Concurso de literatura La Abeja Obrera. 3ra. edición/ "Amira y Remota"

wild-3387312_1280.jpg

Fuente

Separadores-27.png

"Amira y Remota"

Joven mujer, hija de un indio guerrero, vivía con su anciana madre, en las cercanías del Orinoco. Eran tiempos de conquista y esclavitud. Aquella tarde, Amira regresaba a casa con buena pesca, cuando de pronto sintió que la seguían.

Presa de pánico corrió sin rumbo, se hizo de noche. Atravesaba los pantanos infectados de alimañas nocturnas y tras un claro resplandor lunar, notó las sombras de los demonios escondidos entre los árboles de la tupida Selva Amazónica. Sus pies desnudos acostumbrados a sentir la tierra, sangraban, sus piernas ya sin fuerza la traicionaron, ya no pudo más… Cayó exhausta, enredada entre las raíces de los inmensos árboles de caucho. Ellos eran tres …

Amaneció agotada y delirante, se arrastró hasta llegar a un claro del río. Allí perdió el sentido.

Un viejo indio que iba en busca de agua fresca, la encontró tendida en un charco de sangre. Era un Chamán, vivía solo, ofrendando a los espíritus de la selva virgen con rituales, conjuros, pócimas y danzas, aprendidas y heredadas de sus ancestros. Él se encargó de Amira.

Transcurrió el tiempo. Amira dio a luz una hermosa niña, a quien llamó Remota. Sus ojos eran tan negros como la noche en que fue engendrada. De piel dorada como reflejo lunar, tras el follaje de aquel ultraje brutal. Su cabellera, de un ocre infernal, mezcla de semen y veneno mortal de serpientes, únicos testigos de aquella afrenta.

El valiente Chamán y hechicero, dejó su cuerpo para unirse a sus ancestros; no sin antes enseñarles los secretos, ritos y viajes al mundo espiritual. Remota, lo amaba como a un padre y protector. Él le entregó el bastón que lo acompañó en tiempos buenos y malos. Creció feliz entre árboles, ríos y quebradas. Era diestra con sus manos, corría como una gacela sin miedos, persiguiendo mariposas, imitaba el silbar de los pájaros, saltaba como una liebre y pasaba largas horas bañándose en un pozo. Amira agradecida, danzaba en honor al espíritu de su Chamán, por sembrar en ellas el amor a la vida terrenal.
Remota va por un curandero. Su madre enfermó. La miraban curiosamente. Era de una belleza exuberante y diabólica. No hubo ayuda y se regresó. Casi llegando a casa, notó que tres hombres la siguieron. Se ocultó tras una roca y asombrada ve que Amira les sale al paso. Algo le decía que su niña estaba en peligro. Ellos al verla, se burlaron de aquella anciana. Ella los reconoció… ¡Cómo olvidar a aquellos monstruos! Se abalanzó sobre ellos como fiera forcejeando, pero una fuerte presión en su cuello la dejó sin sentido.
Los hombres fueron sorprendidos por la figura de una mujer muy alta, de cuyos ojos brotaba fuego, en sus manos blandía un gran bastón con cabeza de serpiente escupiendo sangre enceguecedora. Sus lascivos cuerpos, convertidos en polvo, vagarán por el averno eternamente.
Remota, abrazó a su madre y la elevó con la fuerza de una “diosa indígena”, al encuentro con su Chamán. Jamás estará sola.

Separadores-27.png

Gracias por haber leído mi relato.

Separadores

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
23 Comments
Ecency