Hola, querido hiver.
Las comunidades Holos&Lotus e @HispaPro están celebrando un reto de escritura creativa con motivo del Día de la Pachamama que se conmemora todos los primeros de agosto. Con este post traigo mi participación. Te animo a que te unas y nos des tu visión. Este es el enlace de la convocatoria.
Pachamama, Madre Tierra
Para aquellos que no lo sepan, la Pachamama representa nuestra Madre Tierra. Es las sierras andinas se venera desde hace siglos, siendo considerada como la diosa de la fertilidad (protectora de la siembra y las cosechas). También encarna el espíritu de las montañas y es tan poderosa que puede provocar terremotos.
La Pachamama nos sostiene en su regazo. Nos da el alimento, ya sea en forma de animal o de frutos que recolectar. Se entrega al completo por y para nosotros. Salimos de su vientre hace miles de años. La misma Biblia nos dice que del barro creó Dios al primer hombre: somos tierra y agua.
Primeros contactos
Tuve suerte de que mis abuelos maternos vivieran en el pueblo. Esto hizo que mis vacaciones transcurriesen en contacto directo con la Naturaleza. Rodeada de animales y plantas fui aprendiendo lo que significa el ciclo de la vida.
Mis abuelos eran los guardeses de una finca. Los dueños vivían en la capital, donde se movían los negocios, por lo que necesitaban a alguien que vigilase y mantuviera sus posesiones durante su ausencia. En mis vacaciones escolares acudíamos allí para verles, por lo que compartíamos su modo de vida las veinticuatro horas del día.
En aquellas semanas era testigo (y a veces parte) de alimentar a las gallinas y recoger sus huevos, de ordeñar a las cabras y de dar de comer las sobras de nuestra comida a los cerdos, llamados por allí guarrinos. No tenían campos sembrados, pero sí que he recogido espárragos, zarzamoras, higos y bellotas en la extensa dehesa extremeña, trepando por los canchos y sorteando los pinchos de los cardos.
Me produce mucha tristeza saber que ahora la mayoría de los niños se piensan que la leche se fabrica en el supermercado. Ya ni hablemos de que se saca de un animal. Leche que madres y abuelas ponían a hervir y quedaba cubierta de una capa de nata que para algunos era una delicia puesta encima del pan y con azúcar.
Evolución
En la finca que guardaban mis abuelos no había agua corriente. Se sacaba de un pozo y se calentaba con una perola en la lumbre, pues tampoco tenían cocina, ni siquiera de butano. Tampoco había baño, por lo que hacíamos nuestras cosas en el corral y nos lavábamos con una palangana. Las duchas eran con una manguera. Solo en verano, claro. La única bombilla de la casa estaba en la cocina, estancia que hacía las veces de comedor y de salón, así que para ir a dormir a las habitaciones había que usar velas.
Hemos evolucionado mucho desde entonces aunque no hayan pasado tantos años. Estamos rodeados de comodidades, hemos erradicado enfermedades, inventamos el internet que permite que me estés leyendo, ¡hasta hemos puesto un robot en Marte! No seré yo quien diga que se vivía mejor en esos tiempos porque objetivamente no es cierto.
La nostalgia y el recuerdo borran lo malo y exageran lo bueno. Se pasaba mucho frío en invierno, salían sabañones que picaban como demonios. Y en verano el calor solo se veía aplacado quieto bajo una sombra y la sed apagada con un trago del botijo. Sin embargo nunca he sido más feliz que en aquellas temporadas cuando vivía en el campo, en plena comunión con la Naturaleza.
Regreso
Vuelvo a ella siempre que puedo. No me refiero a esa finca, pues los que eran objeto de visita regresaron al vientre de la Pachamama y en él descansan. Sino que la encuentro en cada planta o animal. En los árboles del parque al que voy a pasear casi todas las mañanas. En mi perro. En el césped de los jardines. En los insectos que acuden a la vegetación. En los pajarillos que escucho cantar los domingos por la mañana cuando apenas pasan coches. En los gatos que alimentan las vecinas de la calle. En el agua de la acequia que recorre el parque.
