Hablemos del divorcio. ¿Cómo impacta en la familia y en los hijos e hijas? | Let's talk about divorce. How does it impact the family and children? [ES/EN]

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El divorcio es un fenómeno creciente que cada vez se ve más presente en nuestra sociedad. De hecho, durante los últimos años se ha experimentado tanto una disminución gradual de matrimonios como un incremento de divorcios. Estos datos muestran que las relaciones sentimentales son altamente complejas. Además, se pone de manifiesto que cada vez resulta más complicado mantener los matrimonios y evitar los divorcios. ¿Por qué sucede esto? ¿A qué se debe esta tendencia que se está experimentando durante los últimos años? ¿Qué factores causan las separaciones? Todas estas preguntas están adquiriendo una elevada relevancia en el estudio de las relaciones conyugales. Por este motivo, cada vez encontramos más investigaciones y más datos que tratan de dar respuesta a los motivos de separación. De hecho, pudiera hacer un esbozo de las causas que condicionan este fenómeno, pero no es mi objetivo hoy.

En la última década, la separación o el divorcio de parejas ha dejado de ser una situación excepcional para pasar a ser bastante habitual. La decisión de una separación o un divorcio en una pareja supone un estado de incertidumbre y malestar, en adultos y en infantes. Sin embargo, es importante señalar que la decisión de los padres y madres de poner fin a su relación sentimental supone una alternativa mucho más protectora para sus hijos e hijas (y para ellos mismos) que la de prolongar la convivencia entre ambos a pesar de encontrarse en una situación de divorcio emocional. Es preciso que los progenitores se esfuercen por impedir que el conflicto entre ellos nuble las funciones como padres. La pareja se disuelve, pero es necesario que continúen unidos como padre y madre. Las consecuencias que sufre el hijo o la hija por la separación de sus padres estarán relacionadas con los conflictos familiares previos y con los conflictos asociados a la separación y, sobre todo, con el papel que hagan jugar al niño o niña en el conflicto, más que con la propia separación. Esto, junto con la edad y la madurez del propio infante, condicionarán la forma en cómo esta separación influirá en su desarrollo.

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El tema de los trastornos psicopatológicos como consecuencia de una situación familiar de divorcio o ruptura de la pareja está sujeto a controversias. Es más, podemos afirmar que no hay acuerdo en considerar que todos los divorcios tienen repercusiones psicopatológicas, ni siquiera repercusiones negativas para los hijos e hijas. Es necesario, para enfocar correctamente este tema, tomar en consideración varios factores que siempre están presentes en un proceso de divorcio, como por ejemplo cuáles son las causas del mismo, de qué situación predivorcio se parte, de dónde se obtienen los datos para concluir sobre repercusiones psicopatológicas, así como del credo epistemológico con el que se observa e interpreta la realidad del divorcio.

Cuando el ámbito clínico es el referente de los datos sobre hijos e hijas de separados/divorciados, el sesgo de la muestra no deja de ser evidente porque solamente se tiene en cuenta los casos que han ido a consulta por alguna problemática relacionada. Por eso se le ha asociado a algo que ha condicionado la conceptualización del divorcio. Efectivamente, muchos de los pacientes infantiles provienen de familias rotas, pero no es menos cierto que en igual medida los trastornos psicopatológicos se observan en similar medida en sujetos cuyos padres se mantienen unidos.

El impacto psicológico del divorcio en la familia

La familia, al igual que las personas, son elementos dinámicos y en constante evolución, que se encuentra multideterminada tanto por factores políticos, sociales, económicos y culturales que la atraviesan. Es, por tanto, que se hace necesario incorporarle nuevos conocimientos y puntos de vista, exigidos a través del análisis de su desarrollo socio-histórico, ya que la familia cambia, cuando cambia la sociedad.

Actualmente en el mundo, se tiende a priorizar la satisfacción personal, ante los crecientes niveles de autonomía y libertad personal. Sobre todo, en lo referido a la mujer, esta ya no posee una atadura a la vida en pareja, pues ya no se ven tanto los legados culturales que estigmatizaban las separaciones o las uniones no legalizadas. Y ello la lleva a replantearse si realmente es necesario mantener una relación disfuncional o mal llevada.

