Concurso de literatura La Abeja Obrera | En la estación de autobuses.

¡Hola y buen día a todos! Les comparto mi entrada a la nueva edición del Concurso de Literatura La Obeja Obrera, esta ocasión en honor al escritor venezolano Miguel Otero Silva. Si gustan participar, por favor chequen las bases en el vínculo anterior.

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Fuente de la imagen: Pexels

Iván estaba harto. O lo que le sigue. LLevaba más de tres horas varado en la estación de autobuses de Mérida, en medio de un auténtico alboroto. No entendía por qué los bomberos corrían de un lado a otro; que él recordara no había un incendio, o alguna urgencia que realmente requiera su presencia. De hecho, todo estaba limpio. Lo que sí había notado era que entraban todos al baño de damas.

¿Acaso alguien se atoró en el inodoro?, ¿o se habrá desmayado? No, lo último no era posible; en ese caso necesitaría paramédicos, no bomberos. ¿Acaso era una señora con un sobrepeso sobrehumano atorada por los bordes de la puerta? No, eso tampoco podría ser; habría llevado sus hachas y la habrían sacado en cuestión de segundos.

Unas señoras que estaban al lado suyo murmuraban entre sí sus hipótesis sobre qué había sucedido. La señora de cabello rojo teñido sugirió que quizás se tratara de una bomba; la del cabello castaño, en réplica, sugirió que quizás hubo un accidente en uno de los autobuses.

"¡Eso sería imposible!", contestó enérgica la peliteñida. "¿Por qué el autobús chocaría contra el baño?"

"Es obvio que por la pérdida de los frenos", contradijo la castaña. "En estos tiempos todo es posible".

"Quizás estemos en las vísperas de una nueva pandemia".

"¡Dios te achicharre con un rayo si es así! Sería el colmo que nuevamente estemos con eso de la bendita distancia, cubrebocas y esos gesto de tinmaríndedópingüé... ¡Oh, mira, paramédicos!".

En ese preciso momento, un grupo de urgencias entró a la estación arrastrando una camilla. Su entrada, naturalmente, alertó de más a los que estaban en la sala de espera. Incluso algunos se levantaron para ver qué había sucedido y si podían ayudar con las víctimas. Iván se dispuso a hacer lo mismo cuando vio a los paramédicos salir. Su sorpresa fue grande al ver lo que había encima de la camilla: eran un hombre y una mujer en una posición muy comprometedora.

Iván quedó en shock al reconocer a la pareja. "Oh, por Dios...", murmuró mientras se acercaba hacia los paramédicos. "¡¿Mamá?!, ¡¿papá?!"

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