Procuro cuidarla y dejarla mejor de lo que me la encuentro. Me apoyo en ella. Me siento acunada en su regazo. Me relaja. Me tranquiliza. Me consuela. Me hace sentir plena y feliz. En ella me perdería. Y a su vientre regresaré algún día. A mi Pachamama.
Aviso: Todo lo publicado en este post es de mi autoría, excepto los elementos en los que doy crédito a su/s autor/es. Por tanto, en caso de plagio o difusión sin mi permiso, ejerceré mis derechos de autor si así lo estimo oportuno.
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ENGLISH VERSION
Hello, dear hiver.
The Holos&Lotus and @HispaPro communities are holding a creative writing challenge on the occasion of Pachamama Day, which is commemorated every first of August. With this post I bring my participation. I encourage you to join in and give us your vision. This is the link to the call for entries
Pachamama, Mother Earth
For those who don't know, Pachamama represents our Mother Earth. In the Andean highlands she has been venerated for centuries, being considered the goddess of fertility (protector of sowing and harvests). She also embodies the spirit of the mountains and is so powerful that she can cause earthquakes.
Pachamama holds us in her lap. She gives us food, whether in the form of animals or fruits to harvest. She gives her all for and to us. We came out of her womb thousands of years ago. The Bible itself tells us that out of mud God created the first man: we are earth and water.
First contacts
I was lucky that my maternal grandparents lived in the village. This meant that my holidays were spent in direct contact with nature. Surrounded by animals and plants, I learned about the cycle of life.
My grandparents were the caretakers of a farm. The owners lived in the capital, where business was conducted, so they needed someone to watch over and maintain their possessions in their absence. In my school holidays we went there to see them, so we shared their way of life twenty-four hours a day.
In those weeks I witnessed (and sometimes took part in) feeding the chickens and collecting their eggs, milking the goats and feeding the leftovers of our food to the pigs, called "guarrinos". They had no sown fields, but I have picked asparagus, blackberries, figs and acorns in the vast pastures of Extremadura, climbing the canchos and dodging the spikes of the thistles.
It makes me very sad to know that most children now think that milk is made in the supermarket. Let alone that it comes from an animal. Milk that mothers and grandmothers used to boil and then cover with a layer of cream that for some was a delight to put on top of bread and sugar.
Evolution
On the farm my grandparents kept there was no running water. It was drawn from a well and heated with a kettle on the fire, because they had no cooker, not even a butane stove. There was no bathroom either, so we did our business in the farmyard and washed ourselves with a basin. The showers were with a hose. Only in summer, of course. The only light bulb in the house was in the kitchen, a room that served as a dining room and living room, so to go to sleep in the bedrooms we had to use candles.
We have evolved a lot since then, although not so many years have passed. We are surrounded by comforts, we have eradicated diseases, we have invented the internet that allows you to read me, we have even put a robot on Mars! I will not be the one to say that life was better in those times because objectively it is not true.
Nostalgia and memory erase the bad and exaggerate the good. It was very cold in winter, with chilblains that itched like hell. And in summer the heat could only be quenched by standing still in the shade and quenching your thirst with a drink from the botijo. But I have never been happier than in those seasons when I lived in the country, in full communion with Nature.
I return
I return to it whenever I can. I do not refer to that farm, for those who were the object of my visit have returned to the womb of Pachamama and there they rest. But I find it in every plant or animal. In the trees in the park where I go for a walk almost every morning. In my dog. In the grass in the gardens. In the insects that flock to the vegetation. In the little birds I hear singing on Sunday mornings when there are hardly any cars passing by. In the cats fed by the neighbours in the street. In the water of the irrigation ditch that runs through the park.
I try to take care of it and leave it better than I find it. I lean on it. I feel cradled in her lap. It relaxes me. It soothes me. It comforts me. It makes me feel full and happy. In her I would lose myself. And to her womb I will return one day. To my Pachamama.
Notice: Everything published in this post is of my authorship, except for the elements in which I give credit to its author/s. Therefore, in case of plagiarism or dissemination without my permission, I will exercise my copyright if I deem it appropriate.
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