Eran las cinco y cuarenta y cinco cuando sonó la alarma del teléfono. Medio dormido Luis buscó a tientas en la mesita de noche, los acordes de la Quinta Sinfonía de Beethoven se repetían en un bucle interminable. Con los ojos aún cerrados encontró el botón de apagado, lo presionó y Beethoven quedó en silencio…
Una ligera ducha fría lo terminó de espabilar, se preparó a cumplir su rutina diaria. Luego de un frugal desayuno caminaría las cuatro cuadras que lo separaban de la parada del bus 66, el más directo a la Universidad donde cursaba sus estudios de antropología.
Una vez en la calle se sorprendió de lo espeso de la neblina, apenas comenzaba el otoño, un tiempo en el que los cielos todavía se presentaban diáfanos. Serán cosas del calentamiento global, pensó Luis para explicar aquella imprevista blancura que a duras penas le permitía ver unos metros adelante.
Mientras avanzaba hacia la parada la visibilidad disminuía, como pudo caminó las cuatro cuadras y se instaló en la parada, pero tenía la sensación de que algo había cambiado…
A los diez minutos vio las luces del autobús, no podía distinguir ni siquiera el azul característico de los buses de la ruta. Un desacostumbrado frenazo le llamó la atención, las puertas de la unidad se abrieron y el chofer indicó que subiera.
—Buenos días, Luis, le dijo con total confianza.
—Acaso lo conozco a usted, le respondió Luis con un tono de curiosidad.
—Aquí todos nos conocemos, siéntate y disfruta del paseo…
La blancura exterior le impedía saber por dónde andaba, cada cierto tiempo se montaba algún pasajero, pero nadie descendía. En una de las paradas se montó un hombre muy anciano, vestía un largo gabán y cubría los ojos con lentes oscuros, había algo en él que le resultó familiar a Luis…
—Me puedo sentar…, preguntó el anciano…
—Claro, está desocupado y no espero a nadie…, respondió Luis
Durante varios minutos el anciano se mantuvo callado mirando al frente. Luis sentía inquietud por no haber llegado a su destino, se sentía perdido sin tener la menor idea de cuánto faltaría para llegar…
El anciano se mantenía abstraído, con la vista fija, sin pestañar. Sigilosamente Luis lo veía de soslayo tratando de descubrir algo que le indicara el motivo de su concentración…
En un momento en que Luis bajó la vista sintió un ligero estremecimiento. En la mano derecha del anciano había un tatuaje idéntico al que llevaba Luis en la misma mano, era un ancla tosca que se había hecho a modo de travesura cuando era adolescente…
—Sí, soy tú, dijo el anciano rompiendo su mutismo.
Luis lo veía intrigado pero sin manifestar ningún tipo de sobresalto, como si hubiese estado preparado para ese momento…
—Te has ganado un premio, comentó el anciano mientras sonreía. No todos tienen la suerte tuya…A todos los que toman hoy el bus 66 se les va a conceder la gracia de conocer varios futuros, pero respetuosos como somos del libre albedrío solo tú decidirás el más conveniente…
Aquellas palabras resonaron en Luis, cambió la mirada hacia la ventanilla y se dio cuenta que la niebla había desaparecido, un desfile de imágenes inconexas se desplegaban fuera del vidrio…Luis miraba maravillado con la sensación de que todo aquello tenía que ver con él…
De pronto el autobús frenó…
—Terminó mi viaje, dijo el anciano. Se puso de pie y mientras se dirigía a la salida detuvo su andar y regresó. Lentamente se inclinó hacia Luis y le susurró al oído…Rebeca…
Son las cinco y cuarenta y cinco de la mañana y suena la alarma del teléfono. Medio dormido Luis busca a tientas en la mesita de noche. Con los ojos aún cerrados pisa el botón del apagado deteniendo los acordes de la Quinta Sinfonía de Beethoven…
Luego de una ducha fría y un frugal desayuno se dispone a iniciar su rutina. Toma el marcador de la mesa y se dirige al calendario que está en la nevera donde tiene la costumbre de tachar cada nuevo día, esto lo hace cada vez que se inicia un nuevo semestre.
Intrigado ve que las fechas no concuerdan, la última marca tiene dos días de retraso en relación con la fecha que le da el celular…Comienza a repasar en su mente y no encuentra el momento en que se olvidó de hacer la marca en el calendario…
Qué raro…piensa Luis…Nunca me había pasado, siempre hago la marca antes de salir de casa…Pero bueno, como dicen, siempre hay una primera vez…Hace las dos marcas y se va hacia la parada del bus 66…
La luminosidad del cielo lo llena de entusiasmo. Ese día Luis ha decidido dejar los estudios de antropología, siente que no es lo suyo, pero no tiene claro en cuál carrera continuar. Así que se dirige a la oficina de atención al estudiante para comenzar otra vez el proceso de exploración vocacional.
