Español

Asentí ausente mientras caminábamos por las calles de Roma en nuestro camino para ver al Papa en su residencia de verano en Castel Gandolfo. Muchos líderes católicos han estado viviendo allí durante varios meses, entrenando a personas como Silvio y yo para convertirnos en exorcistas.

El Vaticano estaba reuniendo un equipo mundial de exorcistas para su uso cuando llegaran los extraterrestres, también conocidos como demonios espaciales en los círculos católicos. Les preocupaba que si se corría la voz demasiado rápido, la gente entraría en pánico y exigiría protección por parte de los gobiernos. Entonces, nos íbamos a mantener callados hasta el último momento posible.

Pasamos por varias puertas y caminamos por un largo camino bordeado de arbustos bajos hacia una meseta con vistas al río Tíber. Una pequeña iglesia estaba a un lado de nosotros, cerca de esta área también había un campo de fútbol donde jugaban los niños. Silvio continuó con la conversación y dijo:

— La otra cosa que debes saber sobre estos extraterrestres volando en ovnis es que todo lo que has visto u oído sobre ellos, incluidas las cosas que supuestamente hacen a sus víctimas, son mentiras. No son más poderosos que cualquier otro demonio o ángel, y no están interesados en nada excepto en robar almas. No sabemos de dónde vienen, solo que no son de aquí.

Hizo una breve pausa y luego agregó: — Solo están interesados en alimentarse de humanos. Su energía espiritual parece haber muerto hace mucho tiempo, y es por eso que les gusta cazarnos.

Silvio se quedó en silencio por unos momentos, mirando al cielo, antes de continuar.

— Realmente no hay mucho que decir sobre cómo se ven. Esto se debe a que cambian de forma constantemente. Algunas personas creen que si pudieras verlos todo el tiempo, volvería loca a la humanidad. Lo que vimos, que resultó ser el caso mejor documentado, fue un grupo de tres ovnis volando sobre los Alpes en Suiza. Sucedió hace unos meses y fue un día claro, los vimos mientras se movían por el cielo. Parecían discos voladores, no había nada sólido para soportarlos y no había ruido. Había dos más pequeños flotando detrás de la nave principal y uno más grande en la parte posterior. La más grande tenía una línea de ventanas, y podíamos ver que cada ventana contenía un ser vivo en su interior.

— ¿Cuántos seres? Pregunté.

Se encogió de hombros. — Dos docenas, tal vez. Por lo que podemos decir, ninguno de ellos es nativo del planeta. Cada uno de ellos tiene el mismo tipo de ojos, y algunos de ellos tienen la misma ropa. Pero la mayoría de ellos parecen ser diferentes. Y hablan, hacen sonidos que suenan como palabras.

— ¿Qué idioma?

— No lo sé, dijo. — Y las voces siempre están distorsionadas de alguna manera. Estas criaturas parecen haber salido de un extraño cómic, pero en realidad son bastante inteligentes y conocen nuestros idiomas.

Se detuvo de repente y me tomó del brazo. Se volvió y me miró.

— No escuchaste esto, susurró. Pero nos dijeron que no mencionáramos el nombre de la criatura que habló durante el incidente en los Alpes. La gente olvida que la vida real es más extraña que la ficción. Pero te lo voy a decir ahora.

Me reí. Sonaba loco, Silvio sabía eso. — ¿Jesús? ¿Quieres decir, Jesucristo?

— Así es, dijo Silvio. — Nos dijo que lo llamáramos Jesús. Más tarde, sin embargo, dijo que si queríamos saber más sobre las especies alienígenas, deberíamos estudiar la Biblia.

Miré a Silvio mientras mi mente se ponía a toda marcha. Nunca había pensado en cómo los extraterrestres podrían haber sabido acerca de nuestras figuras religiosas. ¿Tal vez Jesús fue un extraterrestre? ¿O tal vez estos extraterrestres se estaban metiendo con nosotros? Me sacudí mentalmente y recordé que necesitaba concentrarme.

— ¿Por qué me dices todo esto? Pregunté. — ¿Estás tratando de advertirme que no haga nada estúpido?

— No, dijo. Cuando hagamos público todo esto, el mundo entero se involucrará y terminaremos luchando por el control del planeta. Solo te estoy haciendo saber lo que viene para que puedas prepararte mentalmente.

Su rostro estaba serio y sentí una punzada de miedo. No tenía idea de cómo evitar que un grupo de extraterrestres invadiera la tierra, y mucho menos tratar con ellos una vez que estaban aquí. Esta fue la razón de mi entrenamiento, y no tenía ninguna duda de que Silvio era el mejor compañero que existía. Pero aún así, esto parecía mucha información para asimilar a la vez.

— Muy bien, dije. — Háblame del Papa.

Silvio sonrió. — Es un buen hombre. Él apoya todos nuestros esfuerzos.

Cuando nos acercamos a la residencia del Papa, se abrió una puerta. Salió el Papa Francisco. Se inclinó profundamente y sonrió ampliamente mientras nos saludaba. Mis ojos se abrieron. El Papa Francisco era el hombre más viejo que había conocido, pero parecía estar en perfecto estado de salud. No tenía mucho pelo, pero su cuerpo parecía moverse sin esfuerzo mientras caminaba hacia nosotros. Llevaba una túnica blanca y su rostro tenía una expresión serena que era inusual para alguien que tenía una presencia tan grande.

Poco después de que comenzara a hablar sin preámbulo, nos explicó que nuestra pureza espiritual y energía eran nuestro único medio de defensa contra esa inminente invasión alienígena que se iba a apoderar del mundo.

Todos los gobiernos de todo el mundo ya sabían que esto se avecinaba, y tarde o temprano toda la población también sería consciente. Nuestra tarea era exorcizar en general cualquier influencia negativa que pudiera surgir en estos problemas venideros y ayudar a repeler la presencia extranjera no deseada y antinatural. Fue una charla larga y también inspiradora. Me hizo sentir invencible y listo para la batalla.

Other fictional stories of my authorship