Los habitantes de la isla vivían pendientes del gran volcán, pensaban que pronto podría emerger de él un despertar, pero él seguía dormido, pasaba día tras días hasta que finalmente lo dieron por dormido.
La gente comenzó a hacer su vida normal, simplemente habitantes de la isla, todos pobladores y hermanos de aquel lugar. La señora de las flores cada mañana pasaba por el caminito saludando al señor Juan.
-- ¡Buenos días, Sr Juan!
--¡Buenos días Sra Catalina!
Pero el le sonreía y seguía su saludo exclamando: ¡Algo bueno ha comenzado!
Nunca pasaba algo extraño, sólo eran los amigos del lugar, una y otra vez en los días dentro de la normalidad.
Al pasar el tiempo, un día llegó para cambiar, llegó el momento en el que algo comenzó a ser diferente, el Sr Juan comentaba a la Sra Catalina nuevamente: ¡Algo bueno ha comenzado! a comenzado a cambiar.
Y era así, ciertamente…
Una nube blanca emergía poco a poco de aquel viejo amigo, de aquel querido volcán, hubo susto, hubo ruido, pero no llegó lava alguna a crear, simplemente se decoraba de nueves aquel lugar de la isla.
El viejo volcán que ya estaba dormido despertó para hacer nueves y el cielo tocar, era simplemente un nuevo vecino al que podían de lejos admirar. Desde que comenzó aquel milagro todos podían recordar las palabras del buen vecino que proclamaban que “algo bueno ha comenzado” por las nubes del volcán.
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Imágenes propias. Fotografías tomadas con un móvil Blu Vivo One Plus. Cámara f / 2.0 1/100 3.79mm ISO 200. Editadas para los mensajes usando la aplicación de diseños Canva.
