Sus pasos se arrastraban, sus extremidades ya casadas apenas se movían sucumbiendo a merced del sol ardiente, solo podía observar la arena que danzaba al compás del viento, y el aire caliente que parecía atentar contra su refrigeración corporal, al revisar su cantiplora, se percató que el agua era cosa del pasado, solo podía esperar un milagro mientra pasaba su lengua por sus LABIOS SECOS