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7 Hábitos de La Gente Altamente Efectiva

Los 7 Hábitos de La Gente Altamente Efectiva

Los 7 Hábitos de La Gente Altamente Efectiva

Una mañana de domingo, mientras escuchaba una conferencia, espere al finalizar la misma para preguntarle al conferencista como hacia para hablar tan magistralmente, esperaba que me contestara con algún secreto para memorizar, con alguna formula de oratoria o quizás la típica respuesta de "No soy yo, es Dios" Pero lo que me dijo este pastor sonriente fue: "No es nada. Leo mucho, me preparo durante la semana, me acuesto temprano los sábados y desayuno bien los domingos antes de predicar." allí entendí que los hábitos diarios hacen la diferencia entre quienes tienen éxito y quienes fracasan.

El gran Jim Rohn decía que el éxito es la suma de los hábitos, pero no importa cuanto leas a Rohn ni a Zig Ziglar sino llega un momento donde lo internalizas y ese momento es cuando puedes rodearte de gente que tienes buenos hábitos de vida, cuando puedes ver el poder de los hábitos en acción. Los hábitos pueden ser de toda clase, de ejercicio, de trabajo, nutricionales, de lectura e incluso espirituales. Un buen habito es el que da sumas a tu proyecto de vida. (DESCUBRE Los Hábitos de Rockefeller).

Hoy quiero presentarte un gran libro que llego a mis manos y a su escritor, un hombre que ha impactado positivamente la vida de millones de individuos, familias y empresas, uno de los 25 hombres mas influyentes del mundo según la revista TIME: Stephen Covey. Su libro "Los 7 Hábitos" vendió mas de 30 millones su primera edición y su libro acerca de administración del tiempo, First Things First (Primero lo primero), en co-autoría con A. Roger & Rebecca R. Merrill, según Simon & Schuster es el libro que más se ha vendido sobre el tema.

Covey creía en los principios universales, en que debemos hacernos responsables por nuestra vida y desarrollar comportamientos de excelencia, el pensaba que el liderazgo es algo que nos ayudara a ser personas de valor y altamente efectivas en las tareas que hagamos, fue un gran orador y motivador de compañías y particulares en los Estados Unidos, un cristiano excepcional, fundador de la prestigiosa consultora Franklin-Covey y autor de varios Bestsellers.

Los siete hábitos de la gente altamente efectiva (The Seven Habits of Higly Effective People) es un libro que te ayuda, ya que contiene treinta y dos principios de acción, que establecidos como hábitos te ayudarán a alcanzar efectividad en los aspectos relevantes de tu vida, principios basados en «la ética del carácter», atemporales y universales, aprende este proceso y se mucho más eficiente en tu vida diaria.

Covey decía que los 7 hábitos son “conocimiento común”, pero que no necesariamente son “práctica común”. De hecho, se podría razonar que actualmente los hábitos se oponen a la naturaleza básica humana. Según nuestra propia naturaleza, somos criaturas reactivas y nos inclinamos a actuar principalmente según nuestro propio interés y sin mucha planificación. Pero también, como seres humanos somos capaces de tener pensamientos y acciones más elevados; mediante un trabajo intenso de internalización de los 7 hábitos podemos desarrollar una actitud proactiva y ser capaces de ejercer influencia sobre otras personas para lograr el bien común, la productividad y el cumplimiento de las metas propuestas.

Es importante entender mientras se los aplica, que "Los 7 hábitos" no son un conjunto de partes independientes o fórmulas fragmentadas. En armonía con las leyes naturales del crecimiento, proporcionan un enfoque gradual, secuencial y altamente integrado del desarrollo de la efectividad personal e interpersonal.

Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva son los siguientes:

  1. El hábito de la proactividad nos da la libertad para poder escoger nuestra respuesta a los estímulos del medioambiente. Nos faculta para responder de acuerdo con nuestros principios y valores. En esencia, es lo que nos hace humanos y nos permite afirmar que somos los arquitectos de nuestro propio destino. Comienza aceptando la responsabilidad TOTAL de tu vida. Sé consciente de que eres libre de decidir ante T-O-D-O. Eres el único responsable en elegir cómo emplear los talentos que Dios te dio y de como reaccionaras ante cualquier situación, por lo tanto, no puedes culpar a nadie por tus problemas o falta de soluciones.

  2. Comenzar con un fin en mente es definir un propósito que nos haga felices y que haga posible que nuestra vida tenga razón de ser, pues la creación de una visión de lo que queremos lograr a corto, mediano y largo plazo permite que nuestras acciones estén dirigidas a lo que verdaderamente es significativo en nuestras vidas. Una vez que tienes clara la imagen de lo que quieres conseguir, ésta te sirve de base para tomar decisiones más atinadas que te lleven a tu meta.

