Y vaya que son grandes anecdotas las que nos compartes en esta muy completa y estupenda publicación. Cuando uno es joven, jamás mide el peligro y menos si se va a manejar. La adrenalina de la adolescencia nos pone absolutamente ciegos a ese respecto.

Sobre la anécdota con tu amigo que recién vino a Venezuela, tan solo puedo decirte que gracias a Dios sabes de mecánica y tú mismo pudiste arreglarlo pues, una falla de esa envergadura, sale sumamente costosa desde todo punto de vista.

Los carros nos sacan canas verdes pero sin duda alguna, también nos resuelven. Gracias por compartir tus vivencias! Éxito en el concurso ! 🤗