"El amor en tiempos de Covid", parece un nombre de telenovela, sin embargo es una realidad que nos ha tocado vivir, sin que podamos hacer nada al respecto.
En la publicación de la iniciativa "Esa vida nuestra", de esta semana , nuestra estimada @charjaim pone el tema sobre la mesa y nos invita a compartir nuestra mirada al respecto.
Agradezco a cada columnista de esta cálida comunidad, por mantenernos activos, entre líneas y pensamientos.
Cuando todo empezó
Era viernes en la tarde, estábamos en la oficina, comentando de un virus que estaba azotando una ciudad de China y que ya se había escapado a varios otros países. Sin saber que la semana siguiente ya no iríamos a trabajar, se había decretado una cuarentena radical y el pánico se apoderó de todos nosotros.
Esa tarde quedó grabada vívidamente en mi memoria.
Durante un año mis hijos no salieron de casa, mientras que mi esposo y yo sólo íbamos al abasto sólo cuando era necesario. Tampoco había gasolina, así que recuerdo que caminábamos a sitios relativamente cercanos.
Nuestra convivencia
He escuchado con frecuencia, que el encierro y la convivencia ocasionaron muchas crisis en familias, particularmente en parejas.
Por fortuna, nosotros convivimos en sana paz, no nos resultó un trauma estar en nuestro hogar, ni nos resultó una tortura descubrirnos en cuatro paredes, en nuestra compañía y sin escapatoria.
Amamos estar en casa y ese tiempo nos dio la oportunidad de disfrutarnos los unos a los otros, sin tener que vivir a la prisa que impone la rutina.
No guardo un mal recuerdo de esa época, más que el miedo de contagiarnos, que estaba afuera, pero nosotros estábamos en nuestro lugar seguro, donde con lo que teníamos, nos bastaba.
Lo que aprendimos
Había muchísima tragedia en el mundo, confieso que fueron pocas las imágenes que toleré ver de lo que estaba pasando, me desconecté de la televisión y medios de noticias, sólo veía el reporte oficial de casos de mi país por un tiempo, luego también lo dejé de lado.
Era ya bastante el miedo que sentíamos, como para seguirlo alimentando, realmente no lo necesitábamos, ya con lo que habíamos visto, era suficiente para que mantuviéramos al máximo las medidas de bioseguridad, que todavía acatamos, no hemos cambiado nada.
Creo que una lección aprendida, es lo frágil que puede ser la vida, no imagino la conciencia de todos quienes pensaron sólo en sí y enfermaron a los demás por no guardar precaución... tantos murieron. Muchos creían que era un invento, el lugar a la duda, nunca está de más.
Éramos capaces de detener la cadena de contagio, pero no lo hicimos.
Y en general, se repite nuestro patrón de conducta, no hacemos las cosas de las que somos responsables y luego culpamos a otros por todo lo que nos sucede y esta vez no me estoy refiriendo al virus.
¿Aprendimos algo? Supongo que sí, al menos el respeto a la muerte, pero tenemos memoria corta, así que debemos usar nuestra voluntad para no olvidar que la prevención puede ser la diferencia entre vivir o morir. Además, en situaciones así, el dinero no garantiza quienes estarán a tu lado.
Amor al prójimo en su máxima expresión
Mientras algunos no salvaguardaban sus vidas y las de los demás, muchos otros se dedicaron a cuidar a personas que ni conocían.
Admiré la labor del personal médico en el mundo, que atendía, como podía, a tantos, cuya enfermedad era tan alarmante, que nadie los quería cerca.
Un tío de mi esposo, estuvo al frente de los centros de salud públicos de la ciudad donde vive, él, como tantos otros, trabajó incansablemente sin dudarlo y sin temer por su vida.
Gracias a Dios él nunca se contagió, él nos decía que ese virus era en realidad frágil, que éramos nosotros los que le dábamos poder, cuando no cumplíamos el protocolo de bioseguridad.
Un manantial infinito de amor era evidente en todas esas personas, que incluso dieron sus vidas, en tan noble tarea.
Por haberme acompañado en esta lectura:
ENGLISH VERSION
"Love in the times of Covid", sounds like a soap opera name, however it is a reality that we have had to live, without us being able to do anything about it.
In the publication of this week's initiative "That Life of Ours", our dear @charjaim puts the topic on the table and invites us to share our views on the matter.
I thank each columnist of this warm community for keeping us active, between the lines and thoughts.
When it all began
It was Friday afternoon, we were in the office, discussing a virus that was hitting a city in China and had already escaped to several other countries. Not knowing that the following week we would no longer go to work, a radical quarantine had been decreed and panic gripped us all.
That afternoon was vividly etched in my memory.
For a year my children did not leave the house, while my husband and I only went to the grocery store when necessary. There was no gasoline either, so I remember we walked to places relatively close by.
Our coexistence
I have often heard that confinement and cohabitation have caused many crises in families, particularly in couples.
Fortunately, we lived together in peace, it was not a trauma for us to be at home, nor was it a torture to find ourselves in four walls, in our own company and without escape.
We loved being at home and that time gave us the opportunity to enjoy each other, without having to live in the rush of routine.
I don't have a bad memory of that time, other than the fear of contagion, which was outside, but we were in our safe place, where what we had was enough.
What we learned
There was so much tragedy in the world, I confess that there were few images that I could tolerate seeing of what was happening, I disconnected from television and news media, I only watched the official report of cases in my country for a while, then I also left it aside.
The fear we felt was enough to keep feeding it, we really did not need it, with what we had already seen, it was enough for us to keep the biosecurity measures to the maximum, which we still abide by, we have not changed anything.
I believe that a lesson learned is how fragile life can be, I cannot imagine the conscience of all those who thought only of themselves and made others sick because they did not take precautions... so many died. Many believed that it was an invention, the place for doubt is never too much.
We were capable of stopping the chain of contagion, but we did not.
And in general, our behavior pattern repeats itself, we don't do the things we are responsible for and then we blame others for everything that happens to us and this time I am not referring to the virus.
Did we learn anything? I guess so, at least respect for death, but we have short memories, so we must use our willpower not to forget that prevention can be the difference between living or dying. Besides, in situations like this, money does not guarantee who will be by your side.
Love of neighbor at its highest expression
While some failed to safeguard their lives and the lives of others, many others devoted themselves to caring for people they did not even know.
I admired the work of the medical personnel in the world, who attended, as best they could, to so many, whose illness was so alarming, that no one wanted them around.
An uncle of my husband's, was in charge of the public health centers in the city where he lives, he, like so many others, worked tirelessly without hesitation and without fear for his life.
Thank God he never got infected, he told us that the virus was actually fragile, that we were the ones who gave it power, when we did not comply with the biosecurity protocol.
An infinite spring of love was evident in all those people, who even gave their lives in such a noble task.
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Traducción cortesía de deepl.com
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Translation courtesy of deepl.com