  1. Poner primero lo primero nos permite liberarnos de la tiranía de lo urgente para dedicar tiempo a las actividades que en verdad dan sentido a nuestras vidas. Es la disciplina de llevar a cabo lo importante, lo cual nos permite convertir en realidad la visión que forjamos en el hábito 2. Este hábito busca lograr una organización de tu tiempo más efectiva, clasificando a tus pendientes en cuatro cuadrantes:

Importante y Urgente
Importante y No urgente
No importante y Urgente
No importante y No urgente

  • Importantes: son las actividades que te acercan más a tu objetivo final.

  • Urgentes: son las actividades que no pueden esperar.

  1. Pensar en Ganar-Ganar nos permite desarrollar una mentalidad de abundancia material y espiritual, pues nos cuestiona la premisa de que la vida es un “juego de suma cero” donde para que yo gane alguien tiene que perder, la verdad es que vivimos en una dimensión ilimitada. Los emprendedores promedio piensan que para ganar es necesario que alguien más pierda.

Los emprendedores de éxito saben que las negociaciones más efectivas son aquellas que benefician a todas las partes involucradas.

  1. Buscar entender primero y ser entendido después es la esencia de las relaciones personales: el respeto a los demás. Las personas se sentirán más abiertas a escuchar lo que tienes que decir, si antes tú los escuchas a ellos con atención. La necesidad que tenemos de ser entendidos es uno de los sentimientos más intensos de todos los seres humanos. Este hábito es la clave de las relaciones humanas efectivas y posibilita llegar a acuerdos de tipo Ganar-Ganar.
  1. Sinergizar es el resultado de cultivar la habilidad y la actitud de valorar la diversidad. Este hábito se centra en la idea de “dos cabezas piensan mejor que una”. La síntesis de ideas divergentes produce ideas mejores y superiores a las ideas individuales. El logro del trabajo en equipo y la innovación son el resultado de este hábito.
  1. Afilar la sierra Una vez se le preguntó a Abraham Lincoln “¿Que haría si tuviera solo ocho horas para talar un árbol?” Respondió: “Pasaría las primeras cuatro horas afilando la sierra”. Este habito consiste en usar la capacidad que tenemos para renovarnos física, mental y espiritualmente. Es lo que nos permite establecer un equilibrio entre todas las dimensiones de nuestro ser, a fin de ser efectivos en los diferentes papeles (roles) que desempeñamos en nuestras vidas. Covey sugiere afilar la sierra constantemente buscando mantener tu vida en una mejora continua en las cuatro mayores áreas: Física - Mental - Social / emocional - Espiritual. Esto es en esencia la filosofía Vida Diamante.

Covey mas tarde escribió un libro llamado El 8vo Habito, que complementa a los 7 anteriores hablando de lo que el llama "descubrir la voz interna que nos llama a la grandeza".

Gracias por pasarte por mi blog, soy Leonardo Brito y constantemente posteo información para nuestro beneficio y crecimiento como lideres y emprendedores. Como aun se consigue en librerías de mi país no pondré su enlace para descarga pero aquí te regalo un extracto genial del libro "Los 7 Hábitos de La Gente Altamente Efectiva" y una videoconferencia dada por el mismo Stephen Covey que complementa el libro:

En cierta ocasión se programó que yo adiestrara a 175 gerentes de centros de compras en un hotel, cuyos buenos servicios me resultaban asombrosos.
Yo había llegado tarde, y pregunté si todavía estaban sirviendo comida en las habitaciones. El encargado de la recepción me dijo: «No, señor Covey, pero si usted quiere, puedo conseguirle un bocadillo, una ensalada o alguna otra cosa que tengamos en la cocina». Tenía una actitud de preocupación total por mi comodidad y bienestar. «¿Desea ver su habitación?», continuó. «¿Tiene todo lo que necesita? ¿Qué puedo hacer por usted? Estoy aquí para servirle». Allí no había ningún supervisor controlándolo. Aquel hombre era sincero.
Al día siguiente estaba dando una conferencia cuando me di cuenta de que no tenía todos los rotuladores de color que necesitaba. De modo que salí al hall durante un breve descanso y encontré a un botones que corría hacia otra convención. «Tengo un problema», le dije. «Estoy dando una conferencia ante un grupo de gerentes y sólo dispongo de un breve descanso. Necesito algunos rotuladores de colores.» Él obró con prontitud, con una solicitud casi extrema. Echó una mirada a mi nombre en la tarjeta identificatoria y me dijo: «Señor Covey, le solucionaré el problema». No me dijo «No sé adonde ir para conseguir los rotuladores», ni tampoco «Pregunte en recepción». Se hizo cargo él mismo. Y me hizo sentir que lo consideraba un privilegio.
Más tarde, yo me encontraba en una galería lateral, observando algunos objetos de arte. Un empleado del hotel se me acercó. «Señor Covey —me preguntó—, ¿no quiere ver un libro que describe los objetos de arte de este hotel?» ¡Qué manera de anticiparse! ¡Qué orientación hacia el servicio!
Después vi a un empleado subido a una escalera limpiando las ventanas de la galería. Desde aquel lugar advirtió que en el jardín una mujer tenía alguna pequeña dificultad con un andador. No había llegado a caerse, y estaba con otras personas. Pero el hombre bajó de la escalera, salió al jardín, trajo a la mujer a la galería y se ocupó de que se la atendiera adecuadamente. Después volvió a limpiar las ventanas.
Quise descubrir de qué modo aquella organización había creado una cultura en la que las personas estaban tan comprometidas con el valor del servicio al cliente. Entrevisté a mayordomos, camareras, botones del hotel, y descubrí que esa actitud impregnaba las mentes, los corazones y las conductas de todo el personal. Al atravesar la puerta trasera de la cocina, vi una leyenda con el valor central: «Cuidadoso servicio personalizado».
Finalmente hablé con el gerente y le dije: «Mi trabajo es ayudar a las organizaciones a desarrollar un fuerte carácter de equipo, una cultura de equipo. Estoy sorprendido por lo que usted tiene aquí». «¿Quiere conocer la clave real?», me preguntó. Entonces me mostró el enunciado de misión de la cadena de hoteles. Después de leerlo, tuve que reconocer que era un enunciado perfecto.

