Como bien lo dice @emiliorios la revolución de la longevidad es una iniciativa que no culmina nunca, hace quince días subió una publicación, que detalla aspectos de la vejez que es necesario subrayar y nunca está de más lo que se pueda aportar al respecto. Por eso dejo mi visión del tema.

Y si fuese al revés, que todos anheláramos llegar a la edad madura, para poder disfrutar de la experiencia, conocer nuestra propia sabiduría, atesorar los recuerdos y poder narrar el milagro de la vida a quien desee escucharnos.

Entonces se haría la fiesta del anciano, a los ochenta años, y todos asistiríamos contentos, a ver ese recuento de historia, a disfrutar platos y bebidas, a felicitar la vida vivida, a conocer los sueños, y a llenarse de ilusiones y deseos por la propia.

Pero no es así, la vejez tiene, en este lado del mundo, mala fama; de manera despectiva se etiqueta al individuo de más edad: viejo, decrépito, pure o pureto, entre otros más denigrantes, lo que lleva a la persona a sentirse discriminada, relegada y hasta burlada, lo que a su vez lleva a algunos a quitarse la edad, hacerse tratamientos o cirugías o lucir vestimentas inapropiadas por no aceptar su condición de adulto mayor, como también se le llama.

Algunos, al llegar a los cincuenta años ya se sienten muy mayores, se opacan a sí mismos, se subestiman y comienzan a caminar con desgano, a expresar malestar por su vida, incluso se deprimen y enferman en consecuencia.

A la edad se le atribuye una serie de achaques, muchos de ellos, provocados por la misma persona, que trae consigo un patrón de procedimientos, donde necesariamente, por tener cierta edad está limitado para muchas cosas.

Ciertamente, existe un declive en ciertas funciones, que limitan algunas actividades, pero que no necesariamente se pueden generalizar. Hay adultos que han llevado una vida activa y se mantienen de igual manera a lo largo de toda su existencia. Otros, por el contrario, con una vida más sedentaria les vuelve propensos a caídas o mayor cansancio.

En el plano emocional muchos tienen la tendencia al enojo fácil, se vuelven gruñones o cascarrabias. Se vuelven exigentes y con apego al pasado, la tendencia a creer, que todo tiempo pasado fue mejor, no les deja ver el presente con otra mirada.

También la convicción de que el final está cerca lleva a algunos a ensimismarse, y a otros a querer hacer lo que no hicieron antes, esta última postura es beneficiosa a la hora de aprender un oficio, viajar, o tratar de lograr los sueños no alcanzados.

Conozco personas que estudiaron otra carrera en su vejez y salieron graduados con méritos con más de setenta años de edad, lo cual habla de un espíritu emprendedor que no se detiene ante ningún obstáculo.

Preocupa la atención que recibe el anciano a veces desde el mismo hogar, cuando no se le comprenden sus deseos y se le obliga a adaptarse a otras realidades, otras culturas y otros países. Personas acostumbrados a llevar una vida campestre de pronto viviendo en encierros, apartamentos o casas en la ciudad donde la persona no se siente bien pero sus decisiones no importan.

Esa falta de autonomía suele hacer mucho daño sobre todo cuando sus facultades mentales están bien. Sentir que no se les toman en cuenta sus deseos, luego de que se han dedicado toda su vida a trabajar y forjarse un destino diferente suele ser la razón más determinante para el declive del anciano. Cambiar la visión que se tiene en aras de una verdadera revolución de la longevidad siempre será un tema crucial.

As @emiliorios rightly says the longevity revolution is an initiative that never ends, a fortnight ago he uploaded a publication, which details aspects of old age that is necessary to underline and it never hurts more what can be contributed in this regard. That is why I leave my vision of the subject.

What if it were the other way around, that we all longed to reach middle age, to be able to enjoy the experience, to know our own wisdom, to treasure the memories and to be able to narrate the miracle of life to whoever wants to listen to us.

Then there would be the feast of the old man, at eighty years of age, and we would all be happy to attend, to see that storytelling, to enjoy dishes and drinks, to congratulate the life lived, to know the dreams, and to be filled with illusions and desires for our own.

But it is not so, old age has, on this side of the world, a bad reputation; in a derogatory way the older individual is labeled: old, decrepit, pure or pureto, among other more denigrating, which leads the person to feel discriminated, relegated and even mocked, which in turn leads some to remove their age, have treatments or surgeries or wear inappropriate clothing for not accepting their condition of older adult, as it is also called.

Some, when they reach the age of fifty, already feel very old, overshadow themselves, underestimate themselves and begin to walk listlessly, to express discomfort with their lives, and even become depressed and ill as a result.

To age is attributed a series of ailments, many of them, caused by the same person, which brings with it a pattern of procedures, where necessarily, for having a certain age is limited for many things.

Certainly, there is a decline in certain functions that limit some activities, but this cannot necessarily be generalized. There are adults who have led an active life and remain the same throughout their existence. Others, on the contrary, with a more sedentary life, are prone to falls or greater fatigue.

Emotionally, many have a tendency to become easily angered, grumpy or cantankerous. They become demanding and attached to the past, the tendency to believe that all past times were better, does not allow them to see the present with another look.

Also the conviction that the end is near leads some to become self-absorbed, and others to want to do what they did not do before, the latter position is beneficial when it comes to learning a trade, traveling, or trying to achieve unfulfilled dreams.

I know people who studied another career in their old age and graduated with merit at over seventy years of age, which speaks of an entrepreneurial spirit that does not stop at any obstacle.

The attention that the elderly sometimes receive at home is a concern, when their wishes are not understood and they are forced to adapt to other realities, other cultures and other countries. People accustomed to lead a country life suddenly living in confinements, apartments or houses in the city where the person does not feel well but their decisions do not matter.

This lack of autonomy often does a lot of harm especially when their mental faculties are fine. Feeling that their wishes are not taken into account, after they have dedicated their whole life to work and forge a different destiny is often the most decisive reason for the decline of the elderly. Changing the vision for the sake of a true longevity revolution will always be a crucial issue.