A Martina le gustaba mucho escribir. Su pasión vino de pequeña. Ella recordaba las historias que su abuelo le contaba en las noches, antes de irse a dormir. Su abuelo tenía una forma de contarlas que a ella le sorprendían, y al día siguiente, cuando iba a la escuela, las repetía con algunas modificaciones de su propia inspiración.
La abuela de Martina también la alentaba a dibujar. Su madre, por otro lado, estaba muy pendiente de que tuviera la mejor educación posible, a pesar de las condiciones en las que vivían. Y es que, Martina y su familia nunca tuvieron eso que llaman una vida de lujos. Su abuelo, a pesar de ser cariñoso y bondadoso con ella era un bebedor compulsivo y a veces decía y hacía cosas que herían a su familia.
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Sin embargo, Martina decidió quedarse con la imagen cariñosa de su abuelo y no le guardó rencor por los malos ratos que les hizo pasar. Porque Martina heredó una poderosa imaginación y a medida que fue creciendo se dio cuenta de cuál era su vocación: Ser escritora.
Así, a temprana edad fue escribiendo cuentos y poemas que a veces mostraba en su clase de castellano. Recopiló una serie de cuentos y poemas que iba guardando con mucho cariño, y así, a medida que iba creciendo, ya tenía varios cuadernos llenos de historias fantásticas que algún día publicaría.
Pero el camino de escritora no fue fácil. Los problemas se agravaban cada vez más en casa. Su madre se había quedado sin empleo y su abuela había enfermado. El abuelo tampoco era de gran ayuda, debido a sus problemas con la bebida también enfermó y murió, lo que dejó a Martina desolada y a su madre aliviada, a pesar de todos los gastos que supuso su enfermedad y su sepultura.
Martina se dio cuenta de los problemas que asolaban a su madre y quiso ayudar. Estuvo dispuesta a trabajar, cosa que su madre impidió porque pensaba, y deseaba que el futuro de martina fuera brillante.
Así, entre los problemas de su madre y la enfermedad de su abuela, Martina ingresó a la universidad. En ella empezó a destacar más que sus compañeros. Aunque su madre quería que estudiara una profesión que le permitiera obtener más dinero y prestigio, Martina prefirió seguir sus instintos y desarrollar sus habilidades como escritora. Estudió literatura y lingüística; no fue fácil asumir este reto e ir en contra de los deseos de su madre, sobre todo porque ahora Martina tenía que empezar a valerse por sí misma.
Solicitó una beca, pero esta no fue suficiente. Así que empezó a buscar empleos relacionados con su carrera. Un día entró a su librería favorita y vio un anuncio de que se buscaban empleados. Aplicó y empezó a trabajar allí.
Su abuelo no solo le había legado las historias que le contaba, también le inculcó el amor por la lectura. Por esa razón, después de los recesos en la escuela, en vez de jugar con los demás niños, Martina iba a la biblioteca a devorar cuanto libro encontrara.
Y así transcurrió su vida. Por eso en la librería llegó a destacar sobre los demás empleados, pues conocía muy bien los títulos y también tenía una capacidad sorprendente para descifrar el gusto de las personas y hacer recomendaciones acertadas. Además, tuvo la oportunidad de conocer obras literarias que desconocía.
Durante el tiempo que trabajó allí, más el tiempo que esuvo estudiando Martina descubrió autores valiosísimos, sobre todo autoras de cuyas historias quedó prendada. Leyó a Virginia Woolf y quedó fascinada con las obras de Jane Austen y las hermanas Brönte; pero también descubrió a autoras que nunca pensó que serían exitosas escribiendo otros géneros literarios, como Ursula K. Le Guin, una de las más famosas escritoras de ciencia ficción.
Así los años fueron pasando, Martina se convirtió en promotora cultural y del libro. Le gustaba compartir con los más pequeños las historias que leía, pero sobre todo, recordaba y les contaba a los más pequeños aquellas historias que su abuelo le había contado.
Su amor por la literatura y por los libros no había disminuido, pero su sueño de ser escritora había pasado a un segundo plano, tanto así que estuvo a punto de caer en el olvido si no es porque una de sus amigas y colegas la animó publicar aquellas historias que contaba.
Martina consideró la idea, y un buen día, después de tanto pensarlo, sacó una caja llena de cuadernos y recordó con mucho cariño su infancia y su adolescencia. A pesar de la difícil situación que vivió, Martina ahora era una mujer que disfrutaba lo que hacía, y aunque se había enamorado una que otra vez, su verdadera pasión despertó de nuevo cuando leyó aquellos cuadernos.
Entonces comenzó a escribir. Después de clases se iba al trabajo, del trabajo a casa, y si no tenía que estudiar, ella escribía. Escribía las historias que le contó su abuelo, y también algunas que se encontraban en esos recuerdos.
Así fue como publicó su primer libro: "Baladas de la infancia", un libro que, según la crítica especializada, rondaba entre la ternura y la madurez, entre la difícil transición de la niñez a la adultez. De pronto, Martina comenzó a recibir ofertas de diferentes editoriales, y se sintió feliz.
Luego de ese, su siguiente libro se centró en la ciencia ficción infantil. Aunque a algunos no les gustó, por ser dirigido a los niños, -para muchos adultos los libros infantiles simplemente no debían ser tomados en cuenta- este libro titulado "La máquina del infinito y otros relatos estelares", también causó revuelo y puso a Martina en la cima, logrando que muchos niños se divirtieran con estas historias espaciales llenas de aventura y comedia.
