Para: Sr. Elizondo / relato

Señor Elizondo, recorrí todos los rincones de la casa como usted me pidió personalmente ayer, cuando nos reunimos para adelantarme la mitad de lo que habíamos acordado, pero en cada espacio que revisé sigilosamente encontré lo mismo, es decir, nada. Molesto por sentirme tan frustrado di un puñetazo a un pequeño marco que acabó estrellándose contra el suelo, dejando al descubierto una pequeña nota con unos números entre los trozos de cristal. Sí señor, posiblemente había encontrado lo más difícil, la clave de la caja fuerte.


Me quedé despierto observando cada detalle de las paredes y objetos, entre otras cosas para dar con el paradero de lo que quería encontrar, levanté cada estatua que decoraba la mansión, busqué en varios lugares tratando de hallar un compartimiento secreto, pistas o algo que me permitiera completar mi trabajo, pero absolutamente todo fue en vano. Entonces me senté en el sofá y me quedé mirando el cuerpo que descansaba sobre la mesa del comedor principal, la escena parecería grotesca a los ojos de cualquiera, pero para mí era arte ver la posición en la que había quedado la víctima, lo hermoso que se veía cubierto de rojo. Una pintura de horror que dejaba al descubierto lo débil y blanda que suele ser la cabeza humana, ante un pequeño martillo y por supuesto alguien con bastante fuerza como yo, la verdad es que sus sexos estaban bellamente repartidos por la habitación. Me hubiera gustado hacer fotos para mostrar a usted lo que quiero describirle, pero desgraciadamente se me olvidó llevar la cámara conmigo.


Volviendo al asunto de la caja fuerte, me detuve un momento y traté de pensar como la víctima, tal vez debería haberle sacado la información antes, pero me molestó que intentara degollarme y apuñalarme en la pierna, como comprenderán me defendí, me excedí con el martillo si, aunque no me arrepentí ni me arrepiento de haberlo hecho. En ese momento, a pesar del aprieto en el que me había metido, no consideré tan difícil encontrar una caja de seguridad o la clave escrita en algún lugar. Increíble, ¿verdad?


En fin, lo primero que recordé fue la biblioteca por lo que supuse que era un gran lector, revisé minuciosamente cada ejemplar, debo aceptar que tenía muy buen gusto, libros bastante interesantes, incluso tomé dos pequeños que trataban sobre la estupidez humana y la existencia de seres extraterrestres. Pero tristemente ahí tampoco tuve éxito, ni rastro de la caja.


Cansado de rebuscar en toda aquella casa, decidí pensar más fríamente e intentar averiguar qué más le apasionaba, y mirando su ropa vi la pieza que me faltaba: un pelo de gato. Corrí a las escaleras y subí al tercer piso hasta la habitación principal y allí estaba, la casa del gato con su nombre grabado: zafiro.



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Inmediatamente desprendí la pequeña estructura de madera y debajo había una pequeña puerta metálica con una pantalla digital que tenía una lucecita roja intermitente, saqué la nota y al colocar los números emitió un sonido y la luz cambió a verde, giré la manija y mi corazón se aceleró al visualizar lo que había dentro.


Señor Elizondo, me imagino que al abrir el sobre se dio cuenta del dinero que había dentro, déjeme decirle que es el adelanto que me dio, como verá, se lo devuelvo, puede contarlo si lo desea, está completo no lo necesito, para cuando termine de leer esta nota ya habré desaparecido con el botín. Ha sido un placer trabajar para usted, ¡saludos!


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