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Allí estaba él, mirando hacia el atardecer mientras escuchaba el alboroto que había detrás. Perros, sirenas, alarmas y gritos de guardias enardecidos por la brecha en la seguridad que él había creado. Delante suyo, aquello que tengo había anelado, la libertad.
Volteó hacia atrás por un instante, para observar el caos que había creado en aquella prisión, muy conocida por su forma piramidal. Con pocas cosas, ayuda de presos y guardias, logró hacer lo que ninguno de los de afuera había logrado.
Durante años estuvo planeando su escape de aquella imponente prisión, la cual estaba destinada para la peor clase de criminales. ¿Era justa su condena? No, ¿debía pagarla? No tenía opción. Luchó durante años por una causa en la que creía, la libertad. Muchos de sus amigos lucharon a su lado, usando piedras, palos y camisetas como protección. ¿Protección contra qué? Protección contra hombres armados, bombas que hacían llorar y proyectiles que podía matar.
Aquellos uniformados juraron proteger a los suyos, pero ahora arremetían contra estudiantes y jóvenes que solo buscaban un futuro con esperanza, un futuro en el que no tuviesen que dejar todo atrás, despedirse de familias, cruzar selvas peligrosas o abandonar sus raíces para plantarse en un terreno ajeno…
“Culpable” fue el veredicto, no era inocente de la búsqueda de aquel ideal y no se arrepentía de haber luchado, aunque no hubiese valido para nada. Fue abandonado por sus supuestos líderes y su mamá era la única que lograba verlo una vez al mes, cuando él no tenía moretones visibles que pudieran angustiarla aún más…
Aquel joven, decidido a seguir luchando, hizo lo que tuvo que hacer y al final logró salir de aquella prisión. No escapó solo, junto a él escaparon dos jóvenes que también estuvieron a su lado, tanto en las buenas como en las malas. Poco más atrás, los seguía un joven guardia que desertó, pues de haberse quedado habría sido asesinado por su traición. Al final, creyó más en la causa de los jóvenes que en la injusticia de los poderosos, pues era un fiel creyente de la libertad…
Mientras las sirenas y los perros parecían acercarse, el grupo de cuatro continuó corriendo entre las superpobladas calles de aquella capital, intentando pasar desapercibidos entre el gentilicio, cuya apariencia no era tan distinta a la de ellos, a pesar de que habían pasado años sin comer bien en aquella opresiva pirámide, siendo maltratados de mil y un maneras.
De repente, llegaron al lugar desde donde escaparían; un garaje con ropa, comida, papeles y un vehículo para irse y no volver, para continuar luchando pero no con palos y piedras, sino de otras maneras…
Lamentablemente, el joven despertó…
Allí, en su celda, se levantó y se asomó por la diminuta ventana de su pequeña prisión, donde apenas podía moverse. Otra vez había tenido aquel sueño, el cual procuraba no contar a nadie, pues le habían dicho que los sueños no hay que contarlos para que se hagan realidad.
Con lágrimas en los ojos añoró su libertad y a manera de consuelo dijo, “otro día será…”
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There he stood, looking out into the sunset as he listened to the commotion behind him. Dogs, sirens, alarms and shouts of guards fired up by the breach in security he had created. In front of him, that which he had longed for, freedom.
He turned back for a moment to observe the chaos he had created in that prison, well known for its pyramidal shape. With little help from inmates and guards, he had managed to do what none of those on the outside had been able to do.
For years he had been planning his escape from that imposing prison, which was destined for the worst kind of criminals. Was his sentence just? No, should he pay it? He had no choice. He fought for years for a cause he believed in, freedom. Many of his friends fought by his side, using rocks, sticks and T-shirts as protection. Protection from what? Protection against gunmen, bombs that made you cry and shells that could kill.
Those uniformed men swore to protect their own, but now they were lashing out against students and young people who were only looking for a future with hope, a future in which they would not have to leave everything behind, say goodbye to families, cross dangerous jungles or abandon their roots to plant themselves on someone else's land....
"Guilty" was the verdict, he was not innocent of the pursuit of that ideal and he did not regret having fought, even if it had been worthless. He was abandoned by his supposed leaders and his mother was the only one who managed to see him once a month, when he had no visible bruises that could distress her even more?
That young man, determined to continue fighting, did what he had to do and finally managed to get out of that prison. He did not escape alone, with him escaped two young men who were also by his side, both in good times and bad. A little further behind, they were followed by a young guard who deserted, because if he had stayed he would have been killed for his treason. In the end, he believed more in the cause of the youth than in the injustice of the powerful, for he was a faithful believer in freedom....
While the sirens and the dogs seemed to be approaching, the group of four continued to run among the overcrowded streets of that capital, trying to pass unnoticed among the people, whose appearance was not so different from theirs, despite the fact that they had spent years without eating well in that oppressive pyramid, being mistreated in a thousand and one ways.
Suddenly, they arrived at the place from where they would escape; a garage with clothes, food, papers and a vehicle to leave and not to return, to continue fighting but not with sticks and stones, but in other ways...
Unfortunately, the young man woke up....
There, in his cell, he got up and looked out of the tiny window of his small prison, where he could barely move. Once again he had had that dream, which he tried not to tell anyone, because he had been told that dreams should not be told to come true.
With tears in her eyes she longed for her freedom and by way of consolation she said, "another day it will be..."
