¡Ay cuando te despiertas monstruo mío!, me pones los ojos rojos y de mi boca salen aniquiladoras flechas. Me hierve la sangre y mi corazón galopa salvajemente. Me hace arrasar personas, situaciones, emociones….pero la caricia del amor ha logrado domarlo. Está dormido pero yo que sigue dentro de mi. Ese monstruo es la Ira.
Sentir y expresar ira es una demostración de pérdida de control. Esto lo reconocí después de muchos años de tener suelto ese monstruo en mi vida. Muchas cosas me molestaban con facilidad, la misma que me hacía explotar agresivamente. Parecía irónico que una persona con una sonrisa tan espléndida como la mía fuera un ogro cuando se molestaba. Cuando eres una persona iracunda, puedes llegar al punto que no solo actúas violentamente cuando algo inesperado te incomoda, también puedes actuar así por predisposión. Ese es el punto en que eres un volcán en erupción continua e indefinida.
Puedo decir que desde adolescente, ese monstruo se escapaba de mi. Era muy rabiosa, y lo peor que me gustaba serlo. El arrasar con mi ira a cualquier persona me hacía sentir con autoridad y poder. Una locura realmente lo que sentía, pero era así. Ese monstruo fue creciendo a la par de mí, cada día se hacía más poderoso. El tenía el control. Y lo fui llevando a cada espacio de mi vida, en lo personal, en lo laboral y en lo la amoroso. Y por supuesto, dejó muchos estragos, entre ellos soledad.
La ira es un monstruo que se nutre de nuestros pensamientos negativos, de nuestras experiencias, de las creencias que vamos tomando a lo largo de nuestras vidas. Y aparece principalmente cuando estamos expuestos a situaciones que nos provocan frustración, hechos desagradables y cuando nos sentimos atacados.
Es natural que respondamos con ira como mecanismo de defensa, lo que hay que estar consciente es que la gestión irracional de ésta emoción, ocasiona generalmente situaciones lamentables, y finalmente se obtiene lo contrario a lo que se quería en un principio.
La ira es más que enfadarse, es reaccionar imprevistamente, de forma agresiva y violenta. Una manifestación con violencia, gritos, desprecio hasta lanzando cosas, golpeando cosas o agrediendo físicamente a otros.
Recuerdo que en un proyecto que estuve trabajando en Anaco tenía mucha presión por el sindicato y los obreros. Esa situación me llenaba de rabia e impotencia, que dejaba manifestar cuando reaccionaba explosivamente. Algunos de mi personal me tenían sobrenombre. Imagínense lo que yo proyectaba.
Uno de los que nos supervisaba llegó a tener simpatía por mí, pero no se atrevía a decirme nada porque tenía miedo de hacerme enfadar. Poco antes que terminara ese proyecto, se me presentó otra oportunidad laboral, para otra ciudad, bastante lejos de allí, en Puerto Cabello, y después que me fui, él me dijo todo lo que sentía por mí por teléfono. Eso me llevó a pensar mucho, y fue un paso para que yo reconociera que tenía muchas cosas que mejorar en mí, sobre todo gestionar mi ira. Porque esa persona tampoco me era indiferente . Por esa actitud perdí muchas cosas valiosas y gané cosas desagradables y sobre todo me hacía perder el control.
Nuestros monstruos pueden limitar o colocar barreras en nuestras vidas y en todas las formas en que nos relacionamos. Sus consecuencias son muy negativa y en casos extremos fatales. Con respecto a la ira, entre sus nefastas consecuencias están:
Reconocer que ese monstruo yace en mí, fue el primer paso para domarlo. Trabajé mucho con el amor para apaciguarlo. También en el manejo de mis pensamientos y gestión de emociones. No es fácil cuando nos acostumbramos a reaccionar de manera explosiva, hay que aprender a decirnos calma, respirar, exhalar el enojo y responder ante cualquier situación de una manera más adecuada, menos agresiva y violenta.