  • «Pero -agregué-, yo conozco muchas empresas que tienen enunciados de misión perfectos.»
  • ¿Quiere ver el de este hotel? -preguntó.
  • ¿Quiere decir que ha elaborado uno en especial para este hotel?
  • Sí.
  • ¿Diferente del de la cadena de hoteles?
  • Sí. Está en armonía con ése, pero el nuestro concierne a nuestra propia situación, a nuestro ambiente, a nuestro tiempo. Me entregó otro papel.
  • ¿Quién elaboró este enunciado de misión? —le pregunté.
  • Todos —fue la respuesta.
  • ¿Todos? ¿Realmente todos?
  • Sí.
  • ¿Los mayordomos?
  • Sí.
  • ¿Las camareras?
  • Sí.
  • ¿Los conserjes?
  • Sí. ¿Quiere ver el enunciado de misión escrito por las personas que lo recibieron ayer por la noche?
    Extrajo un enunciado de misión escrito por ellos mismos y que estaba junto con todos los otros enunciados de misión. Participaban todos, en todos los niveles. El enunciado de misión de aquel hotel era el eje de una gran rueda. A partir de él proliferaban los enunciados de misión meditados, más especializados, de grupos particulares de empleados. Se utilizaba como criterio para tomar decisiones. Clarificaba lo que aquellas personas querían conseguir, el modo en que se relacionaban con el cliente y entre ellas mismas. Afectaba al estilo de administradores y líderes. Afectaba al sistema de remuneraciones. Incidía en el reclutamiento de personal, en su adiestramiento y desarrollo. Esencialmente, cualquier aspecto de aquella organización estaba en función de aquel eje, de aquel enunciado de misión.
    Más tarde visité otro hotel de la misma cadena, y lo primero que hice al registrarme fue pedir que me mostraran el enunciado de misión, lo que hicieron en seguida. En aquel hotel llegué a comprender un poco más el lema «Cuidadoso servicio personalizado». Durante un período de tres días, observé todas las situaciones posibles en las que podía solicitarse un servicio. En todos los casos el servicio se brindaba de un modo admirable, excelente, y siempre muy personalizado. Por ejemplo, en la zona de la piscina le pregunté al encargado dónde estaba el bar. Él me acompañó hasta el lugar. Pero lo que más me impresionó fue ver que un empleado, por iniciativa propia, le contaba a su jefe un error que había cometido. Habíamos pedido un servicio en la habitación, y se nos indicó cuánto iba a tardar. Después, en el camino a nuestro cuarto, el camarero derramó el chocolate caliente, y le llevó algunos minutos volver, cambiar la servilleta y reemplazar la bebida. De modo que el servicio llegó a nuestra habitación quince minutos más tarde de lo previsto, lo que en realidad no tenía tanta importancia para nosotros. Sin embargo, a la mañana siguiente, el encargado del servicio de habitaciones nos llamó por teléfono para disculparse, y nos invitó a tomar el desayuno en el buffet o en nuestra habitación, sin cargo alguno, para compensar de algún modo el anterior inconveniente. ¿Qué significa, en cuanto a la cultura de una organización, el hecho de que un empleado advierte de su falta, aunque nadie más la conozca, para que el encargado pueda atender mejor al cliente? Como le dije al gerente del hotel anterior en el que me había alojado, conozco muchas empresas con enunciados de misión impresionantes. Pero existe una diferencia real, toda la diferencia del mundo, entre la efectividad de un enunciado de misión creado por todos los miembros de la organización y la de otro redactado por unos pocos ejecutivos de nivel superior entre paredes color caoba. Uno de los problemas fundamentales de las organizaciones (entre ellas las familias) consiste en que las personas no están comprometidas con las determinaciones de otras personas para con sus vidas. Simplemente no las «compran». No son «accionistas morales» de la empresa.

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