Una de las actividades que me gusta realizar para estar solo es el caminar. Cuando salgo a ello lo hago con energía y rapidez. La idea es hacer camino, sin importar el destino, la distancia, el tiempo. Hacerlo solo es toda una diversión. En cambio, cuando lo hago acompañado, siento que cargo un lastre que no permite disfrutar del ejercicio o actividad. Desde muy niño me ha gustado el caminar porque al hacerlo rápido muchos se quedan atrás y me dejan solo para disfrutar y pensar.

Otra actividad que me gusta para vivir mi soledad es el escribir. La escritura es un universo formidable en donde mis historias cobran vida y todo puede pasar. Soy el dueño de todos los personajes y eso me hace feliz.

Aunque no lo creas, el Heavy Metal me calma, me mantiene en un estado mental alucinante llevándome al cielo y allí descansar.

Gracias al todopoderoso tengo la dicha de pasarla muy bien conmigo mismo. Digo esto porque para mí desde muy pequeño me ha gustado sumergirme en mis pensamientos. Observo lo que está a mi alrededor y lo proceso de forma detallada para después dar mis respuestas en acciones. Varios de mis familiares, incluyendo a mis padres, les molestaba esa actitud. De hecho, llegó un momento en que pensé que había algo malo en mí.

El estar solo, meditando, buscando respuestas es bueno. Pero cuando las respuestas no llegan, la cosa se pone turbia. Así me pasó hace años. En la soledad, mis conversaciones con mi yo sin ser esquizofrénico no me ayudaban y la ausencia de familiares cercanos y el no usar amigos sumaron para llegar a pensamientos suicidas. Un desesperante momento en mi vida. Recuerdo que tenía una pequeña lista de las formas de morir.

Pero Dios es misericordioso y me puso un ángel en mi camino. Un especialista que supo llevarme, que se comunicó con mis familiares y quien me mostró un bello horizonte, lleno de respuestas. Un hermoso ser que hoy en día es una buena amiga a pesar de que el Atlántico nos separa.

Recuerdo con claridad ese día. Le pregunté si sabía dónde había una soga para colgarme porque no aguantaba la vida y ella me respondió:

—Lo de la soga puede esperar, primero debemos conversar.

Pero no fueron las palabras las que me dieron aliento, fueron su mirada, su forma de hablar y su demostración de querer ayudar, entender. Ella usaba el amor como herramienta de curación.

Muchos en la plataforma conocen mi condición. Las personas con el síndrome de Asperger son un grupo muy diverso y no se puede generalizar sobre su personalidad o sus preferencias sociales. Algunas personas con Asperger pueden tener dificultades para relacionarse con los demás, entender las normas sociales o expresar sus emociones, lo que puede hacer que se sientan aisladas.

El estar solo es fascinante para mí, la individualidad es, para mí, factor principal de mi existencia. Me hace disfrutar la música, la lectura, la escritura. Me hace sentir que soy dueño de un universo maravilloso. Muchas veces estoy acompañado y no sintió esa compañía.

Esto me sucede a menudo porque las personas en general no entienden o desconocen mi condición. Lo que para unos es algo normal, para mí es una tortura. Una luz, un ruido que tal vez no moleste a la mayoría son para mí una agresión. Si manifiesto la incomodidad, piensan que son necedades mías y me critican. Entonces busco sumergirme en mi océano y trato de ser feliz con mi yo. No es una enfermedad, no es algo malo, es otra forma de vida y te lo juro, es magnífica.

La sociedad es cruel, impone reglas como si todos fuéramos iguales. Qué cosa tan absurda. Estamos en los comienzos del siglo XXI con toda la tecnología y estudios avanzados y todavía el ser humano no se conoce, no sabe convivir, no entiende a su semejante.

Lo importante es respetar la individualidad de cada persona con Asperger y ofrecerle el apoyo que necesite para desarrollar su autoestima, su autonomía y su bienestar. También es fundamental promover la inclusión y la sensibilización sobre el síndrome de Asperger en la sociedad, la educación y la salud, para que las personas con esta condición puedan tener una vida plena y satisfactoria.

Tratando de generalizar, puedo decir que darnos momentos de soledad, de meditación, de disfrute individual es algo que puede ser terapéutico, puede llevarnos a relajarnos, a tomar decisiones acertadas, a tener una mejor vida.

Pero cuidado. Hay que estar claro de lo que nos sucede. El aislamiento de una persona también pueden ser síntomas de depresión y eso hay que tratarlo con especialistas y con esa herramienta maravillosa que es el amor.