Esto no quiere decir que en momentos determinados podamos ser fuertes para defendernos, pero siempre haciéndolo de manera tal que no las consecuencias sean mayores o más negativas que las causas. Porque por un buen tiempo optaba por quedarme callada y aparentar estar sumisa para evitar desbordar la ira en mí y eso tampoco es sano. Debemos aprender a mantener un equilibrio.
Recientemente, por dos ocasiones mi ira casi sale de su calabozo, pero reflexioné, y busqué ayuda, porque no quiero causar nuevamente daños a otros o a mí misma y sobre todo no quiero que mi hijo vea eso en mí. Ese monstruo permanece dentro mí, golpea la puerta, sacude sus cadenas, pero no voy a dejarlo salir.
He disfrutado mucho el participar en ésta iniciativa propuesta la amiga @rosahidalgo, agradezco su llamado a conocer y compartir nuestro mundo interior, identificando esos monstruos emocionales que nos asustan a lo largo de nuestra vida.
Feeling and expressing anger is a demonstration of loss of control. I recognized this after many years of having that monster loose in my life. Many things bothered me so easily, the very thing that made me explode aggressively. It seemed ironic that a person with a smile as splendid as mine would be an ogre when upset. When you are an angry person, you can get to the point where you not only act violently when something unexpected makes you uncomfortable, you can also act that way out of predisposition. That's the point where you're a volcano erupting continuously and indefinitely.
I can say that since I was a teenager, that monster was running away from me. I was very rabid, and the worst thing I liked to be. To rage at anyone with my anger made me feel authoritative and powerful. Crazy really what I felt, but that's how it was. That monster was growing along with me, getting more powerful every day. He was in control. And I was taking it to every space of my life, personally, at work and in love. And of course, it left many ravages, among them loneliness.
Anger is a monster that feeds on our negative thoughts, on our experiences, on the beliefs that we take throughout our lives. And it appears mainly when we are exposed to situations that cause us frustration, unpleasant events and when we feel attacked.
It is natural that we respond with anger as a defense mechanism, what we must be aware of is that the irrational management of this emotion, generally causes unfortunate situations, and finally we get the opposite of what we wanted in the beginning.
Anger is more than getting angry, it is reacting unexpectedly, aggressively and violently. A manifestation with violence, shouting, contempt, even throwing things, hitting things or physically assaulting others.
I remember that in a project I was working on in Anaco I was under a lot of pressure from the union and the workers. That situation filled me with rage and impotence, which I let show when I reacted explosively. Some of my staff had nicknames for me. Imagine what I was projecting.
One of the people who supervised us came to have sympathy for me, but he didn't dare say anything to me because he was afraid of making me angry. Shortly before I finished that project, I was presented with another job opportunity, for another city, quite far from there, in Puerto Cabello, and after I left, he told me how he felt about me over the phone. That led me to think a lot, and it was a step for me to recognize that I had a lot of things to improve in me, especially managing my anger. Because that person was not indifferent to me either. Because of that attitude I lost many valuable things and gained unpleasant things.
Our monsters can limit or place barriers in our lives and in all the ways we relate to each other. Their consequences are very negative and in extreme cases fatal. With respect to anger, among its dire consequences are:
Recognizing that this monster lies within me was the first step in taming it. I worked a lot with love to appease it. I also worked on managing my thoughts and emotions. It is not easy when we get used to react in an explosive way, we have to learn to tell ourselves to calm down, breathe, exhale anger and respond to any situation in a more appropriate, less aggressive and violent way. This does not mean that at certain times we can be strong to defend ourselves, but always doing it in such a way that the consequences are not greater or more negative than the causes. Because for a long time I chose to stay quiet and appear to be submissive to avoid overflowing anger in me and that is not healthy either. We must learn to maintain a balance.
Recently, for two occasions my anger almost came out of its dungeon, but I reflected, and sought help, because I don't want to cause harm to others or myself again and above all I don't want my son to see that in me. That monster remains inside me, he bangs on the door, he rattles his chains, but I will not let him out.
I really enjoyed participating in this initiative proposed by my friend @rosahidalgo, I appreciate her call to know and share our inner world, identifying those emotional monsters that scare us throughout our lives.
