I was telling you... Can you turn that on?
-Yes, sorry, you can go on.
-No one had ever been afraid of me before, and that awakened in me a kind of pleasure, I wanted to see the fear on that woman's face again. She was frightened when she saw me, that's why she didn't come back to the self-service market, she stopped going out, that made me angry, something I had never felt before.
So I got up the courage and went to her house several times, forcing my way in through that door that did not offer any security. When I entered I found her standing in front of me, her look was one of terror, she didn't even speak. She was trembling and that caused me to laugh, pleasure, a strange feeling that I liked. I stayed for a while, I knew she wanted to scream, but I couldn't, it was a unique experience and that's why I came back, to repeat it.
The detective woke up a little, he must be one of those madmen who doesn't mind killing for pleasure, he had seen so many TV series that those maniacal killers, serial killers, that's what they called them, came to his mind.
-I went back other times, let some time pass and came back. She had no way to secure her doors and fear prevented her from speaking. I know she came here, to these offices, I saw when she came in and an older detective took care of her, gave her water, sat her out there to get some air, but the fear did not let her speak. The detective gave her something to eat, she left without looking and I followed her. The weather started to change, it was very windy with lightning and thunder, the sky became very dark, it is going to rain a lot, I said to myself, but I followed her to her house anyway.
The detective opened his eyes to see the man's gaze, his undaunted face showed him nothing. He felt that his eyes were closing because he was tired, he thought of his family, of his children who waited for him every afternoon. He let the man speak, he wanted to know the end of the story and send him off quickly.
-The rain began to fall with interferences, heavy drops hit the asphalt and then paused and returned with more force. When I got to her house, I went inside, everything was dark, but I could hear her gasping breath like a hiccup jumping out of pieces. I saw the bundle on the old bunk, I walked slowly trying to hear her heartbeat, to feel the trembling of her body. It was a good night for terror.
This time I carried a knife, I waved it in the air, looking for an entrance of light so that the lightning would reflect on the sharp blade. The rain sounded louder as it fell on the sheets of the roof. I began to smile just imagining her shivering under that blanket.
It thundered hard as if the sky was sensing what was happening, I got closer and said almost with joy: -here I am, honey, here. The knife gleamed and I felt excited, my laughter was barely audible, then the stabs came and went. I said no more, turned around and walked out silently, dropped the knife. I went out in pain, I turned my face to see the house, the rain was so heavy that it prevented me from looking clearly, I looked again and I thought I saw a silhouette in the window, I could not make out much, the water did not allow it. Getting here in this downpour was an odyssey, but I am here now and I want to confess a crime.
The detective was silent, he made a gesture as if waking up, he scrubbed his eyes because he did not see, in front of him, the man telling the story. Where is he? - he thought, then he got up, looked at the empty chair and there, on the floor, was only a trail of water where the man was lying and next to it the image of the bloody face of a woman who seemed to be smiling..
Invito a @eleazarvo y a @oacevedo para que se unan a este concurso. Click
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