Un enemigo que hay que vencer: El miedo (Relato y reflexión)




No temas ni a la prisión, ni a la pobreza, ni a la muerte. Teme al miedo. G. Leopardi

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Un enemigo que hay que vencer: El miedo

Desde que Arturo era un niño, le tuvo miedo a las alturas. A diferencia de sus hermanos y amigos que se divertían subir a la copa de los árboles, él odiaba montarse en ellos y hasta lloraba si alguien lo obligaba a hacerlo. Como la vez aquella en la que por echar broma, sus hermanos lo montaron a la fuerza a una rama alta y Arturo tuvo un ataque de pánico, tan grande que se desmayó.

No solo le tenía miedo a subir a la cima de los árboles, también le daba miedo subir a las azoteas, montañas, incluso, le daba ansiedad asomarse a una ventana de un edificio alto. Está demás decir que debido a ese temor, jamás había practicado ningún deporte en el que tuviera que despegar su cuerpo del suelo o elevarse.


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Para quien tiene miedo, todo son ruidos. Sófocles

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En cierta oportunidad, ya joven, Arturo se ganó un viaje a España con todos los gastos pagos, pero de imaginarse que debía montarse en un avión, rechazó el premio. Tal vez si hubiese sido un viaje a un país americano, que quedara en su continente, donde pudiera viajar por tierra, pensó él, tal vez hubiese ido, pero en otro continente, obligado a ir de forma aérea, era imposible, remató categórico y de manera terminante.

Aunque aquel miedo era una limitante en la vida de Arturo, él no lo veía de esa forma. De hecho, buscaba justificar su aprensión con argumentos sobre estudios a favor de su condición. Sin embargo, sus familiares y amigos, reconociendo la cantidad de experiencias que Arturo había dejado de vivir como consecuencia de este terror, habían intentado no solo hacerlo que se tratara con un especialista sino también buscar la raíz de su problema. Pero nada: Arturo estaba negado a todo. Su miedo era más grande que sus ganas.


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Nadie llegó a la cumbre acompañado por el miedo. P. Siro

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En un momento Arturo se enamoró, con tan mala suerte que la mujer que amaba tuvo que irse a otro país y a otro continente. Aunque Arturo le tenía miedo a volar, no tuvo más remedio que montarse en un avión e ir hasta donde estaba su amor. Si bien al primer instante, en pleno vuelo, Arturo sudó mucho, le dieron escalofríos y casi que vomitó, luego se relajó y hasta casi disfrutó el viaje. Cuando aterrizó, solo dijo que la experiencia no había sido tan mala. Y a partir de ese instante, viajar en avión fue un paseo para Arturo.

Tal vez no todas las personas son como Arturo que superan sus miedos de la noche a la mañana. Es cierto. Sin embargo si hay que decir que para poder superar el miedo hay que enfrentarlo. No nacemos con el miedo. El miedo es un sentimiento que se mete en nosotros y que si encuentra tierra fértil y lo regamos, pues simplemente, crece.


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El corazón que está lleno de miedo, ha de estar vacío de esperanza. Fray Antonio de Guevara

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También sabemos que el miedo puede paralizarnos y así como en el relato anterior en el que Arturo dejó de experimentar muchas cosas, puede limitar nuestra vida. Si tenemos miedo a la soledad, por ejemplo, podemos soportar un relación tóxica; si le tenemos miedo al fracaso, nos negamos a intentarlo; si le tenemos miedo al compromiso, tal vez no encontremos nunca el amor; si le tememos al cambio, tal vez la muerte nos alcance sin haber vivido nada.

Aunque muchos asumen que el miedo es un gran maestro, también hay que decir que es un carcelero. No hay dudas que la idea es dominar o derrotar nuestros miedos. Si no lo hacemos, podría ser que esos miedos crecieran y nos convirtiéramos en sus prisioneros toda la vida. Y la idea es ser libres, atrevernos, vivir. Porque recordemos que la vida está al otro lado del miedo.


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HASTA UNA PRÓXIMA OPORTUNIDAD, AMIGOS

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