Desde el modelo de crisis del divorcio, este surge para darle solución a una crisis ya existente, y provoca a su vez, otra dada por la reestructuración relacional de los integrantes de una familia y los efectos que esto produce en cada uno de sus miembros. Además, hay que tener en cuenta que se trata de la alternativa más factible encontrada por uno o ambos miembros de la pareja para resolver dicha situación de crisis y disfuncionalidad. Además, los efectos que pudiera producir el divorcio, están determinados por el sistema de creencias predominantes en el contexto cultural, las características socioeconómicas de la familia y la idiosincrasia manifestada en los integrantes de la pareja para manejar dichos efectos de la separación.

El divorcio constituye una crisis de transición que no tiene que ser necesariamente perjudicial, pero que configura una realidad completamente más compleja. Se hace necesario tanto en padres y madres como en hijos e hijas, aquellas tareas que permitan ventilar emociones acerca de lo que se perdió, a la par de negociar dichas perdidas y reorganizarse a la nueva estructura. De hecho, existen síntomas de carácter inter o intrapersonal, que o bien pueden potenciar que la pareja se estimule o desarrolle, o bien pueden destruir o desestabilizar la misma. Se habla de percepciones de uno o ambos integrantes de la pareja frecuentes y de gran intensidad como la inseguridad, descontento, rechazo, resentimiento, hostilidad, rencor, celos, entre otros.

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Por tanto, el divorcio como una crisis, ofrece riesgos a la vez que oportunidades, ya que, si bien implica un desequilibrio, es para lograr un nuevo equilibrio. El divorcio provoca en la pareja, así como en la familia, un gran impacto subjetivo y se produce al comprender los mayores costos en tensión emocional, que en satisfacción personal. A pesar de ser la salida encontrada por la pareja, no se puede negar su aporte enriquecedor para el vínculo y para los mismos miembros, ya que puede dar lugar a la aparición de nuevas crisis.

Creo que es importante hacer referencia a los factores asociados al género que influyen en la forma en que los miembros de la pareja vivencian el proceso de divorcio. Debido a ello, es que se toman como referencia patrones socioculturales y modelos ideoafectivos edificados en torno a cada género. Así, se suelen utilizar estrategias de afrontamiento diferentes asociadas a la noción de masculinidad y de feminidad avaladas por la cultura, entre las que resalta la falta de sensibilidad masculina, y, por otro lado, la sensibilidad emocional de las mujeres.

Es así que desde la mujer y unido a lo que se decía anteriormente, se tienen mayores exigencias respecto al matrimonio que en tiempos pasados, debido que son ellas las que tienden en mayor medida a pedir el divorcio si no ven razones contundentes para mantenerlo. Esto estaría condicionado a la tendencia moderna de que la mujer cada vez más posee oportunidades de superación personal y va dejando de lado el tradicional deber con la familia y el hogar. Es necesario también apuntar que como como elemento condicionante muy importante del proceso de divorcio, tenemos las condiciones socioeconómicas y el nivel educacional de los miembros de la pareja, pues se mientras mayor sean dichas variables, el divorcio será mejor llevado operativamente.

Impacto psicológico del divorcio en niños y niñas

Pasando a hablar un poco sobre los efectos que el divorcio tiene en los más pequeños, se puede decir que pasa a ser uno de los eventos que más atenta al bienestar subjetivo cada uno de ellos, producto a todas las modificaciones estructurales y funcionales que se sufren al interno del grupo. Consecuentemente, este hecho puede traer consigo diversas afectaciones psicológicas en los niños y niñas que varían en dependencia de cómo transcurrió el suceso y las características propias del infante para adaptarse a este.

Al respecto, se pudiera decir que los efectos que sufren los niños y niñas por la separación de sus padres están relacionados con los conflictos familiares previos y con los conflictos asociados a la separación, y, sobre todo, con el papel que hagan jugar al niño o niña en el conflicto, más que con la propia separación. Aquí juega un papel muy importante la edad y la madurez como factores que condicionan la forma en que influirá la separación. En otras palabras, el nivel de desarrollo alcanzado por el niño o la niña para adaptarse a dicho proceso, condiciona el modo en que influirá la separación en su desarrollo ulterior.

