[ESP-ENG] EL DESCUBRIMIENTO DE DARWIN

Ojalá pudiera olvidar ese nombre, esa voz y esos ojos. Ojalá pudiera olvidar ese día, donde todos ellos se reunían y rezaban en palabras extrañas un apocalipsis póstumo. Le dije a mi hija que me despertara cada noche exactamente a las tres de la mañana, pues es a esa hora que empiezan las peores pesadillas; sacadas de esos terribles recuerdos. ¡Lo sé, lo he calculado!

A veces deseo verme de nuevo en ese momento, hubiera hecho más, pero no. Caí de nuevo en un vacío de espantos y horrores repugnantes que me arrastraban. Desarrollé agorafobia y un aberrante rechazo a la gelatina. Todo ocurrió ese día en el que simplemente quería visitar a un viejo amigo.

Su nombre era Darwin, fuimos compañeros en la universidad. Aunque era una persona brillante, tenía ideas extrañas sobre el espacio y el tiempo. Hablaba de teorías ilógicas que parecían sacadas de una película de ciencia ficción. Mencionaba vida en otras dimensiones o «transdimensiones», como él las llamaba. Aseguraba que nosotros, como seres humanos, no teníamos ni idea de cómo funcionaba el tiempo. No teníamos ni idea siquiera de las puertas que nos conducirían a otro espacio. Pensaba que todo lo que decía eran locuras, hasta que un día, volví a estar en contacto con él; fue la peor decisión de mi vida.

Sus nuevos conocimientos lo llevaron por otro camino. Fue expulsado de la universidad por causar revuelos con ideas inconcebibles y por acosar a algunos maestros. Yo continué con mi vida y me gradué, con el tiempo me casé y formé una familia. Durante ese periodo de tiempo transcurrido no volví a saber Darwin, hasta que, de manera inesperada, llamó al teléfono fijo de la casa de mis padres.

Mi madre me contacta ya que ya no vivía allá, me dejó el número de teléfono de Darwin y un mensaje de urgencia de que quería hablarme. No estaba seguro si volver a contactarlo, pero luego pensé que probablemente él había cambiado. Nos citamos en su apartamento alquilado, me dijo que solo se quedaría unos días y luego se iría, pero antes, necesitaba enseñarme algo.

Me dijo que me había llamado porque yo fui la única persona que ha confiado en él, ahora como alguien nuevo, necesitaba una opinión diferente. Fui a visitarlo, debía cortar finalmente mis lazos con aquella vieja amistad. Lo visualicé finalmente, después de tanto tiempo había cambiado, pero no para bien sino para peor. Se veía cansado y greñudo; incluso los harapos que usaba le daban un aire tenebroso. Me invitó a pasar a su morada, y de una vez tomó con fuerza uno de mis brazos. Me dijo que jamás olvidaré lo que vería; ¡Oh, debí temer con furia esas palabras! Darwin solo tuvo que rezar cosas prohibidas para arrojarme al mundo que había descubierto.

De repente, todo el ambiente en el que estábamos desapareció. Parecía que estuviésemos atrapados dentro de una gota de agua. Intenté gritar pero las palabras no salían de mi boca. Un asombro fue mi cárcel y la fuerza que aplicaba Darwin sobre mi brazo. Todo era asombrosamente impactante, pero lo que vino a continuación, derrumbó toda la cordura de mi mente.

Una gran criatura, parecida a una ameba, comenzó a acercarse a mí. Darwin me advertía que me quedara quieto para no llamar su atención, pero aun así temblaba. El monstruo se acercaba lentamente y, al estar a una distancia que me causó el más letal de los pavores, la criatura me mostró una abertura dejando expuestos lo que parecían ser sus dientes.

Solté un grito que hasta al perverso de Darwin espantó. Salí corriendo de allí; lo más que pude, nunca volví a saber del loco de mi ex compañero de universidad y de los horribles descubrimientos que ostentaba. Ojalá pudiera olvidar ese nombre, esa voz y esos ojos. Ojalá pudiera olvidar el terror que me hizo pasar. Ahora voy como sonámbulo en la seguridad de mi hogar, puesto que, en mis sueños, estoy siendo perseguido por esa monstruosa ameba gigante.