En la oficina pregunta a un vigilante donde puede conseguir información para iniciar la exploración vocacional. El vigilante le indica un pequeño cubículo…
—Hable con la pasante…ella le dará toda la información… Ya viene… espere unos minutos…
Sentado, con nerviosismo, Luis ve que la muchacha se acerca, una sensación de gozo le rebosa el corazón…
—Hola…Soy Rebeca…
—Yo, Luis… Y siente como si la hubiera conocido desde toda la vida…
Esta publicación la hago motivado por la iniciativa convocada por los amigos de la comunidad @hispaliterario. Para darle continuidad invito a las amigas @mafalda2018 y @belkisa758.
Gracias por tu tiempo.
It was five forty-five when the telephone alarm rang. Half asleep Luis groped on the bedside table, the chords of Beethoven's Fifth Symphony repeated in an endless loop. With his eyes still closed he found the off button, pressed it and Beethoven was silent...
A light cold shower finished waking him up, he prepared to fulfill his daily routine. After a frugal breakfast he would walk the four blocks that separated him from the 66 bus stop, the most direct bus to the University where he studied anthropology.
Once on the street he was surprised by the thick fog, it was just the beginning of autumn, a time when the skies were still clear. It must be due to global warming,
Luis thought to explain that unexpected whiteness, which barely allowed him to see a few meters ahead.
As he advanced towards the bus stop, visibility was decreasing, so he walked the four blocks and settled in the bus stop, but he had the feeling that something had changed...
After ten minutes he saw the lights of the bus, he could not even distinguish the characteristic blue of the buses on the route. An unaccustomed braking called his attention, the doors of the unit opened and the driver indicated for him to board.
-Good morning, Luis," he said with complete confidence.
-Do I know you," Luis answered with a tone of curiosity.
-Here we all know each other, sit down and enjoy the ride...
The outside whiteness prevented him from knowing where he was going, every so often a passenger got on, but no one got off. At one of the stops a very old man got on, he was wearing a long overcoat and covered his eyes with dark glasses, there was something about him that seemed familiar to Luis..
-May I sit down," asked the old man...
-Of course, it's empty and I'm not waiting for anyone..., Luis answered.
For several minutes the old man remained silent looking straight ahead. Luis felt uneasy for not having arrived at his destination, he felt lost without having the slightest idea of how much farther it would be...
The old man remained abstracted, with his eyes fixed, without blinking. Luis stealthily watched him out of the corner of his eye, trying to discover something that would indicate the reason for his concentration...
At a moment when Luis looked down, he felt a slight shudder. On the old man's right hand there was a tattoo identical to the one Luis had on the same hand, it was a rough anchor that he had made as a prank when he was a teenager...
-Yes, I am you," said the old man, breaking his silence.
Luis looked at him intrigued but without showing any kind of shock, as if he had been prepared for that moment...
-You have won a prize," commented the old man as he smiled. Not everyone is as lucky as you... All those who take the 66 bus today will be granted the grace of knowing several futures, but respectful as we are of free will, only you will decide the most convenient one...
Those words resonated in Luis, he shifted his gaze to the window and realized that the fog had disappeared, a parade of unconnected images unfolded outside the glass... Luis watched in wonder with the sensation that all that had to do with him...
Suddenly the bus stopped...
-My trip is over," said the old man. He stood up and as he headed for the exit he stopped his walk and returned. Slowly he leaned towards Luis and whispered in his ear...Rebeca....
It is five forty-five in the morning and the phone alarm rings. Half asleep Luis gropes around the bedside table. With his eyes still closed, he presses the off button, stopping the chords of Beethoven's Fifth Symphony...
After a cold shower and a frugal breakfast he gets ready to start his routine. He takes the marker from the table and goes to the calendar on the fridge where he has the habit of crossing out each new day, this he does every time a new semester begins.
Intrigued he sees that the dates do not match, the last mark is two days late in relation to the date given by the cell phone... He begins to review in his mind and cannot find the moment he forgot to make the mark on the calendar...
Strange...Luis thinks...It has never happened to me before, I always make the mark before leaving home...But well, as they say, there is always a first time...He makes the two marks and goes to the bus stop 66...
The brightness of the sky fills him with enthusiasm. That day Luis has decided to quit his anthropology studies, he feels that it is not his thing, but he is not sure which career to pursue. So he goes to the student services office to begin again the process of vocational exploration.
At the office he asks a security guard where he can get information to begin the vocational exploration. The custodian directs you to a small cubicle...
-I spoke to the intern...she will give you all the information...She is coming...wait a few minutes...
Sitting nervously, Luis sees the girl approaching, a feeling of joy fills his heart...
-Hello... I'm Rebeca...
-I, Luis... And he feels as if he has known her all his life...
Thank you for your time.
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