En estos tiempos , una constantes para los venezolanos sido perder a sus seres queridos , sea por el virus covid o por cualquier otra enfermedad, y no poder estar presentes para poder despedirlos y compartir con ellos esos últimos momentos, existe cierto grado de consuelo y resignación cuando pasamos el proceso cerca, sin embargo los que están fuera de su nación, solo pueden colaborar monetariamente para las medicinas y alimentación y están los que no pueden, entonces el dolor se intensifica, el proceso es más lento y doloroso, y la persona tiende a llenarse de mayor resentimiento por el sistema.
Pienso que si el que tiene al consolador, pasa por ese dolor tan intenso que solo Dios puede mitigar, como lo pasa alguien que no tiene a Cristo en su vida?, ni un familiar cercano que los apoye en esos momentos tan difíciles, el dolor se convierte en amargura. Los cristianos que están lejos sufren la perdida en dos dimensiones, una cuando este se va con el Señor, otra cuando sabemos que en vida no quiso nada con él, y a veces nos consolamos diciendo ¨espero en Dios que se haya arrepentido en sus últimos momentos¨. Pero esa expectativa no ayuda en nada.
1 Tesalonicenses 4: 13-14 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de lo que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza, porque si creemos que Jesús murió y resucito, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
He aquí la gran diferencia
El justo hasta en su muerte tiene esperanza. Y esa esperanza nos llena de paz porque sabemos que nos encontraremos con ellos en la eternidad.
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