Como pueden ver, no se puede afirmar que los divorcios afectan a los niños y niñas que lo vivencian, no tampoco lo contrario. Todo quedará en dependencia del manejo que le sepan dar los padres y de la relación que quede entre ellos en sus roles de padre y madre. El divorcio es una crisis, pero las crisis no son necesariamente negativas. De hecho, de la concepción del Enfoque Histórico Cultural en Psicología, surge la idea de la crisis como motor del desarrollo.

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Para terminar, es necesario tener en cuenta que el bienestar de los más pequeños es primordial, pero pensar que mantener un matrimonio mal llevado es la solución bajo el falso ideal de familia feliz o bajo la excusa irracional de que es mejor que el infante crezca con sus dos padres, no es más que un lastre que nos llega de épocas pasadas. Siempre debemos verdaderamente pensar en ellos, no hacerlos parches de una relación que no funciona. Si han escuchado hablar de los niños síntoma, sabrán que precisamente son hijos e hijas de parejas disfuncionales, que debutan con síntomas producto de ello mientras funcionan como una especie de chivo expiatorio. Dejemos el adultocentrismo a un lado y preocupémonos de verdad por ellos.

¡Nos vemos en Hive!


English version

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Divorce is a growing phenomenon that is increasingly present in our society. In fact, during the last few years we have experienced both a gradual decrease in the number of marriages and an increase in the number of divorces. These data show that sentimental relationships are highly complex. Moreover, it is becoming increasingly difficult to maintain marriages and avoid divorces. Why is this happening? Why is this trend occurring in recent years? What factors are causing separations? All these questions are becoming highly relevant in the study of marital relationships. For this reason, we find more and more research and more data trying to answer the reasons for separation. In fact, I could outline the causes that condition this phenomenon, but that is not my objective today.

In the last decade, the separation or divorce of couples has ceased to be an exceptional situation and has become quite common. The decision of a separation or divorce in a couple involves a state of uncertainty and discomfort, in adults and in children. However, it is important to point out that the decision of parents to end their relationship is a much more protective alternative for their children (and for themselves) than prolonging their cohabitation despite being in a situation of emotional divorce. Parents should strive to prevent the conflict between them from clouding their parental roles. The couple dissolves, but it is necessary that they continue to be united as father and mother. The consequences that the child suffers from the separation of his or her parents will be related to previous family conflicts and to the conflicts associated with the separation and, above all, to the role that the child is made to play in the conflict, rather than to the separation itself. This, together with the age and maturity of the infant itself, will condition the way in which this separation will influence his or her development.

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The issue of psychopathological disorders as a consequence of a family situation of divorce or breakup of the couple is subject to controversy. Moreover, we can affirm that there is no agreement in considering that all divorces have psychopathological repercussions, not even negative repercussions for the children. In order to approach this subject correctly, it is necessary to take into consideration several factors that are always present in a divorce process, such as the causes of the divorce, the pre-divorce situation, where the data are obtained to conclude about psychopathological repercussions, as well as the epistemological creed with which the reality of the divorce is observed and interpreted.

When the clinical setting is the referent for the data on sons and daughters of separated/divorced people, the bias of the sample is evident because it only takes into account the cases that have been consulted for some kind of related problem. This is why it has been associated with something that has conditioned the conceptualization of divorce. Indeed, many of the child patients come from broken families, but it is no less true that psychopathological disorders are observed to a similar extent in subjects whose parents remain united.

The Psychological Impact of Divorce on the Family

The family, like individuals, are dynamic and constantly evolving elements, which are multidetermined by the political, social, economic and cultural factors that affect them. It is, therefore, necessary to incorporate new knowledge and points of view, required through the analysis of its socio-historical development, since the family changes when society changes.

Currently in the world, there is a tendency to prioritize personal satisfaction, in the face of growing levels of autonomy and personal freedom. Above all, with regard to women, they are no longer tied to life as a couple, since the cultural legacies that stigmatized separations or non-legalized unions are no longer seen as much. And this leads her to rethink whether it is really necessary to maintain a dysfunctional or poorly managed relationship.

