Saludos. Los amigos de Emotions&Feelings nos invitan en el tema del mes a compartir nuestros encuentros con las sorpresas. Les comento…
Al igual que todos he tenido sorpresas buenas y otras no tanto, es la dinámica de la vida. No todo siempre es bueno. Sin embargo desde hace algún tiempo decidí buscar un rinconcito en lo más alejado de mi memoria para dejar allí, bajo llave y candado, aquellas sorpresas que me han martirizado la vida. Creo que si me enfoco en todo lo bueno que me ha ocurrido las cosas serán mucho mejor para mí.
Para el año ochenta y nueve me encontraba en una situación de relativa calma y tranquilidad espiritual. Cuatro años atrás había finalizado mi primer matrimonio, una experiencia que me había dejado devastado y de la que me costó recuperarme.
Pera ya finalizando la década de los ochenta había organizado mi vida. Estaba solo en mi apartamento, había comenzado estudios de Maestría y se había concretado uno de mis grandes sueños: ser profesor de la Universidad Pedagógica.
En el tema amoroso no me afanaba mucho. Tenía buenas amigas, con las que compartía estudio y trabajo, y con las que había mucho chance de formalizar una convivencia. Pero como les dije antes yo me sentía en calma…
Sin embargo, un buen día me ocurrió algo que cambió completamente mis expectativas. En una de mis clases de profesionalización docente (personas que ya estaban laborando y que aspiraban a obtener su título universitario) me había tocado una nueva alumna, con una personalidad arrebatadora: inteligente, muy linda, con un verbo que expresaba una gran madurez. Una persona de las que nunca pasan desapercibidas.
En cada clase mi atención aumentaba hacia la nueva alumna, pero yo no buscaba un mayor acercamiento, aún cuando nuestra diferencia de edad no era muy notoria. Nos manteníamos en nuestro estatus de alumna-profesor.
Pero una tarde, al finalizar mis clases, recibí la gran sorpresa que cambiaría el resto de mi vida. Al ir hacia mi vehículo estaba ella esperándome, interesada en que le recomendara otras obras de un autor que yo había sugerido en el curso. Conversamos un rato y pude sentir que entre los dos había mucha afinidad. A partir de ese momento comencé a imaginar la posibilidad de volver a explorar el amor. Pero aún no me decidía. Me frenaban todavía los fantasmas del fracaso.
Como no eran tiempos de celular decidí dar a los alumnos la dirección de mi otro sitio de trabajo, por si necesitaban entregar alguna actividad de clases, siempre alguno se llegaba por allá. Una noche al salir de clases estaba ella esperándome a las puertas del aula, para dejarme una asignación y participarme que no podría ir a la próxima reunión. Pero no estaba sola, andaba con un niño de siete años. Le pregunté quién era el niño y me dijo que su hijo, un asunto que me dejó sorprendido.
Con ese nuevo ingrediente mi imaginación comenzó a volar. Una de las cosas que me frenaban para iniciar nuevas relaciones sentimentales era el asunto de los hijos, yo tenía dos y no estaba interesado en seguir aumentando mi descendencia. Así que el hecho de que mi alumna tuviese su hijo era perfecto. Ella tenía el suyo, yo los míos y no habría necesidad de más…
Nuestra relación fue creciendo y nos establecimos como pareja. El hijo de ella y los míos hacían un gran trío de varones, se integraron muy bien. Y Marco, su hijo, no tuvo inconvenientes en adoptarme como papá. Todo era maravilloso…
Cuando ya teníamos siete años juntos, llegó otra gran sorpresa. Mi esposa me dijo que estaba embarazada. Ya los dos habíamos olvidado cómo era ese asunto. Mi hijo mayor tenía diecinueve años y Marco estaba a punto de cumplir catorce. Íbamos a ser de nuevo padres primerizos y yo, a mis cuarenta y dos años, me sentía viejo para eso. Pero bueno…Si la vida lo mandaba era por algo…
Así que nos llegó una linda niña, la que vino a cambiarnos a todos. Sus hermanos adolescentes la veían como un gran regalo, a todos nos intrigaba cómo sería criar una niña.
