Divagaciones 073: "Llenando de vida las horas muertas", por bonzopoe

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Leo y escribo cada vez que puedo, sobre todo en las horas muertas. Esas donde no hay absolutamente nada que hacer y no queda más que estar con uno mismo, lo que es un regalo disfrazado de pena, para ser honestos.

Porque cuando hay otra opción, la verdad es que uno la toma casi en automático, como evadiéndose, como escondiéndose de uno mismo (como si eso fuera posible).

Y no se necesita mucho para evadirse, cualquier cosa nos sirve para distraernos y enfocar nuestras energías en lo intrascendente en vez de en lo importante. Supongo que es parte de la naturaleza humana.

Así que las horas muertes son mis aliadas, mis cómplices. El espacio en que mi imaginación me rescata y me aleja de mi mismo, o me sumerge en mi mismo, o ambas cosas a la vez.

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Y lo hace a través de las palabras. Las propias y las ajenas. Las familiares y las extrañas. Las cómodas y aquellas que nos provocan, e incluso nos retan, nos desafían.

Yo crezco y me proyecto en las horas muertas. En las de los viajes en autobus, en las de las salas de espera, en las de la pausa obligada porque se fue la luz, o porque se interrumpió el partido de béisbol por el mal tiempo.

En ellas mi mirada se hace profunda, perspicaz, incluso burlona y absurda, y ve capas de la realidad en las que por lo general no repara, no presta atención.

En las horas muertas miro a la gente y se vuelven personajes. Miro situaciones y se vuelven historias. Experimento emociones con tal intensidad, que se vuelven poemas.

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En las horas muertas estoy más que vivo, y me permito la libertad que da el ocio, el no tener nada que perder, el no tener expectativas ni ataduras, y fluyo. Como un río me deslizo y llegó a rincones que ni siquiera buscaba, que ni siquiera sabía que existían, y me asombro y me maravillo como un niño que descubre todo por primera vez.

Las palabras se vuelven piezas de lego con las que juego, con las que experimento por el simple hecho y gusto de hacerlo, y creo cosas que no pocas veces no puedo creer que salieron de mis manos. E incluso cuando el resultado no es afortunado, la experiencia me deja algo, me enseña o revela algo de utilidad, o por lo menos, de entretenimiento.

Lo genial de las horas muertas es que son una apuesta segura. Cualquier cosa que hagas en ellas es ganancia, ya que es más que nada. Y como no se espera nada de ellas, no hay expectativas, no se espera nada de ellas, por lo que nos permiten una libertad única y especial.

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Muchos de los grandes inventos de la humanidad son consecuencia de las horas muertas, ya sean estas pocas o muchas. Porque hay que reconocer que mientras mejor resuelta tengas la vida, más horas muertas puedes tener.

Aquel que se la pasa todo el día luchando por sobrevivir, tiene poco tiempo muerto que aprovechar, mientras que aquel que tiene la vida resuelta puede tener mucho más tiempo que dedicar al ocio sin que eso le represente un problema.

Muchas o pocas, los invito a darle vida a sus horas muertas, aprovechándolas para hacer algo que les haga felices, no necesariamente escribir. Mi abuelita solía tejer, mi madre bordar, mi padre reparar cosas, y así cada quien suele tener algo que le resulta satisfactorio y le permite darle sentido a esas horas en que pareciera que no hay nada que hacer.

Muchas gracias por leerme, espero que esta reflexión puede serles de utilidad, y hasta la próxima.


©bonzopoe, 2022.

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Si llegaste hasta acá muchas gracias por leer este publicación y dedicarme un momento de tu tiempo. Hasta la próxima y recuerda que se vale dejar comentarios.


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