From the divorce crisis model, divorce arises to provide a solution to an already existing crisis and, in turn, provokes another crisis due to the relational restructuring of the members of a family and the effects this produces in each of its members. In addition, it must be taken into account that it is the most feasible alternative found by one or both members of the couple to solve the situation of crisis and dysfunctionality. In addition, the effects that divorce may produce are determined by the predominant belief system in the cultural context, the socioeconomic characteristics of the family and the idiosyncrasies manifested in the members of the couple to handle the effects of separation.

Divorce is a transitional crisis that does not necessarily have to be detrimental, but which configures a completely more complex reality. It is necessary for both fathers and mothers, as well as for sons and daughters, those tasks that allow to ventilate emotions about what was lost, at the same time to negotiate these losses and to reorganize to the new structure. In fact, there are symptoms of an inter or intrapersonal nature, which can either enhance the couple's stimulation or development, or destroy or destabilize it. We are talking about frequent and intense perceptions of one or both partners, such as insecurity, discontent, rejection, resentment, hostility, resentment, jealousy, among others.

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Therefore, divorce as a crisis, offers risks as well as opportunities, since, although it implies an imbalance, it is to achieve a new balance. Divorce provokes in the couple, as well as in the family, a great subjective impact and it is produced by understanding the greater costs in emotional tension, than in personal satisfaction. In spite of being the way out found by the couple, it cannot be denied its enriching contribution for the bond and for the members themselves, since it can give rise to the appearance of new crises.

I believe it is important to refer to the factors associated with gender that influence the way in which the members of the couple experience the divorce process. Because of this, sociocultural patterns and ideo-affective models built around each gender are taken as a reference. Thus, different coping strategies associated with the notion of masculinity and femininity endorsed by the culture are usually used, among which the lack of masculine sensitivity stands out, and, on the other hand, the emotional sensitivity of women.

Thus, women, together with what was said above, have greater demands regarding marriage than in the past, since they are the ones who tend to ask for a divorce if they do not see convincing reasons to keep it. This would be conditioned to the modern trend that women increasingly have opportunities for personal improvement and are leaving aside the traditional duty with the family and the home. It is also necessary to point out that as a very important conditioning element of the divorce process, we have the socioeconomic conditions and the educational level of the members of the couple, since the higher these variables are, the better the divorce will be handled operatively.

Psychological impact of divorce on children

Talking a little about the effects that divorce has on children, it can be said that it is one of the events that most affects the subjective well-being of each one of them, due to all the structural and functional modifications that are suffered within the group. Consequently, this fact can bring about diverse psychological affectations in the children that vary depending on how the event happened and the infant's own characteristics to adapt to it.

In this regard, it could be said that the effects suffered by children due to separation from their parents are related to previous family conflicts and to the conflicts associated with the separation, and, above all, to the role played by the child in the conflict, rather than to the separation itself. Age and maturity play a very important role here as factors that condition the way in which the separation will influence the child. In other words, the level of development reached by the child in adapting to the process conditions the way in which the separation will influence his or her subsequent development.

As you can see, it cannot be affirmed that divorces affect the children who experience them, nor the opposite. Everything will depend on how the parents handle it and on the relationship that remains between them in their roles as father and mother. Divorce is a crisis, but crises are not necessarily negative. In fact, from the conception of the Historical Cultural Approach in Psychology, the idea of crisis as an engine of development arises.

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To conclude, it is necessary to keep in mind that the welfare of the youngest children is paramount, but to think that maintaining a poorly managed marriage is the solution under the false ideal of a happy family or under the irrational excuse that it is better for the child to grow up with both parents, is nothing more than a burden that comes to us from past times. We should always truly think about them, not make them patches of a relationship that does not work. If you have heard of symptom children, you will know that they are precisely the sons and daughters of dysfunctional couples, who debut with symptoms as a result of this while functioning as a kind of scapegoat. Let's leave adultcentrism aside and really care about them.

See you at Hive!

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Créditos | Credits

Imágenes utilizadas | Images used:

  • Todas las imágenes son de mi propiedad y fueron generadas con la IA de Bing Image Creator | All images are my property and were generated with Bing Image Creator AI.

  • Las imágenes de portada fueron además, editadas en Canva | The cover images were also edited in Canva.

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