El tiempo fue pasando y ya esa niña se convirtió en mujer, profesional de la Psicología. Los dos hermanos mayores hace tiempo nos hicieron abuelos. En estos días me llegó la sorpresa que mi nieta ya había superado el sexto grado y se disponía a comenzar el bachillerato.
Otra gran sorpresa la recibí hace menos de un mes. Mi segundo hijo me informaba desde Ecuador que se había casado con la muchacha venezolana con la que tiene una banda musical. Sorpresas…Sorpresas…Sorpresas…
Mientras estamos vivos nunca se sabe qué pasará. En estos últimos tiempos la vida nos ha puesto a prueba. Nos ha dado la sorpresa de que nuestros muchachos se hayan ido al exterior, algo muy difícil de sobrellevar. Pero mi esposa y yo seguimos pa lante. Dando todos los días gracias a la vida por habernos juntado hace treinta y dos años.
Gracias por tu tiempo.
Greetings. The friends of Emotions&Feelings invite us in the theme of the month to share our encounters with surprises. Let me tell you...
Like everyone I have had good surprises and others not so good, it is the dynamics of life. Not everything is always good. However, some time ago I decided to look for a little corner in the farthest part of my memory to leave there, under lock and key, those surprises that have tormented my life. I believe that if I focus on all the good things that have happened to me, things will be much better for me.
By the year eighty-nine I was in a situation of relative calm and spiritual tranquility. Four years earlier I had ended my first marriage, an experience that had left me devastated and from which I had a hard time recovering.
But by the end of the 1980s I had gotten my life together. I was alone in my apartment, I had begun to study for a Master's degree and one of my great dreams had come true: to be a professor at the Pedagogical University.
I didn't worry too much about love. I had good friends, with whom I shared study and work, and with whom there was a good chance of moving to another level of relationships. But as I told you before, I felt calm....
However, one day something happened to me that completely changed my expectations. In one of my teaching professionalization classes (people who were already working and aspiring to obtain their university degree) I had a new student, with a captivating personality: intelligent, very pretty, with a verb that expressed great maturity. One of those who never goes unnoticed.
In each class my attention increased towards the new student, but I was not looking for a closer approach, even though our age difference was not very noticeable. We kept to our student-teacher status.
But one day I was in for a big surprise. On my way to my car she was waiting for me, interested in my recommendation of other works by an author I had suggested in the course. We talked for a while and I could feel that there was a lot of affinity between the two of us. From that moment on I began to imagine the possibility of exploring love again. But I still could not make up my mind. The ghosts of failure were still holding me back.
I had told all my students that I worked somewhere else and that if they needed to hand in assignments or ask me about classes they could find me there. One night when I got out of class, she was waiting for me at the classroom doors, to leave me an assignment and let me know that I would not be able to go to the next class; back then it was not cell phone time. But she was not alone, she was with a seven year old boy. I asked her who the boy was and she told me that he was her son, a matter that left me surprised.
With this new ingredient my imagination began to fly. One of the things that stopped me from starting new romantic relationships was the issue of children, I had two and I was not interested in increasing my offspring. So the fact that my student had her child was perfect. She had hers, I had mine, and there would be no need for more...
Our relationship grew and we established ourselves as a couple. Her son and mine made a great trio of boys, they integrated very well. And Marco, her son, had no problem adopting me as a dad. Everything was wonderful...
When we had been together for seven years, a big surprise arrived. My wife told me she was pregnant. We had both forgotten what it was like. My oldest son was nineteen and Marco was about to turn fourteen. We were going to be first-time parents again and I, at forty-two, felt old for that. But well... If life sent him there was a reason...
So along came a beautiful little girl, the one who came to change us all. Her teenage siblings saw her as a great gift, we were all intrigued by what it would be like to raise a girl.
Time went by and that little girl became a woman, a professional psychologist. The two older brothers made us grandparents some time ago. These days I was surprised to learn that my granddaughter had already passed the sixth grade and was about to start high school.
I received another big surprise less than a month ago. My second son informed me from Ecuador that he had married the Venezuelan girl with whom he has a musical band.
Surprises...Surprises...Surprises...Surprises...
While we are alive we never know what will happen. In recent times life has put us to the test. It has given us the surprise that our boys have gone abroad, something very difficult to cope with. But my wife and I are still pal ante. Giving thanks every day to life for bringing us together thirty-two years ago.
Thank you for your time.
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