Cierra los ojos y escucha. Este será quizás el post más bonito que pueda escribir en esta comunidad. Agradecida de @mosa71 por tan maravillosa iniciativa. Invito a @syllem, @lisfabian y @maykit55.

Cuando digo bonito no es nada de petulancia, aclaro, sino porque el ánimo se me ha reconfortado, una vez que leí esta invitación e inmediatamente, me dispuse a escuchar de nuevo la pieza de la cual voy a hablarles.

Al leer: «banco sonoro de purificación de energía mental» me sentí identificada, mejor título imposible. Tengo muchas melodías que hacen precisamente eso, purifican, es como si una mano acariciara mi cabello y me dijera: «todo está bien», como si recibiera un baño de cabeza a los pies, internamente, y sí, hay un alivio, una sensación de renovación y una energía vibrante que invita a hacer cosas.

En mi caso, esas cosas son las actividades manuales, me provoca pintar, bordar, tejer, realizar algo creativo. Tengo por costumbre, cuando voy a pintar, escuchar este concierto de Frank Shubert, en una oportunidad estaba tan concentrada en la música y en tratar de lograr un color para el agua del mar, que no escuché cuando me tocaron la puerta del cuarto; mis hijas se preocuparon y buscaron una llave y abrieron la puerta, sentí una mano en el hombro, era una de mis hijas que me explicaba el porqué de la preocupación. A continuación el cuadro del cual les hablo.

_{Título: Frente al Mar, óleo sobre lienzo, 30x70, año 2012.}

Esos momentos de concentración, donde nada más existe, donde pareciera que volara o flotara en el aire, son los que busco cuando me entrego a pintar algo, y esos espacios sonoros más la actividad que realizo me producen muchísima paz.

El mayor de mis hijos es músico con él comparto mucho de los hallazgos en música o textos para reflexionar. Cuando mis hijos estaban niños nos sentábamos todos frente al aparato de sonido, (que así se llamaba), cada uno con un disco de acetato en las manos, esperando su turno para colocar la canción preferida, que invitaba a escuchar, era un intercambio valioso: de allí nos quedó ese hábito que ahora llamamos «youtubear»; sentados frente a la computadora nos vamos presentando temas y en ese momento mágico donde la melodía llega a su punto más álgido, no podemos evitar cerrar los ojos. Mi hijo me muestra cuál es ese instante especial donde una voz o un instrumento realiza algo que impresiona y, créanme, sana.

Tengo mi banco de melodías para el alma mía, las hay de todo género: Joropo de Moises Moleiro, interpretado en piano; Preludio de Rodrigo Riera, en guitarra clásica; Non je ne regrette rien cantado por Edit Piaff; Invierno de Vivaldi interpretado en acordeón; Alas a Malala en orquesta; entre otros, pero hay uno en especial que le tengo el mayor aprecio.

Se trata del Quinteto para Cuerdas en do mayor de Shubert.

En Youtube se consigue en cuatro partes, esta es la segunda y el momento sublime está en el minuto 5.17, les ruego que lo escuchen.

Yo tenía esta melodía en un cassette y recuerdo que le había marcado con bolígrafo esa parte, me gustaba regresarlo y volverlo a poner en ese punto. Un día estaba arreglando la casa y oyéndolo y mi hija mayor, que en ese momento tenía cinco años, salió del cuarto compungida y me dijo: «ese violín del carrizo me hizo llorar». Me impresionó que precisamente esa parte que es mi preferida a ella le hubiese conmovido también. Ahora ella también tiene esa selección como una de sus preferidas, al igual que mi hijo.

En honor a esa melodía pinté hace varios años un cuadro en óleo al que llamé, La Violinista, cada vez que pintaba lo escuchaba y la experiencia de hacerlo me gustó mucho.

_{La Violinista, óleo sobre lienzo, 60x70, 2013.}

Tener una música que logra calmar la ansiedad y provocar una emoción tal, que puede cambiar el estado anímico de un momento a otro es muy ventajoso, es una poción mágica que equilibra y llena de bienestar, es una gran fortuna.

Close your eyes and listen. This will be perhaps the nicest post I can write in this community. Grateful to @mosa71 for such a wonderful [initiative] (@mosa71/initiative-sound-spaces-in-123-sound-spaces-in-123-esp-eng). I invite @syllem, @lisfabian and @maykit55.

When I say nice, it is not a petulance, I clarify, but because my mood has been comforted, once I read this invitation and immediately, I set out to listen again to the piece I'm going to tell you about.

When I read: "sound bank of mental energy purification" I felt identified, better title impossible. I have many melodies that do just that, purify, it is as if a hand caressed my hair and told me: "everything is fine", as if I received a bath from head to toe, internally, and yes, there is a relief, a sense of renewal and a vibrant energy that invites you to do things.

In my case, those things are manual activities, it provokes me to paint, to embroider, to knit, to do something creative. I have the habit, when I go to paint, of listening to this Frank Shubert concert, on one occasion I was so focused on the music and trying to achieve a color for the sea water, that I didn't hear a knock on my bedroom door; my daughters got worried and looked for a key and opened the door, I felt a hand on my shoulder, it was one of my daughters who explained the reason for the concern. This is the picture I am talking about.

_{Título: Frente al Mar, óleo sobre lienzo, 30x70, año 2012.}

Those moments of concentration, where nothing else exists, where I seem to fly or float in the air, are what I look for when I give myself to painting something, and those sound spaces plus the activity I do produce a lot of peace.

My eldest son is a musician and with him I share many of my musical findings or texts to reflect on. When my children were kids, we would all sit in front of the sound system (that's what it was called), each one with an acetate disc in hand, waiting our turn to play our favorite song, which invited us to listen, it was a valuable exchange: from there we picked up the habit we now call "youtubing"; sitting in front of the computer we present songs and in that magical moment when the melody reaches its peak, we can't help but close our eyes. My son teaches me what that special instant is when a voice or an instrument performs something that impresses and, believe me, heals.

I have my bank of melodies for the soul, there are of all genres: Joropo by Moisés Moleiro, played on piano; Preludio by Rodrigo Riera, on classical guitar; Non je ne regrette rien sung by Edit Piaff; Invierno by Vivaldi played on accordion; Alas a Malala in orchestra; among others, but there is one in particular to which I have more appreciation.

It is Shubert's Quintet for strings in C major.

In Youtube you have it in four parts, this is the second one and the sublime moment is at minute 5,17, I beg you to listen to it.

I had this tune on a cassette and I remember I had marked that part with a pen, I liked to go back and play it again at that moment. One day I was tidying up the house and listening to it and my eldest daughter, who was five years old at the time, came out of the room and said to me, "that reed fiddle made me cry". I was impressed that precisely that part, which is my favorite, had moved her too. Now she also has that selection as one of her favorites, as does my son.

In honor of that melody I painted several years ago an oil painting I titled, The Violinist, every time I painted I listened to it and I really enjoyed the experience of doing it.

_{La Violinista, óleo sobre lienzo, 60x70, 2013.}

Having a music that manages to calm anxiety and provoke such an emotion that can change the mood from one moment to another is very advantageous, it is a magic potion that balances and fills with wellbeing, it is a great fortune.