Martina fue ganando prestigio y así publicó más libros. Ella era consciente de que tenía un poder, no, un poder no, un súperpoder, y quería inspirar a más niños, sobre todo a las niñas, a usar ese poder interno: el de contar historias, pero no cualquier historia, sino sus propias historias.
Por eso animaba a los más pequeños a que no tuvieran miedo, a que siguieran sus sueños y sus ilusiones, y era algo que siempre reflejaba en sus personajes. Aunque algunos consideraron que sus cuentos infantiles caían en el cliché y el convencionalismo, la verdad es que estos relatos inspiraron a muchos, incluyendo al escritor de esta historia. Porque Martina, esa mujer que perseveró a pesar de la adversidad, que no dejó que nadie la intimidara y no le hizo caso a las malas críticas, Martina, me enseñó a creer en mí y pensar que nada es imposible, porque la más absurda de las historias también merece ser contada.
Con este pequeño relato participo en la iniciativa de la gente de @writingclub. Invito a @gislandpoetic y @nachomolina2 a dejar sus historias por acá.
Martina (English version)
Martina loved to write. Her passion came when she was a little girl. She remembered the stories her grandfather used to tell her at night, before going to sleep. Her grandfather had a way of telling them that surprised her, and the next day, when she went to school, she would repeat them with some modifications of her own inspiration.
Martina's grandmother also encouraged her to draw. Her mother, on the other hand, was very attentive to ensure that she had the best possible education, despite the conditions in which they lived. Martina and her family never had what they call a life of luxury. Her grandfather, despite being loving and kind to her, was a compulsive drinker and sometimes said and did things that hurt his family.
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However, Martina decided to keep the loving image of her grandfather and did not resent him for the hard times he gave them. Because Martina inherited a powerful imagination and as she grew up she realized what her vocation was: to be a writer.
Thus, at an early age she began writing stories and poems that she sometimes showed in her Spanish class. She compiled a series of stories and poems that she kept with great affection, and so, as she grew up, she already had several notebooks full of fantastic stories that one day she would publish.
But the writer's path was not an easy one. Problems were getting worse and worse at home. Her mother had lost her job and her grandmother had fallen ill. Grandfather was no help either, due to his drinking problems he also became ill and died, leaving Martina devastated and her mother relieved, despite all the expenses involved in his illness and burial.
Martina realized the problems that plagued her mother and wanted to help. She was willing to work, which her mother prevented because she thought, and wished, that Martina's future would be bright.
So, between her mother's problems and her grandmother's illness, Martina entered college. There she began to stand out more than her classmates. Although her mother wanted her to study a profession that would allow her to obtain more money and prestige, Martina preferred to follow her instincts and develop her skills as a writer. She studied literature and linguistics; it was not easy to take on this challenge and go against her mother's wishes, especially since Martina now had to start fending for herself.
She applied for a scholarship, but it was not enough. So she started looking for jobs related to her career. One day she walked into her favorite bookstore and saw an ad for employees. She applied and started working there.
His grandfather had not only passed down to him the stories he told him, he also instilled in her a love of reading. For that reason, after school breaks, instead of playing with the other children, Martina would go to the library to devour any book she could find.
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And that is how she spent her life. That is why in the bookstore she came to stand out from the other employees, because she knew the titles very well and also had an amazing ability to decipher people's tastes and make accurate recommendations. In addition, she had the opportunity to get to know literary works that she did not know about.
During the time she worked there, plus the time she spent studying, Martina discovered invaluable authors, especially women authors whose stories she fell in love with. She read Virginia Woolf and was fascinated by the works of Jane Austen and the Brönte sisters; but she also discovered authors she never thought would be successful writing in other literary genres, such as Ursula K. Le Guin, one of the most popular authors in the world. Le Guin, one of the most famous science fiction writers.
As the years went by, Martina became a cultural and book promoter. She liked to share the stories she read with the little ones, but above all, she remembered and told the stories her grandfather had told her.
Her love for literature and books had not diminished, but her dream of becoming a writer had taken a back seat, so much so that it was about to fall into oblivion if not for one of her friends and colleagues who encouraged her to publish the stories she told.
Martina considered the idea, and one day, after much thought, she pulled out a box full of notebooks and fondly recalled her childhood and adolescence. Despite the difficult situation she had lived through, Martina was now a woman who enjoyed what she did, and although she had fallen in love once or twice, her true passion awoke again when she read those notebooks.
Then she began to write. After school she would go to work, from work to home, and if she didn't have to study, she would write. She wrote the stories her grandfather told her, and also some that were found in those memories.
That is how she published her first book: "childhood ballads", a book that, according to the specialized critics, hovered between tenderness and maturity, between the difficult transition from childhood to adulthood. Suddenly, Martina began to receive offers from different publishers, and she felt happy.
After that, her next book focused on children's science fiction. Although some did not like it, as it was aimed at children - for many adults, children's books were simply not to be taken into account - this book entitled "The Infinity Machine and other stellar stories", also caused a stir and put Martina on top, making many children have fun with these space stories full of adventure and comedy.
Martina was gaining prestige and thus published more books. She was aware that she had a power, no, not a power, a superpower, and she wanted to inspire more children, especially girls, to use that inner power: the power to tell stories, but not just any stories, but their own stories.
That's why she encouraged the little ones not to be afraid, to follow their dreams and their illusions, and it was something she always reflected in her characters. Although some considered her children's stories to be cliché and conventional, the truth is that these tales inspired many, including the writer of this story. Because Martina, that woman who persevered despite adversity, who did not let anyone intimidate her and did not pay attention to bad reviews, Martina, taught me to believe in myself and to think that nothing is impossible, because the most absurd of stories also deserves to be told.
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