Trazos sobre la fiesta de San Juan

Aunque estamos cerrando el 24 de junio (al menos en esta parte del planeta: Venezuela), fecha en la que en muchas partes del mundo iberoamericano se celebra la fiesta de San Juan, quisiera apuntar algunas cosas que me resultan de interés compartir.


Las noches de San Juan (pintura).jpg
"The Feast of Saint John" (1875), de Jules Breton Fuente


El especialista en mitos y religiones, Mircea Eliade, en varios de sus libros, nos habla del "tiempo festivo". Leemos, por ejemplo, en Lo sagrado y lo profano:

En la fiesta se reencuentra plenamente la dimensión sagrada de la vida, se experimenta la santidad de la existencia humana en tanto que creación divina.

Dice Eliade que se trata de que el hombre "siente la necesidad de reproducir indefinidamente los mismos gestos ejemplares" como una vuelta a ese tiempo mítico mediante el ritual.

La fiesta de San Juan es uno de esos rituales, el cual se originaría en la celebración del solsticio de verano (21 de junio), en su antiguo precedente pagano, pero que fue asimilado luego por el cristianismo, conservando, en gran medida, su sentido.

En Hispanoamérica uno de los que estudió esta significación fue el poeta e investigador Juan Liscano, que recoge, entre otros, en su texto "Las fiestas del solsticio de verano en la tradición popular venezolana", publicado originalmente en 1947, pero luego reeditado; fue incluido en Espiritualidad, literatura y otros ensayos, que publicara Monte Ávila Editores en 1995.


La luna y las fogatas.jpg
Fuente


Citemos a Liscano, quien nos introduce de un modo sabio y poético:

La tierra regía sus acciones, mas la marcha del sol y los cambios de la luna regían las acciones de la tierra. (…) La llegada del sol al punto más alto de su carrera señalaba una estación de calores y florecimientos (…) Entonces la creación celebraba algún ritual. (…) La luna cambiante y evasiva, en continua mutación, semejante al agua y a la mujer, le reveló los misterios de la semilla, el milagro de la cosecha y la ordenación de los meses (…)


Ese carácter que relaciona en la naturaleza el fuego (sol), la luna y la tierra es recreado sensiblemente en la última novela del escritor italiano Cesare Pavese, La luna y las fogatas, en 1950, año de su muerte. Es una bella y bucólica novela corta que, desde la nostalgia, nos encara con ese tema tan acendrado: la vuelta al lugar de origen, a la tierra que nos hizo. Pavese, a través de su narrador, nos hace vivir esa experiencia muy propia del campo, donde la luna es la celadora. Unas citas:

¿Has hecho este año las fogatas? –pregunté a Cinto–. La noche de San Juan toda la colina estaba encendida.
(…)
–¿Quién sabe por qué se harán esas hogueras?– dije.
Cinto estaba oyéndome. –En mis tiempos -dije- los viejos decían que hace llover… ¿Tu padre ha hecho las fogata? Se necesitaría lluvia este año… En todas partes encienden fogatas.


Apunta Liscano el "extraordinario sincretismo" que tuvo lugar en el cristianismo, cuando en los primeros siglos de su existencia, "fue absorbiendo los cultos paganos" y "revistiéndolos con sus símbolos". Así tenemos que

las ceremonias solsticiales de verano, propias de todos los pueblos paganos, con sus fuegos simbólicos destinados a avivar el declinante sol que ya iniciaba su carrera descendente hacia el otoño próximo (…), se transmutaron en la fiesta de San Juan Bautista.

Esta celebración, como hace notar un interesante trabajo publicado por National Geographic (ver), se cumple en varios países del Mediterráneo, particularmente en España, con las conocidas hogueras, pues se vincula con el ritual del fuego. Recordemos la famosa canción de Joan Manuel Serrat, "Fiesta" (1970), en la que se recrea esa festividad, entre la alegría del inicio y la pena del final:

Aquí la referencia con la letra de la canción (*) y su interpretación.


Fiesta de San Juan.jpg
Fuente


En relación con Venezuela, Liscano indica que, como en otros lugares de Occidente, las ceremonias del solsticio de verano adquirieron la apariencia cristiana. No como los fuegos de San Juan en Europa, y precisa:

En las noches venezolanas, próximas al solsticio, lo que se escucha por las costas y los cálidos valles centrales como un pulso poderoso, es la voz de los tambores africanos (…)


En Venezuela, y seguramente en otros lugares, el día de San Juan Bautista se asocia con el agua, por el origen (San Juan bautizando en el río Jordán a Jesús), y muchos de sus ritos y elementos se relaciona con la luna. Señla Liscano que correspondió fundamentalmente a los negros, que pueblan las zonas venezolanas indicadas, asimilar esa festividad, pues, como precisa el autor, eran capaces de "crear un nuevo mito".

No sé si con esta situación de pandemia y cuarentena se hayan dado las tradicionales celebraciones colectivas (espero que no, por una cuestión de prevención sanitaria), pero, desde que tengo conocimiento de ellas, suelen ser experimentadas con mucha vitalidad por la población, como pueden ver en los siguientes enlaces: 1 y 2.


Referencias:

Eliade, Mircea (1983). Lo sagrado y lo profano. España: Edit. labor.
Liscano, Juan (1995). Espiritualidad y literatura y otros ensayos. Caracas: Monte Ávila Editores.
Pavese, Cesare (1980). Antes que el gallo cante. La luna y las fogatas. España: Edit. Brugera.

Gracias por su lectura.


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