FuenteEn el pueblo se celebran las fiestas patronales en honor a San Francisco de Asis, un acontecimiento que durara siete dias de jolgorios, fiestas, cantos y bailes en homenaje al patrono de los animales.
El cura celebra la misa donde los pobladores llevan a bendecir a sus animales. Una fila de gallinas, patos, vacas, perros, gatos, cochinos, vacas, chivos y pare de contar esperan a las puertas de la iglesia. Todos tienen derecho a recibir el agua bendita para protegerlos de todo mal.
En eso estaban cuando por el camino polvoriento una figura oscura con un sombrero que le cubre la faz se acerca a la cola llevando a una cabra amarrada del cuello. Los animales se ponen nerviosos, las gallinas alborotan las alas, la mula rebuzna, la gata de la señora Ernestina con un maullido corre a esconderse, los perros enseñan los colmillos, metiendo la cola entre las piernas. Un fuerte olor a azufre se desprende de aquel hombre.
Todos voltean a ver al recién llegado. Su mirada debajo del sombrero espanta.
—Aca estoy padrecito he venido de muy lejos, de donde el viento se regresa, para que le eche la bendición a la cabra.
El cura, un hombre joven con pocos meses en su cargo, comienza a temblar.
— ¿Que pasa? Mire que he caminado mucho, estoy cansado y la paciencia no es mi virtud. ¡No me diga que me tiene miedo! — Y al decir estas palabras se quita el sombrero dejando ver sus cachos y unas enormes pezuñas se asoman bajo el pantalón.
Personas y animales corren despavoridos en todas direcciones, solo piensan en alejarse lo más rápido y más lejos posible.
Miguel el monaguillo y el cura Sebastián corren a esconderse en una casa vecina. Temblando de miedo comienzan a rezar para que no los encuentren mientras escuchan cada vez mas cerca el sonido de las pezuñas.
En un acto de fé, deciden enfrentar al diablo y al verlo llegar el padre Julian con el crucifijo al frente comienza a decir las oraciones pidiendo ayuda a San Francisco, mientras Miguel va echando el agua bendita.
Todo sucedio muy rápido, el demonio, el padre y el monaguillo desaparecieron, pero quedaron las patas de cabra chamuscadas en señal de advertencia de que volvería.
La gente del pueblo nunca regreso.
Gracias por leer mi participación en el concurso de Hispaliterario. Invito a @katleya a participar
ENGLISH
The town celebrates the patron saint festivities in honor of San Francisco de Asis, an event that lasts seven days of revelry, parties, songs and dances in honor of the patron saint of animals.
The priest celebrates the mass where the villagers take their animals to be blessed. A line of chickens, ducks, cows, dogs, cats, pigs, cows, goats and so on wait at the doors of the church. They all have the right to receive the holy water to protect them from all evil.
They were in the middle of the dusty road when a dark figure with a hat covering his face approached the queue carrying a goat tied by the neck. The animals become nervous, the chickens flap their wings, the mule brays, Mrs. Ernestina's cat runs to hide with a meow, the dogs bare their fangs, tucking their tails between their legs. A strong smell of sulfur emanates from that man.
Everyone turns to look at the newcomer. His look under his hat is frightening.
"Here I am, little father, I have come from far away, from where the wind turns back, to give the blessing to the goat."
The priest, a young man with only a few months in office, begins to tremble.
"What's the matter? Look, I have walked a long way, I am tired and patience is not my virtue. Don't tell me that you . And as he says these words, he takes off his hat revealing his horns and some enormous hooves show under his pants.
People and animals run terrified in all directions, only thinking of getting away as fast and as far as possible.
Miguel the altar boy and the priest Sebastian run to hide in a neighboring house. Trembling with fear, they begin to pray that they will not be found while they hear the sound of hooves getting closer and closer.
In an act of faith, they decide to confront the devil and upon seeing him arrive, Father Julian with the crucifix in front of him begins to say the prayers asking for help to San Francisco, while Miguel is pouring the holy water.
Everything happened very fast, the devil disappeared but his legs were scorched as a warning that he would return.
The townspeople never returned,
